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EN BÚSQUEDA DE LOS MAESTROS MARCO VITRUVIO POLIÓN parte 38

#Arquitectura
“Díades nos hace ver en sus escritos que fue él quien ideó las «torres móviles», que solía llevar desmontadas en su ejército. Inventó también el «taladro» y la «Máquina ascendente»”

 

 

Carlos Rosas C. / @InPerfectoMx
carlos.rc@inperfecto.com.mx

Libro X  de la obra los Diez Libros de Arquitectura de Vitruvio Polión, la gran cantidad de temas que aborda esta extraordinaria obra nos han dejado claro que el conocimiento que el arquitecto debe manejar para llevar a cabo su labor va más allá de la geometría o la formalidad del lenguaje arquitectónico, aspecto que Vitruvio ha señalado en repetidas ocasiones a lo largo ya de los nueve libros que antecedieron a este libro X.

 

Vitruvio nos muestra como la labor del arquitecto en los conflictos bélicos adquiere una importancia más allá del diseño y edificación de la arquitectura militar de defensa, el conocimiento y desarrollo de armas de guerra para un arquitecto como Vitruvio le representa un tema importante para ser mencionado en su obra, el contexto histórico en el que se desenvuelve Vitruvio es vital en esta materia, la descripción de artefactos, materiales, método de construcción e incluso el origen de estos da cuenta de la necesidad de contar con el conocimiento suficiente para intervenir de ser necesario en los conflictos armados.

 

Nos acercamos al desenlace de una obra extraordinaria llena de conocimiento. Sigan con nosotros en el especial de arquitectura “En búsqueda de los maestros” sobre los Diez Libros de Arquitectura de Marco Vitruvio Polión.

 

LIBRO X

CAPÍTULO DÉCIMO PRIMERO

LAS BALLESTAS

 

He descrito la estructura de las catapultas y los elementos de los que constan, en relación con sus proporciones. La estructura de las ballestas es muy variada, con claras diferencias, pero todas proporcionan el mismo efecto. Algunas ballestas son operativas mediante palancas y rodillos, otras mediante aparejos de poleas, otras mediante árganas o cabrestantes y las hay que poseen unos tambores.

 

BALLESTA ROMANA

 

Las ballestas se construyen teniendo como punto de referencia el tamaño real del peso de la piedra que deben lanzar; en consecuencia, la estructura de ellas no es accesible a cualquier persona, sino solamente a quienes dominan la ciencia de los números y de las multiplicaciones, por tener nociones de geometría.

 

En efecto, los agujeros que se abren en su armazón superior, por los que se estiran las cuerdas fundamentalmente de pelo de mujer o de nervio de animales, deben guardar proporción con el tamaño del peso de la piedra y con su gravedad; piedra que debe lanzar la ballesta. Lo mismo sucede con las catapultas en relación a la longitud de las flechas que arrojan. Para que lo tengan claro los que no conocen bien la geometría y para que no se entretengan en hacer cálculos en medio de los peligros de la guerra, pasaré a explicar lo que yo mismo he aprendido empíricamente; expondré también todos los datos que he recibido de mis maestros y pondré de manifiesto la relación que guardan los pesos de los griegos respecto a los módulos y respecto a los pesos que usamos nosotros.

 

La ballesta que deba lanzar una piedra de dos libras tendrá en su armazón superior un orificio de cinco dedos; si pesa tres libras, será de seis dedos; si es de seis libras, siete dedos; si de diez libras, ocho dedos; si es de veinte libras, diez dedos; si de cuarenta libras, diecisiete dedos; si de sesenta libras, trece dedos más 118; si de ochenta libras, quince dedos; si de ciento veinte libras, un pie más dedo y medio; si es de ciento sesenta libras, un pie y cuatro dedos; si de ciento ochenta libras, un pie y cinco dedos; si es de doscientas libras, un pie y seis dedos; si pesa doscientas diez libras, un pie y seis dedos; si es de trescientas sesenta libras, un pie y medio.

 

Una vez que se haya fijado el tamaño del agujero (que se tomará como módulo) se representará un «pequeño escudo» -en griego «peritretos»– cuya longitud será de ocho agujeros, su anchura de dos agujeros más 1/6 parte. La línea circular descrita divídase por la mitad y, realizada la división, se contraerán los extremos de este gráfico para que adquiera un aspecto oblicuo, restando una sexta parte de su longitud y una cuarta parte de su anchura, donde aparece el giro del ángulo exterior. En la parte de la curvatura, donde convergen las puntas de los ángulos, se harán unos agujeros oblicuos al contraerse su anchura en una sexta parte hacia adentro; el agujero quedará un poco ovalado, equivalente al grosor del «pequeño pestillo» que retiene las cuerdas. Cuando adquiera esta nueva forma, se irá ajustando su contorno periférico, para que describa una curvatura exterior suavemente equilibrada; su grosor será de 14/16 del agujero.

 

La longitud de su cubo o caja será de dos agujeros, su anchura de un agujero más 3/4 y su grosor, sin contar la parte que se apoya en el agujero, será de 11/16; su anchura en la parte externa será de dos agujeros más 1/16. La longitud de los maderos de apoyo será de cinco agujeros más 3/16; la curvatura medirá medio agujero y su grosor será de un medio. A la anchura, en su parte central, se añade lo que se ha añadido junto al agujero en la descripción anterior, es decir, en anchura y grosor una quinta parte y en altura una cuarta parte.

 

BALLESTA ROMANA

 

La longitud de la regla, situada en la mesa, será de ocho agujeros; su anchura y su grosor, de medio agujero. Las espigas medirán 7/16 de longitud y 1/4 de grosor. La curvatura de la regla será de 5/8. La anchura y el grosor de la regla exterior serán las mismas. Su longitud se ajustará a la que proporcione el ángulo del trazado, y la anchura del madero de apoyo se adaptará a su propia curvatura.

 

Las reglas de la parte superior serán iguales a las de la parte inferior. Los elementos transversales de la mesa medirán 3/4 del agujero. La longitud del cuerpo de la «escalera» será de trece agujeros; su grosor, de un agujero y el espacio intermedio tendrá una anchura de 5/4 y su grosor 1/8. La parte superior de la «escalera» contigua a los brazos y unida a la mesa se dividirá en cinco partes su longitud total; de estas cinco partes, se darán dos a ese elemento que los griegos denominan «chelen»; su anchura será 3/16, su grosor 1/4 y su longitud 7/2 agujeros. La prominencia del «chelen» o agarradero es de medio agujero y la de sus alas 1/4. La parte próxima al «axon» denominado -«frente transversal»- será de tres agujeros.

 

La anchura de las reglas interiores medirá 5/16 y su grosor, 3/16. El cobertor de la agarradera está ensamblado a cola de milano en el cuerpo de la «escalera» con una anchura de 1/4 y un grosor de 1/12. El grosor de la pieza cuadrada, unida a la escalera, será de 1/4 y en sus extremos medirá un agujero. El diámetro del eje redondo será igual al de la agarradera y junto a las clavijas tendrá 1/16 parte menos.

 

La longitud de los puntales del soporte será de cuatro agujeros y medio, su anchura en la parte más baja será de medio agujero y en la parte más alta será de 3/16. La basa – denominada «eschara»– tiene una longitud de 8 agujeros; la pieza que va delante de la basa (antibasamento) tiene una longitud de cuatro agujeros; el grosor y la anchura son de 7/12 agujeros. A media altura se une a la columna con una anchura y un grosor de 3/2 agujeros. Su altura no guarda proporción con los agujeros que hemos tomado como módulos, sino que será la que exija su utilización. La longitud del brazo medirá seis agujeros y su grosor en la raíz será de un agujero y en los extremos 6/16.

 

BALLESTA ROMANA

 

He expuesto las proporciones que consideré más útiles de las ballestas y de las catapultas. No quiero pasar por alto, sino dejar constancia por escrito, de la mejor manera que pueda, cómo se domina la tensión de estas máquinas mediante unas cuerdas de nervios o de cabellos retorcidos.

 

LIBRO X

CAPÍTULO DÉCIMO SEGUNDO

PREPARACIÓN DE LAS BALLESTAS Y DE  LAS CATAPULTAS

 

Se toman unos maderos con una longitud importante, donde se fijarán unos apoyos en los que se encajen los rodillos. En la parte intermedia de los maderos se hacen unos pequeños cortes marcando unas muescas, en las que se sujeta el armazón superior de las catapultas, y se fija con unas cuñas, con el fin de que no se mueva cuando se tensen las cuerdas. Dentro del armazón superior se incluyen unas cajitas de bronce, donde se colocan unas clavijas de hierro o pequeños ejes, que en griego se denominan «epizygidas».

 

A continuación se meten los cabos de las cuerdas o cables por los agujeros del armazón superior, se hacen pasar hasta la otra parte y se atan en los rodillos; cuando se tensan las cuerdas por medio de unas palancas, al pulsarlas con las manos emitirán un mismo sonido o tono. Para que no se aflojen, se dejan bien apretadas en los agujeros, con la ayuda de unas cuñas. Pasándolas al otro lado, se tensan asimismo en los rodillos con la ayuda de las palancas, hasta que emitan también un mismo tono. De esta manera se preparan las catapultas mediante el bloqueo de las cuñas hasta que su sonido sea correcto, en perfecta consonancia.

 

Sobre estos detalles he expuesto todo lo que me ha sido posible. Quede el que trate ahora sobre las máquinas de ataque y las máquinas de combate; unas máquinas que permiten salir victoriosos a los generales y ofrecer una defensa definitiva a las ciudades.

 

LIBRO X

CAPÍTULO DÉCIMO TERCERO

MÁQUINAS DE ATAQUE

 

Veamos, en primer lugar, cómo se descubrió el ariete de ataque, según dicen. Los cartagineses habían fijado su campamento con el objetivo de iniciar el ataque a Cádiz. Previamente se habían apoderado ya de una fortaleza que intentaron demoler por todos los medios; como no poseían instrumentos de hierro suficientes y capaces para lograr su objetivo, tomaron un madero y, sosteniéndolo con sus manos, golpearon con su punta múltiples veces la parte superior del muro, consiguiendo derribar las hileras más altas de piedras; con este sistema, poco a poco y siguiendo un orden, derrumbaron toda la fortificación.

 

ARIETE SIMPLE

 

Poco después, un artesano de Tirio llamado “Pefrasmeno”, estimulado por el descubrimiento de este ingenio, puso en vertical un mástil y colgó de él otro madero atravesado, imitando una balanza; llevándolo hacia adelante y hacia atrás, con golpes violentos derribó todo el muro de Cádiz.

 

En cartaginés Cedras fue el primero que construyó una plataforma de madera apoyada sobre ruedas y por la parte de arriba compuso un armazón con puntales y abrazaderas; colgó el ariete de este armazón y lo recubrió con pieles de buey, con el fin de que estuvieran más protegidos los soldados que manipularan esta máquina para demoler el muro. Dado que sus movimientos eran muy lentos, denominaron a esta máquina «tortuga del ariete». Así fueron los primeros pasos en este tipo de máquinas; posteriormente, cuando Filipo, hijo de Amintas, sitió la ciudad de Bizancio, Polyidos de Tesalia desarrolló esta primera máquina con una gran diversidad de diseños más resolutivos; Díades y Charlas, que sirvieron en el     ejército de Alejandro, prosiguieron haciendo prosperar el método de Polyido.

 

TORTUGA DE ARIETE

 

Díades nos hace ver en sus escritos que fue él quien ideó las «torres móviles», que solía llevar desmontadas en su ejército. Inventó también el «taladro» y la «Máquina ascendente», desde la que se pudiera pasar al muro, a pie plano; no podemos olvidar su «cuervo destructor» que algunos llaman la «grulla». Utilizaba también el «ariete sobre ruedas», cuyas reglas y detalles de construcción nos dejó escritos. Decía que las torres más pequeñas convenía levantarlas con una altura de al menos sesenta codos y con una anchura de diecisiete codos; en su parte más alta debía estrecharse una quinta parte respecto a su base; los puntales de soporte de la torre debían medir, en la parte más baja, nueve pulgadas y en la parte más alta, medio pie. En su opinión, era muy conveniente levantar esta torre con diez alturas o pisos y con ventanas en cada uno de ellos. También hace referencia a una torre de mayores dimensiones con una altura de ciento veinte codos y una anchura de veintitrés codos y medio; su estrechamiento en la parte superior debía ser una quinta parte y los puntales de soporte debían medir un pie en la base y seis dedos en lo alto. Esta impresionante torre se construía con veinte pisos o alturas y cada uno de ellos tenía alrededor una galería exterior de tres codos. Toda la torre quedaba cubierta con pieles de animales recién quitadas, con el fin de protegerla frente a cualquier ataque.

 

TORRE MÓVIL O DE ASEDIO

 

La «tortuga arietaria» se construía siguiendo un proceso muy parecido: con una anchura de treinta y dos codos, una altura -sin contar su cubierta- de dieciséis codos y una altura de la cubierta, desde la plataforma hasta el remate, de dieciséis codos. La cubierta sobresalía por encima en la parte central del techo no menos de dos codos, y a mayor altura aún, se levantaba cuatro codos una pequeña torre de tres pisos; en el piso superior se colocaban escorpiones y catapultas y en los inferiores se almacenaba gran cantidad de agua para sofocar las llamas, en el supuesto de que prendiera fuego en ella. Además, se colocaba una máquina para impulsar el ariete -en griego «criodocis»– en la que se aseguraba un rodillo perfectamente terminado con el torno, sobre el que se situaba el ariete; moviéndolo hacia adelante y hacia atrás con unas cuerdas se conseguían unos efectos contundentes. Toda la «tortuga» quedaba cubierta con pieles de animales recién quitadas, a la manera de la torre anterior.

 

TORTUGA ARIETARIA

 

Veamos los distintos pasos para fabricar el «taladro», tal como nos lo dejó escrito; se trata de una máquina semejante a la tortuga, que tenía en medio un canal, apoyado en unas pilastras -como normalmente tienen las catapultas y las ballestas- con una longitud de cincuenta codos y una profundidad de un codo, en el que se colocaba transversalmente un rodillo. En su parte frontal, a derecha e izquierda tenía dos poleas que ponían en movimiento el madero con sus extremos de hierro; el madero estaba introducido en el canal. Bajo este madero y también dentro del canal unos rodillos le imprimían impulsos acelerados y violentos, de manera continua. Sobre el mismo madero se levantaban a lo largo del canal diversos arcos que lo cubrían y, a la vez, sujetaban unas pieles de animales recién quitadas para proteger la máquina, tapándola por completo.

 

No le pareció oportuno escribir nada sobre el «cuervo», pues, en su opinión, esta máquina no era muy eficaz. Respecto a la «máquina de ascenso» -en griego «epibathra»– y sobre las máquinas navales, que posibilitan abordar a otras naves, apenas si dejó algunos apuntes escritos; sí es verdad que lo promete seriamente, pero de hecho no ofreció explicación alguna.

 

He expuesto lo que nos dejó por escrito Díades sobre la construcción de estas máquinas. Pasaré a         explicar ahora las que aprendí de mis maestros que, por cierto, me parecen más útiles

 

LIBRO X

CAPÍTULO DÉCIMO CUARTO

LA TORTUGA PARA LLENAR FOSOS.

 

Veamos el método que debe seguirse para construir la tortuga, que se utiliza tanto para rellenar fosos como para acercarse a los muros. Se compone una base cuadrada -en griego «eschara»– cuyos lados miden cada uno veintiún pies, con cuatro maderos transversales. Estos quedarán sujetos por otros dos, con un grosor de 14/16 pulgadas y una anchura de media pulgada. Los maderos transversales se colocarán, guardando una distancia entre sí de aproximadamente tres pies y medio. En cada uno de los intervalos se colocan debajo unos «arbolitos» -en griego «amaxopodes»-en los que giran los ejes de las ruedas, reforzados con láminas d e hierro. Estos arbolitos están fabricados de manera que poseen espigas y agujeros con el fin de que unas palancas los atraviesen de lado a lado, para facilitar sus giros y posibilitar que la máquina se mueva hacia adelante y hacia atrás, hacia la derecha y hacia la izquierda, y si fuera preciso también oblicuamente, gracias a los giros de las ruedas facilitados por medio de los arbolitos.

 

TORTUGA PARA LLENAR FOSOS

 

Sobre el basamento se colocarán dos maderos que sobresalgan seis pies por cada uno de los lados y en sus resaltes se fijarán otros dos maderos que sobresalgan doce pies en el frente, con una anchura y con un grosor iguales a los que hemos descrito en la plataforma. Sobre todo este armazón se levantan unos pilares o postes bien trabados, de nueve pies de altura -excluyendo las espigas-, con un grosor de un pie y un palmo por cada lado; además guardarán entre sí una separación de pie y medio.

 

Estos maderos se encajarán por la parte superior en otros maderos trabados entre sí. Sobre éstos irán colocados unos cabrios, encajados uno sobre otro mediante espigas, que se levantarán con una altura de nueve pies. Se colocará un madero cuadrado sobre los cabrios para que éstos queden bien sujetos. Estarán también asegurados mediante unos maderos laterales y quedarán cubiertos con unas tablas, especialmente de chaparra y, en su defecto, de cualquier madera resistente, pero que no sea ni de pino ni de aliso, ya que son maderas frágiles y muy combustibles.

 

TORTUGA PARA LLENAR FOSOS

 

Rodeando el armazón se colocarán unos setos o cercados entretejidos con abundantes varas finas y lo más verdes posible. Toda la máquina en su conjunto se protegerá con una doble capa de pieles muy recientes, cosidas y embutidas con algas o bien con paja macerada en vinagre, Con estas cubiertas se rechazarán los disparos de las ballestas y soportarán la acción destructiva de las llamas.

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