Editorial

EL BUEN GRITO.

#InPerfecciones
Desde luego un discurso o una arenga le vienen bien al ánimo nacional, pero de
nada sirve estimular el nacionalismo cuando las acciones fomentan la coyuntura.

 

 

Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

En serio que las tradiciones mexicanas son algo digno de presumir, y hablo de gastronomía, fiestas, costumbres, etc. esas tradiciones a las que asiste la población a gozar de la verbena y el ambiente festivo que no tiene sesgo político o interés de gobierno, es simple y llanamente por el gusto de celebrar lo que se tenga a bien celebrar. Si bien la conmemoración del inicio de la guerra de independencia tiene un arraigo nacional que reviste no solo el orgullo de pertenecer a un país que se ha forjado a través de una historia que hemos aprendido, repasado, desmentido, corroborado etc. lo interesante es el alto sentido de pertenencia que se genera en torno a las figuras y los símbolos patrios, de ello no cabe la menor duda.

 

No hay grito de independencia igual a otro aunque seis años repita el mismo Jefe del Ejecutivo, las pequeñas variaciones le dan un toque especial por el momento que se vive en el país, sin embargo, la reunión de corte festivo pone literalmente sobre la mesa las delicias con las que se conmemora la libertad como ese concepto tan entrañable del que nos jactamos gozar derivada de la lucha o el sacrificio de quienes nos sucedieron.

 

El Presidente de la República ha hecho un primer grito de independencia lleno de simbolismos, unos muy atinados y otros no tanto, pero todos ellos –hay que reconocerlo- puestos en el lugar que debían ir. La sencillez del acto en el Salón de Embajadores con la escolta de cadetes del Heroico Colegio Militar y la pareja presidencial, logra un impacto positivo si de imagen hablamos, los vivas muy puntuales y sin excesos, en resumen sobriedad –si esa era la intención, vaya que se logró- de hecho tira la expectativa negativa sobre a quien o que incluiría en las arengas.

 

Lo que vino después con la cantante Eugenia León entonando a capela un mensaje de corte más bien ideológico, más para la televisión que para los asistentes al zócalo tiene el desatino de ensuciar un buen grito, sin embargo, lo que debe de reconocerse es que el sitio donde se lleva a cabo este detalle se hace abajo en la plaza y no en el balcón presidencial, es decir, la elección vuelve a ser correcta. Con este par de ejemplos podemos dejar de manifiesto que la elección de los tiempos y las formas son algo de lo que se puede jactar el Presidente, ya lo que derivó sobre la reunión que sostuvo con miembros del gabinete e invitados en palacio nacional, y los supuestos camiones de acarreados pasa a ser menos relevante por el eco que causó en redes sociales.

 

No obstante, una vez terminadas las celebraciones por el 209 aniversario del inicio de la guerra de independencia, los pendientes continúan en el mismo lugar donde se quedaron el pasado domingo, establecer hasta que punto la libertad en este país es precisamente libertad, o hasta que grado la soberanía continúa “intacta”, o saber hasta donde los índices de pobreza y marginación están resueltos, son parte de ese trabajo que no se puede olvidar con una verbena popular. La atención en materia de  violencia, economía, educación, salud, trabajo etc. continúan vigentes y forman parte de un problema casi perene en México, y es ahí justo en la solución a estos temas donde debe radicar la nueva pugna por la libertad nacional. Desde luego un discurso o una arenga le vienen bien al ánimo nacional, pero de nada sirve estimular el nacionalismo cuando las acciones fomentan la coyuntura. Coyuntura que se tiene muy bien identificada pero que se ha vuelto el plato fuerte del día a día en el pobre nivel del debate político. La libertad implica la responsabilidad de seguir objetivamente los aciertos y desaciertos del Gobierno y tambien de la ciudadanía. ¡Viva México!

 

#InPerfecto