#InPerfecciones
Dice el dicho, “Hablando se entiende la gente”, pero hay muchos que hablan y nadie les entiende, ¿qué pasa entonces con quien tiene voz pero en vez de hablar ladra?
Miguel Angel Millán Cancino / @MiAngel_Millan
miangel.millan@inperfecto.com.mx
La voz es un elemento de nuestro ser. Muchas veces me he puesto a pensar que se sentirá el carecer de alguno de nuestros sentidos, en lo difícil que debe de ser no ver, no degustar, no hablar, pero sobre todo no poder sentir.
La inmensa mayoría de personas tenemos la oportunidad de poder vivir con el gusto de poder hablar, misma situación que en muchos de los casos no se si le pueda llamar el derecho, ya que hay muchas personas que no saben que dicen o que cuando dicen algo uno hubiera deseado que no se hubiera dicho nada.
En otros casos, muchos ejercen la oportunidad, de manera bien empleada, hablando no solo para informar, sino exigiendo y protestando para encontrar la alegría que nos da la utopía de un mundo mejor, un mundo en el que todos quepamos sin distinción de ideologías, por desgracia, esas voces casi siempre son las menos escuchadas y que se busca ser las primeras que deben de apagarse antes de poder llegar a los oídos de quienes pudiera replicar el mensaje, ese mensaje que es incómodo para las altas esferas que se esfuerzan por imponer su propia verdad, sin importar de qué ideología se derive tal discurso positivista que para ellos siempre contiene la mejor receta para hacer esponjar el pastel del desarrollo.
Pero, hay quienes no tienen voz y aportan demasiado, que a mi pensar, es todo un caso, ya que si uno escucha a los que hablan mucho y no dicen nada, a los enganchados líderes que defienden su postura como la única en el mundo, porque no escuchar entonces a quienes si hablan y su contenido es rico en mensajes y no solo con la voz.
Hemos ido creciendo con una idea muy pobre, donde aquellos que no tienen voz pero si mucho pelo solo terminan en el mote de mascota o animal de compañía, denigrando mucho de lo que hacen para ser únicamente un regalo, una diversión o la novedad mientras son cachorros, sin pensar en que son seres vivientes que aportan demasiado y que muchas veces, se convierten en la única compañía real de una persona, parte de una familia.
En ese caso, llegamos quizá a extremos, en donde unos o los toman como un elemento y otros llegan a humanizar, siendo todo lo contrario a lo que ellos están destinados a ser, animales llenos de cariño que destacan por su hermosa mirada que nos espera siempre a la espera de poder vernos, sin importar cuan solos los dejemos o los gritos que a muchos nos han soportado por exigirles un comportamiento que quizá ni nosotros somos capaces de representar en nuestra mente ni en nuestros actos.
Hoy, muchos son activistas de moda en el tema del apoyo a los animales, a los peludos que son de compañía, sin embargo, la moda pasa al momento de enfrentarse con las realidades o, simplemente ser alguien que a través de un escritorio pueda pedir justicia para aquellos que no tienen una voz definida y que se comunican ante el lenguaje de los perros que probablemente por muy obvio que a veces parezca, se convierta en un lenguaje que no queramos entender.
Hoy, abandonados a su suerte, en precariedad o como un regalo de cumpleaños o de San Valentín, encontramos en el abandono de calle, de esa calle que no distingue raza ni tamaños a muchos que ha sido lastimados, abusados y sobre todo los que siguen buscando su hogar sin importar el hambre solo por lealtad.
Si caminamos, démosle voz a quien la tiene, incluso si no dice nada, muy su derecho y a quienes ladran, entendamos el lenguaje puro y sin malicia de un instinto que está entrenado para querer, defender lo que aman y ver lo que nosotros somos incapaces.
La voz de quienes con mucho pelo pueden sentir más que muchos de nosotros que nos llamamos seres racionales, tienen que empezar a moverse en direcciones de respeto y de vitalidad, esa es la relación que debe de existir, en el respeto de su condición sin malos tratos y no solo en golpes, abusos, abandonos o hambre, sino en la humanización a la que no están diseñados como si de un juguete se tratará.
Adoptemos, no compremos, el amor no se compra y el cariño jamás será condicionado, ni siquiera -y que bueno- por el dinero.
Ellos siempre seguirán y complementaran nuestros pasos.