#InPerfecciones
¡Conócete a ti mismo! -Sócrates.
Maikel Ansted Hoffmann / @AnstedM
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Así como en el Derecho existen Obligaciones de hacer y no hacer, de dar, etc., en nuestra vida diaria existen también en determinados momentos las obligaciones de Actuar y de Reflexionar.
En nuestros días muy poca estima se tiene a la reflexión, pensamos que reflexionar no es otra cosa que una pérdida de tiempo, pues ¿en qué nos beneficia? Condicionados como estamos a una cultura económico-empresarial de rendir resultados, de demostrar ante todos que el éxito es nuestro mejor y más allegado compañero, la reflexión se nos antoja propia de aquellos individuos inactivos, con poco o nada de “ambición” y que su meta en la vida no es el producir sino preguntar y cuestionar. Molesto resulta, en efecto, el tomar un poco de ese tiempo que creemos valioso solo en tanto nos sirve para obtener un beneficio material. ¿Para qué molestarnos en cuestionar la vida?
Y, sin embargo, es tiempo de reflexionar. Pues bien, ¿reflexionar sobre qué? Cuestión no secundaria pero sí personal. Aquella frase célebre que según Platón pronunció Sócrates al encontrarse frente al templo de Delfos: “¡Conócete a ti mismo!”, sigue teniendo vigencia. El hecho que de verdad importa es el plantearse en un momento de la vida un sencillo “¿por qué?”. ¿Por qué vivo, por qué trabajo, por qué defiendo estas u otras ideas? No importa tanto la respuesta, lo trascendente es tan sólo preguntarse, con toda honradez, ¿por qué?
Podemos ver, en nuestra vida cotidiana, muchos hechos que, como diríamos, “nos sacan de onda” y, así somos los humanos, preferimos seguir nuestro camino sin cuestionarnos.
Podemos seguir nuestro trayecto en la vida, sin jamás plantearnos un por qué. Pero de hacerlo así, ¿viviremos realmente como seres humanos? La educación tradicional nos ha enseñado a aceptar todo aquello que decía con anterioridad, por el simple hecho de partir del principio de autoridad, dando por sentado el que esa autoridad poseía la verdad. Quizá pequé de rebelde, pero me permito poner en duda ese principio. ¡Cuánto añora el poeta esos momentos de soledad, esos momentos de reflexión! La reflexión seguirá siendo atacada en tanto cuestiona, en tanto es una rebelión ante un mundo constituido por tradiciones.
La tradición ofrece la ventaja de la seguridad: en tanto obedezco es otro y no yo quien lleva la responsabilidad. La reflexión se opone a un activismo infantil y manipulador. La reflexión es, en cambio, una seria protesta, un recordatorio sobre nuestra condición humana. El principal enemigo de la reflexión es la tradición, pues ésta pretende que la vida siga su curso sin cuestionarse. ¿Por qué? Simplemente porque la tradición teme al cambio, teme perder su lugar privilegiado de poder.
Reflexionar es tarea difícil, implica soledad pues no está sujeta a la moda: es un trabajo solitario, personal.
Es tiempo ya de reflexionar, de dar la espalda a la tradición que nos encadena; es tiempo, en definitiva, de hacer a un lado a los políticos, a los banqueros, a los mal llamados “progresistas”, y a todos aquellos que se oponen a “dar el salto”. Debemos aceptar el reto de empezar a pensar por nosotros mismos.
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Saludos, un abrazo virtual.
#YoMeQuedoEnCasa