Editorial

¿Civilización o Barbarie?

#InPerfecciones
La semana pasada un juez federal decretó frenar por tiempo indefinido las corridas en la Monumental Plaza de Toros México; el proceso para llegar a tal decisión ha traído múltiples opiniones divididas, parece ser un tema sin matices.

 

 

Jorge García Vielma
jorge.garcia@inperfecto.com.mx 

Quiénes dotan de elementos característicos y representativos a la vida social suelen seguir un postulado, hasta cierto punto legitimado y normalizado, el cuál dicta que los matices no están permitidos o al menos son vistos con recelo. Si se apela a ir en contra de la norma establecida sobre si algo es negro o blanco parece que se está emprendiendo el camino de las miradas y juicios sociales; de éste suele no haber retorno. Diariamente surgen escenarios donde es imposible no toparse con claroscuros, opiniones divididas pero no radicalizadas, ¿o sí?; dicha sensación se ha percibido en los últimos días debido al tema de la prohibición de las corridas de toros en la Ciudad de México.

Resulta pertinente dejar el siguiente punto para la reflexión: ¿Deporte, espectáculo, fiesta, masacre o que son las corridas de toros? Esta pregunta se ha colado en múltiples pláticas y debates en amplios sectores de la población capitalina y a nivel nacional, el revuelo se reavivó cuando Jonathan Bass, juez federal, ordenó una suspensión definitiva a este tipo de actividades que se realizaban en la CDMX; el argumento principal para llegar a dicha decisión recae en que serán más los beneficios para quienes participaron en la controversia de la interrupción pero también para el resto de los habitantes de la urbe. También en la sentencia de más de 50 páginas se puede leer que se apela a respetar la integridad física y emocional de todos los animales debido a que éstos son necesarios para la conformación de los ecosistemas.

Si la decisión hubiera sido contraria, los cuestionamientos también habrían llegado; difícilmente se puede salir bien librado de una encrucijada como éstas. Las opiniones llegaron de varios sectores de la población, tales como instituciones gubernamentales, asociaciones civiles, empresarios, personajes de la Política y el Deporte, medios de comunicación, sociedad civil, entre otros. El punto en común que comparten todas estas miradas es la firmeza de defender sus posturas, hay argumentos férreos y sólidos en porque sí o no debe seguir habiendo este tipo de espectáculos en la Monumental Plaza de Toros México.

La banalidad hace acto de presencia en este evento, la vida suele transcurrir de manera habitual sin detenerse un minuto a preguntarse: ¿Qué implican las corridas de toros? Tal pregunta es inmensa porque el abanico de respuestas es igual o inclusive más amplio, y por ahora quiénes dictan las leyes en la CDMX han decidido que debe haber una suspensión, aunque sea temporal, porque la ecuación general arroja más balances negativos que positivos sobre la fiesta brava. 

No es necesario contar con un conocimiento amplio sobre el campo de los toros para percatarse que el principal grupo que está a favor de un amparo sobre la decisión de Jonathan Bass proviene de un sector privilegiado. Este tipo de personas se sienten con la libertad de hablar en nombre de las y los demás, en este caso una de sus cartas fuertes está en la pérdida de trabajos que habría si el dictamen del juez federal no se echa para atrás. 

Y la otra cara de la moneda parece estar más nutrida, las sensaciones dejan ver que si no se está cerca de este mundo inmediatamente se posiciona en contra de las corridas de toros. Aflora el sentimiento de incredulidad e indignación al saber que se sigue desarrollando un espectáculo de tales magnitudes y sobre todo, hay personas que lo disfrutan y pagan por verlo. 

Las corridas de toros van más allá de la prohibición o no, tomar y acatar una decisión no es el hechizo que vendrá a calmar las aguas y hará que los sentimientos de la población cambien en cuanto al tema. Resultaría apropiado abordar el tema teniendo en cuenta las visiones que existen, indagarlas y cuestionarlas para después contar con una postura propia; porque bien decía mi abuela: “No es lo mismo ver los toros desde la barrera”

Difícil encontrar una mejor manera para terminar que colocando una frase del personaje a quién se le achacan más paternidades en nuestro continente, y dice así: Torero, poner el alma en el ruedo no importa lo que se venga para que sepas que te quiero

Rueda el balón, rueda la vida.

 

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