Editorial

CIEN DÍAS Y CONTANDO

#InPerfecciones
Los resultados enumerados en los primeros cien días de la nueva administración sirven más de “marketing” político a la imagen presidencial.

 

Carlos Rosas C. / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx

El tiempo se pasa volando, y en un abrir y cerrar de ojos ya pasaron cien días del arranque de la tan anunciada cuarta transformación, cien días donde calma, así lo que se dice calma no ha habido, al contrario, mucha acción, mucha confrontación entre los siempre a favor y los siempre en contra, que en infinidad de espacios han manifestado sus opiniones y han dejando de manifiesto la coyuntura que se ha venido dando desde diciembre pasado.

Sin embargo, es imposible dejar de lado varias consideraciones que tienen que ver con la primer centena de días donde la nueva administración ha tenido ya tiempo de “encancharse” y sentir de que se trata el asunto con buenos “toritos” como se dice coloquialmente. Incluso han tenido la experiencia de cometer ya sus primeras “burradas”, de hecho, sería interesante considerar si efectivamente los primeros cien días realmente lo son o son una extensión de lo que después del 1° de julio pasado fue un abandono categórico del Gobierno Federal que se quedó al margen de la transición encargada al equipo de Andrés Manuel López anunciado con tanto tiempo de antelación y que armado hasta los dientes se encargó de dar la cara que dejó de dar Enrique Peña Nieto, de modo que hablar de cien días resulta más un tecnicismo elegante que sirve de pretexto para dar un discurso y nuevamente hablar sobre las virtudes de la “honestidad valiente”.

Poner en perspectiva los logros obtenidos hasta en momento representa más una estrategia de “marketing” político porque cada vez que se hace mención sobre el tiempo que lleva la nueva administración a cargo, se deja sentir la “cantaleta” de “es muy poco tiempo para medir los logros del gobierno”, y así podrán pasar otros cien días para nuevamente escuchar que es muy poco tiempo y que no es magia arreglar todo el “desmadre” que la administración anterior dejó, sin embargo, con todo ese tiempo de transición que hubo después de las elecciones, quizá pudo darse cuenta el “equipazo” de transición las anomalías que les estaban esperando a partir del 1º de diciembre, porque parece que ninguno de los integrantes tuvo tantita suspicacia como para imaginar la clase de cochinadas que se iban a encontrar, como si desde el planeta de donde vinieron no se practicaran semejantes conductas tan inadecuadas para la “nueva moral”.

Es cierto que la atención centrada en los programas sociales representa una novedad que responde de manera inteligente a la expectativa sembrada en campaña y que rinde frutos triunfalistas por los resultados mega positivos de las encuestas de popularidad del jefe del ejecutivo, cosa que se aplaude por el nivel de la estratagema planteada en la que la figura presidencial se sube a un pedestal de virtuosismo mediático.

Suponiendo sin conceder que las intenciones son buenas, y que la búsqueda de mejorar las condiciones del país sean genuinas, lo cierto es que “el arca de Noé”, que representa metafóricamente el Movimiento de Regeneración Nacional, que ha dado cabida a muchos desertores a los que el instinto de supervivencia los llevó a jurar lealtad por la nueva moral que busca conjurar el maligno flagelo de la corrupción de la que muchos de esos embarcados en el arca de MORENA participaron en aquellos buenos tiempos del desvergonzado neoliberalismo que dejó muchos dividendos a quienes ahora sufren del mal de la amnesia selectiva pero que ahora pugnan por el castigo de los enemigos de la cuarta transformación.

No olvidemos que los políticos colmilludos tienen un buen olfato para detectar cuando es necesario presentar sus respetos al “monarca” en turno, después de todo sean del partido que sean no dejan de ser familia y la familia debe cuidarse para preservar el futuro, de modo que podrán pasar trecientos días y aún así no será tiempo suficiente para evaluar los resultados que seguirán adornándose con emotivos discursos, porque así es la política que siempre tiene otros datos.

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