Editorial

CAMBIO DE CRITERIO.

#InPerfecciones
Lo de menos en este momento es la consideración sobre el partido o ideología a la que pertenece el Presidente, la mayoría en las Cámaras, los secretarios, etc.

 

Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

El discurso que constantemente se ciñó a la negativa para tratar los casos de neumonía atípica como posibles casos de COVID-19, tomó un rumbo inesperado el pasado martes 28 de abril cuando el propio Subsecretario de Salud Hugo López Gatell señaló que “toda neumonía atípica es COVID-19 hasta que se demuestre lo contrario”. Obviamente la reacción no podía hacerse esperar para especular de inicio cual había sido el motivo de este cambio tan drástico en el criterio del manejo de quienes presentan síntomas y mejor aún, la pregunta del millón es: ¿este cambio de criterio puede robustecer la cifra de fallecidos registrados por COVID-19?.

 

La duda es razonable aún viniendo de los no especialistas que la base defensora de la 4T tanto critica en redes, sin embargo, la constante en el cambio del discurso de la actual administración se ha vuelto ya una tradición en apenas año y cuatro meses del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador al pasar de un místico “detente” a decir que las decisiones para atender a la pandemia se tomarán en función de lo que digan los expertos.

 

Lo anterior dio pie a que las especulaciones –con buena y mala intención- hayan circulado generando un clima de incertidumbre y confusión que no es casualidad, simplemente es el resultado de una cadena de irresponsabilidades no solo en materia de estrategia para atender la pandemia, sino también en el manejo de la imagen y el discurso oficial donde lo de menos en este momento es la consideración sobre el partido o ideología a la que pertenece el Presidente, la mayoría en las Cámaras, los secretarios, etc., lo que está quedando claro es que todos son políticos ligados entre si, pertenecientes a un grupo que nunca deja de pensar y calcular como lo que son, personajes muy desprestigiados y muy atentos por atender siempre un interés particular y no a las necesidades de ese pueblo para el que presumen servir.

 

La crisis pasajera de la que habla el Presidente y dijo saber mucho antes de su llegada solo nos habla de una presunción enana de su parte y una falta de esa honestidad de la que tanto alardea porque literalmente se sentó en la silla presidencial a esperarla y a ver como ha permeado en todos los ámbitos del país. La crisis política se deja sentir con diputados y senadores al servicio de un personaje, la crisis de seguridad –heredada o no- en este momento es su responsabilidad, la crisis en materia educativa es preocupante, y para rematar la crisis económica resulta extenuante para todos los sectores de la población.

 

Aumentar tiempos y conferencias informativas además de la misa mañanera dejan de manifiesto que el control del discurso se encuentra enfocado a la intención de mantenerse presente en medios y no precisamente a transparentar sus acciones, esto con miras a conservar la mayoría en las Cámaras, de suerte que la lectura entre líneas deja clara una intención mezquinamente electorera. No, el problema no es el cambio de criterio en el diagnóstico de COVID-19, el tema está en control de un índice de aprobación que ya no parece, sino que es lo que le preocupa al Presidente y mucho.       

 

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