Editorial

CEÑIRSE AL DISCURSO

#InPerfecciones
Ceñirse al discurso presidencial resulta imprescindible para cualquier secretario, aunque esto signifique negar, minimizar o descalificar la crítica.

 

 

Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C  
carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

 

La labor de los secretarios de Gobierno desde luego que es llevar a buen puerto las disposiciones oficiales en materia de su especialidad, esa es su función inicial, está de más mencionar que aspectos como la transparencia y la correcta administración de los recursos también son parte fundamental, es la expectativa que se tiene cuando se nombra a cada titular por parte del ejecutivo.

 

Después de los altibajos que ha tenido la actual administración por la dimisión de algunos integrantes del gabinete como Germán Martínez y Carlos Urzúa –por mencionar algunos- queda claro que si bien gozar de la confianza del presidente para ocupar cualquier cargo es importante, ha quedado de manifiesto que las disposiciones y toma de decisiones han generado roces de índole política o ideológica que han desembocado en la ruptura y cambios de alineación en el gabinete.

 

De algún modo la coyuntura política que ha esgrimido el Presidente en la construcción del discurso que enarbola la 4T no solo ha permeado en la forma en que se perciben simpatizantes y antagonistas de la administración actual, también al interior del partido que goza de la mayoría en las cámaras existen desencuentros que se han manifestado de forma pública, quizá de entrada por el nerviosismo que genera el próximo cambio en la dirigencia de MORENA y por otro lado la demostración de fuerza política y personal dentro de las Cámaras de Diputados y Senadores que solo exhiben los apetitos por el poder en una franca vendetta que aplaste a la insipiente oposición que a su vez se encuentra replegada por no contar ni con la unidad al interior ni con la confianza de sus objetivos electorales.

 

Al final, a la larga lista de pendientes se van sumando patologías en la conducta legislativa y en la manera en que los integrantes del gabinete –original- se ciñen al discurso del Presidente, ya sea justificando o descalificando posturas críticas, aspecto que para nada fomenta el sano debate o el consenso que no es precisamente la “felicidad” a la que se refiere al Presidente, y si a esto ponemos como ejemplo la reciente declaración de la titular de la Secretaría de Gobernación, Olga Sánchez Cordero que rechaza que se esté desatando la violencia en el país, no deja lugar a dudas que resulta imprescindible a la hora de emitir posturas o declaraciones, la necesidad de apegarse a la realidad que construye el Presidente cada mañana. Si bien no se niega la violencia, si se minimiza y se le antepone el pretexto de la herencia de un problema al que de manera risible se le puede justificar con el hecho de que efectivamente no se está desatando la violencia en el país porque ya estaba desatada, pero en lo que si hay que ser muy críticos es en la estrategia de seguridad que se antoja débil ante la fuerza de la delincuencia organizada y la desorganizada también. El punto es que seguimos tratando de decodificar una estrategia que es poco clara y que oscila entre la velada amnistía y la exigencia de justicia.     

 

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