Editorial

El gran juego de la desesperación.

#InPerfecciones
Hay veces que las palabras son pocas, pero no por la falta de tiempo o de creatividad, sino por el profundo pesar que muchas de ellas tienen en el interior.

 

Miguel Angel Millán Cancino
miangel.millan@inperfecto.com.mx

 

Hay veces que al terminar de escribir algo, en la lectura que corrige lo que hemos puesto, al final de cuentas dentro de todas las cosas, uno le puede cambiar el título o algunas palabras, como en este caso, en donde la introducción cambia en su totalidad una vez que al terminar, reviso y veo que todo debería de ser distinto.

Hemos visto a lo largo de los años, como hay películas como ‘Los juegos del hambre’ en donde se practica algo que parecería ficción, la lucha por la sobrevivencia en donde nos deja de manifiesto la pelea del más fuerte y como el más débil se puede levantar simplemente por sobrevivir, aunque en el destino, muchos de ellos muestran la fortaleza en el camino.

 

No quiero hablar justamente y de manera absoluta sobre la Caravana Migrante, quiero hablar de los pueblos, sean mexicanos o no, esos pueblos que nos han hecho parte de algo, en los que hemos ido naciendo, siendo nosotros parte de algo y de muchas personas que vivimos las mismas circunstancias.

El desplazamiento de los pueblos justamente se da por la desesperación, una desesperación que puede ser emplazada por el hambre, la injusticia, la violencia en cualquiera de sus expresiones, la falta de oportunidades y parecería ser que el juego al que uno está condenado por los que tienen más poder es a aguantar o desesperarse para morir, compitiendo constantemente en el juego del capital, en donde el premio será la vida y el poder comer en esa pelea injusta e insana como el juego del hambre, pero no la película de ficción sino la penosa realidad en la que nos sujetamos el cinturón, la dignidad, el hambre y una vida llena de alegría que está supeditada al capricho de otros.

 

México tiene migrantes que viven la desesperación de una falta de  respuesta del gobierno de Estados Unidos, pero también ante la falta de respuesta de su propio gobierno y la respuesta de nuestro país, que ante acuerdos internacionales, decidió apoyar al refugiado que huye de otras naciones, mucho más a aquellos que no piensan quedarse en nuestra nación, pero nos expone y nos manifiesta mucho más que eso, nos deja ver de manifiesto el caminar y pesar de nuestros paisanos que, maltratados tienen que migrar por buscar la competencia para lograr ganar cada uno de los días ese taco que comer y sobre todo poder compartir.

Pero, no podemos olvidar a todos aquellos que hoy son desplazados de sus pueblos, a los que les causan desesperación al quitárseles lo mucho o lo poco que han conseguido, siendo sustentables y muchas veces siendo mucho más productivos que una fábrica en plena temporada, mismos humanos que hoy reciben las migajas o a veces, ni siquiera lo mínimo por lo que les corresponde, corrompiendo a los funcionarios para romper la dignidad de aquellos que pelean todos los días por salir adelante.

 

Vemos la desesperación de las mujeres jóvenes y adultas que viven bajo la amenaza del crimen, prostituyendo sus cuerpos sin ser ellas quienes lo decidan de esa manera, solo obedeciendo porque no les queda de otra o por las amenazas contra sus familias, vemos a los jóvenes desesperados sin oportunidades de empleo o de estudio, vemos a las amas de casa o a los hombres encargados del hogar tronando los dedos.

 

México es el país de la desesperación, porque la desigualdad nos ha hecho tan iguales a todos, que podemos decir que nadie se puede salvar, por lo menos no los que somos de carne y hueso que vemos el día a día con mayor dificultad.

No hay que pelearnos con el vecino de enfrente por nuestras frustraciones, al contrario, hay que ver cómo salir de todas ellas para mitigar un poco aquella desesperación que en el dolor de las pequeñas oraciones vertidas en cualquier homilía sacerdotal, editorial de alguna persona o discurso político, nos de la certidumbre, que alguno de estos días al despertar, todo estará mejor.

La ilusión de ello no debería de perderse, mientras, sigamos en el juego del hambre, donde igual unos sujetos nos meten a una competencia y deciden como hacemos las cosas sin tener el más mínimo recato por los derechos humanos de nadie.

 

#InPerfecto