#InPerfecciones
Parece que el discurso de la “venganza social” está haciendo eco más en el hígado que en la razón.
Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx
Constitucionalmente el derecho a la libre manifestación de ideas es una de las libertades que se otorga en el país, de hecho es una de esas garantías de la que los gobiernos se jactan respetar y por añadidura la democracia se vive con magnifica plenitud. En México tenemos tradición en materia de manifestaciones que se remiten históricamente desde tiempos de la Colonia por la cantidad de motivos que alcance la imaginación a puntualizar. Sin embargo, la tendencia ha oscilado en la exigencia por separado de lo que se considera como afectación a los intereses muy particulares, es decir, cada grupo social y/o económico ha exigido desde su trinchera.
La “Marcha del Silencio” del pasado 5 de mayo, donde la expresión en contra de un régimen de gobierno deja nuevamente de manifiesto que la coyuntura social se encuentra en uno de los puntos más álgidos, donde la razón se ve superada por el hígado, además, tiene la “virtud” de ser una manifestación que parece buscar hacer más grande la brecha del “rencor de clase”.
La contradicción inicial de la convocatoria se encuentra en la carencia imaginativa para “bautizar” la marcha. La “Marcha del Silencio” de aquel 1968 tenía un espíritu de dolor profundo por los hechos acontecidos en la Plaza de la Tres Culturas, y la marcha del pasado domingo irrespeta aquella memoria con todas las consignas rebosantes de encono por la afectación de los intereses particulares, marcando de manera muy lamentable las diferencias políticas y de comportamiento, que, desde luego tenía que provocar una reacción sumamente embravecida del sector contrario a las exigencias de la manifestación.
Existe un grado de confusión que considero grave por la falta de análisis de la implementación de las políticas en materia de economía, programas sociales, política exterior, y política interna. Se plantean de manera muy laxa términos como socialismo, comunismo, populismo etc. tomando como base el temor a la pérdida del estatus social y generando una respuesta que se mofa de quienes han sido tildados como “fifís”. Algo así como si la hora de la “venganza social” hubiera llegado para despojar a la clase “media-alta” de todos los privilegios de los que ha gozado durante mucho tiempo y de los que han abusado a costa de los que menos tienen.
La lectura de estos hechos donde la coyuntura social tiene vociferando desde cada trinchera a los confrontados profiriendo toda clase de improperios propios de cada clase es digno de un estudio social muy serio que se debe tomar con mucho cuidado porque la primer cortina de humo para los gobiernos es precisamente mantener confrontados a los ciudadanos que van dando palos de ciego entre fanatismos, argumentaciones clasistas, descalificaciones personales etc. Si bien el discurso presidencial es la reconciliación, en la contradicción se encuentra la estrategia para los fines que se buscan.