Editorial

EL RETO.

#InPerfecciones
¿Y como sería el debate? ¿Jesús Ramírez Cuevas sería el moderador? ¿habría porra de ambos lados? ¿cuál de los dos lanzaría el calificativo más ofensivo?.

 

 

Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

Supongamos que el Presidente López Obrador acepta el reto de Diego Fernández de Ceballos y le pone fecha y hora para el “tiro” que le cantó “Don Diego” en Palacio Nacional y así escuchar los cargos y pruebas que sustenten las acusaciones que el Jefe del Ejecutivo lanzó en su contra.

 

Y bueno, nada más eso nos falta, que el Salón Tesorería después de ser sala de conciertos se convierta en arena de lucha. No me dejarán mentir, de solo imaginar la escena donde estos añejos adversarios escenificaran un debate encarnizado lleno de descalificaciones sería considerado como la “pelea del sigo”, ¡lucharan de dos a tres caídas, sin límite de descalificaciones!

 

¿Y como sería el debate? ¿Jesús Ramírez Cuevas sería el moderador? ¿habría porra de ambos lados? ¿cuál de los dos lanzaría el calificativo más ofensivo?, éstas y otras preguntas rondan con seguridad en la imaginación de todos nosotros, sobre todo cuando sabemos de sobra que el Presidente ni sabe ni le gusta debatir, lo suyo es el mitin, el templete, las arengas furiosas, contrario a la naturaleza dura y arrebatada de Fernández de Ceballos cuando de debatir se trata. Sin embargo, la construcción que hemos hecho sobre algo que no pasará porque López Obrador señalará –con seguridad- que no caerá en provocaciones, da cuenta de la limitada capacidad del Presidente para comprobar y sostener los argumentos que utiliza frente al público que le aplaude cada que grita con emoción “primero los pobres”.

 

Desde luego que sabemos que el “Jefe Diego” es maestro en las artes oratorias, con una jerga muy amplia como para dejar perplejo a López Obrador, así como también sabemos que no es una “perita en dulce”, sabemos también que forma parte de la vieja guardia de la clase política en México, esa clase política que consiguió fortuna a costa de los grandes negocios que se cocinaban –y cocinan-  al cobijo de las altas esferas del poder, es decir, lo único que veríamos es un espectáculo estéril entre dos adultos mayores que solo provocaría morbo.

 

Efectivamente, es López Obrador quién hace las veces de provocador y Fernández de Ceballos el que reacciona retándolo, lo cierto es que no pasará de ahí, seguiremos con la misma tónica de descalificaciones a distancia, dos perritos rabiosos ladrándose. ¡Ah! Pero que deleite sería verlos discutir para abonarle únicamente a un tema sumamente mediático; López Obrador debería considerar seriamente acceder a tal propuesta porque aunque perdiera el debate, le serviría para colocar en la discusión nacional un tema profundamente banal, justo como le gusta para evadir los temas importantes y de paso presentarse como víctima de la mafia del poder que ahora preside.

 

#InPerfecto