Editorial

DERROTADOS.

#InPerfecciones
Dos años después, López Obrador y su grey se han encargado de convertir en una derrota política e ideológica el esfuerzo de una sociedad civil que acudió a las urnas.

 

 

Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C 
carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

Parece que a México le hace mucho daño ganar, porque ganar significa asumir la responsabilidad de seguir trabajando para legitimar una victoria y superarse, pero no, las añejas victorias solo fueron capitalizadas por la familia política que sabe como sacarle jugo a una derrota para convertirla en ganancia. 

 

México no aprendió nada de la victoria política e ideológica que representó la derrota en las urnas del anquilosado priismo en el año 2000, y con la figura de Vicente Fox al frente del Ejecutivo Federal, echarse a la hamaca del confort representó eventualmente el regreso de un “artrítico” priismo encarnado en la figura de Enrique Peña Nieto que entre bufonadas y reformas estructurales regresó al país a la senda de la derrota política que como siempre tiene que soportar la sociedad civil.

 

La victoria de Andrés Manuel López Obrador en 2018 tuvo como ingrediente y catalizador  el hartazgo generalizado hacia las fuerzas políticas que divagaron como gobierno y que dejaron de trabajar en la construcción y reforzamiento de una profunda mejora nacional, es decir, lo único que hicieron fue prepararse para la derrota. Así fue como el eterno candidato de la oposición gana la Presidencia, sin embargo, lejos de comenzar a trabajar para aprovechar el momento político y convencer a quienes no votaron por el, simplemente elige pertrecharse entre sus seguidores para encaramarse donde le encanta estar, en campaña, en el mitin, en la plaza, esgrimiendo discursos, dándose “baños de pueblo”, pero sobre todo exhibiendo una enfermiza nostalgia por denostar un pasado político nacional al que ataca con mucho candor, afanoso de vengar todas las burlas y denostaciones a su persona y movimiento.

 

¿El resultado a dos años de su elección? De nueva cuenta el confort político que le otorga detentar el poder y sentirse seguro de tener la audiencia suficiente para esgrimir el mismo catálogo de cifras alegres del 2019, las cifras del país de las maravillas de la 4T, la ideología moralina que fomenta la ignorancia y flojera política y la confrontación social que ha terminado por enterrar un logro de la sociedad civil que lo llevó a la Presidencia.

 

Dos años después, López Obrador y su grey de políticos serviles se han encargado de convertir en una derrota política e ideológica el esfuerzo de una sociedad civil que acudió a las urnas buscando por fin arrancarle el poder a una clase política anquilosada y sin la menor voluntad para construir un país del calado que muchos queremos ver y sentir. La misma demagogia, los mismos actores, los mismos mecanismos electoreros, la misma violencia, pero con mucha propaganda. Tristemente si nos gusta ganar pero no la idea de trabajar para afianzar una democracia, no nos gusta la idea de trabajar para dar el siguiente paso para madurar política y socialmente, finalmente entregar un cheque en blanco a los políticos es premiar a la estulticia. 

     

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