#Arquitectura
“… Pero aquel que apoya su obra en una demostración geométrica y muestra una verdad bien fundada, todo el mundo debe creerlo”.
Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx
La divina proporción tiene formas diferentes de percibirse, en esta entrega vamos a conocer la percepción sobre éste tema en palabras de la Maestra Inmaculada López Vílchez de la Universidad de Granada, sin duda vale la pena conocer éste trabajo.
ENTRE LA RAZÓN Y EL MITO: ARTE Y CIENCIA EN LA DIVINA PROPORCIÓN
Podemos empezar preguntándonos el motivo por el cual la Divina proporción (también conocida como Número de oro, Sección dorada, Número áureo, Φ…) interesa por igual a artistas y científicos y por extensión a un público mucho más numeroso, ya que se trata de un tema que puede definirse de forma simultánea con adjetivos de tan diversa índole como: artístico, esotérico, geométrico, matemático, místico, espiritual, secreto, suprasensible, simbólico, sobrehumano, divino…
Tampoco es casualidad que esta serie de denominadores se vincule a otra amplia gama de conocimientos donde aparezcan integrados Arte, Matemática, Geometría, Filosofía, Estética, Arquitectura, Anatomía, Antropometría, Botánica, Cine o Música por citar los ejemplos más representativos.
Es por ello que el interés que despierta la Sección áurea, no haya ido a menos, sino más bien al contrario, va acrecentándose con los años y puede afirmarse que constituye en sí misma y en su historia, un ejemplo emblemático como pocos, de la hibridación de un conocimiento que tiene su génesis en la cultura clásica griega.
Desde la óptica contemporánea, puede considerarse esta Divina Proporción, como uno de los ejemplos más notables que intentan racionalizar la producción artística sustentándola desde la Ciencia, aspecto éste muy perseguido en el contexto del ideal de búsqueda de una piedra filosofal que dicte los principios inmutables de belleza.
Con el devenir de los siglos se constata que, precisamente, lo mutable es la belleza, o al menos, lo que en cada circunstancia se ha entendido por tal. No obstante, el aspecto más atractivo a nuestro juicio, se halla en valorar en primera instancia cómo se ha realizado este acercamiento a la búsqueda de un ideal, en segundo lugar cómo la Divina Proporción, puede ejemplificar en su propia historia, este devenir y finalmente, materializar en un símbolo la hibridación de múltiples conocimientos con una clara fusión entre el arte y la Ciencia.
La Divina Proporción es una de las múltiples respuestas, quizás la más relevante, del anhelo permanente por la búsqueda de un ideal de perfección absoluto que emplea como recurso fundamental la verdad científica.
LA BELLEZA A TRAVÉS DEL ORDEN
La consideración de la belleza y la determinación de los principios que la ordenan o rigen, forma parte de una constante búsqueda en la actividad humana. Son muchas las evidencias que podemos tomar en consideración, desde las expresiones gráficas más primitivas hasta los sofisticados diseños actuales, la materialización de la belleza busca hacerse patente recurriendo a los parámetros que se consideran más aceptados y a las posibilidades culturales propias de cada sociedad, en épocas diferentes.
En artes Plásticas el concepto de la belleza y de lo bello ha ido evolucionando y modificándose con el paso del tiempo; y efectivamente, no puede hablarse de una evolución lineal como la producida en otros ámbitos de conocimiento, por ejemplo el científico, ya que han existido continuos avances y retrocesos, siguiendo un modelo pendular frente al lineal. De hecho, lo que hace un tiempo era muestra del ideal de belleza, hoy puede ser considerado como la antítesis de la misma.
Muchas aportaciones han sido realizadas sobre el análisis de esta evolución de los conceptos estéticos, aunque aquí nos interesa más centrar nuestra reflexión sobre lo que han podido considerarse los principios objetivables, medibles y cuantificables en esta búsqueda del ideal de belleza. La convivencia y evolución de estas apreciaciones sobre el gusto han servido como pautas que diferencian y caracterizan las corrientes artísticas hasta hoy.
La normalización de estos principios desde una reflexión y sistematización de la práctica, ya se hace patente en los primeros textos de artistas que recogen recomendaciones tales como Cenino Cenini y posteriormente Lomazzo o pautas para el buen desarrollo del oficio artístico, estableciendo las primeras diferencias que van más allá de los antiguos recetarios medievales.
Frente a consideraciones de orden estético, sobre las que se centran los principales análisis, el que aquí proponemos, reflexiona en torno al aspecto que une el procedimiento con el concepto. Nuestra atención recae en los recursos a través de los cuales los artistas establecen unos principios generadores, un marco objetivo, unas pautas en virtud de las cuales planifican, estructuran, componen, en definitiva, conceptualizan y realizan sus obras.
La aproximación más inmediata a la normalización de la belleza, puede hacerse a través de la medida y del orden; gracias a los que se origina el concepto de proporción como el principal referente que puede generar un sistema formal convenientemente regulado y visualmente agradable. Se busca en definitiva, por una vía científica, la respuesta a un interrogante de orden estético, recurriendo a las claves objetivas de la Geometría como la solución más eficaz que sirvan para regular y cuantificar la belleza. De ahí que no sean extrañas afirmaciones como la de Alberto Durero al hilo de esta hibridación arte-Ciencia tan presente en el Renacimiento donde recomienda:
“… Pero aquel que apoya su obra en una demostración geométrica y muestra una verdad bien fundada, todo el mundo debe creerlo”.
La principal dificultad que nos encontramos para establecer este ordenamiento de la belleza en el pasado, radica en diferenciar ante todo, si la presencia de estas pautas constructivas eran intencionadas y buscadas conscientemente por los artistas cuando realizaron sus obras o si bien, se han hecho evidentes a través de un análisis a posteriori que confirma la existencia de ciertas normas reguladoras. Por lo tanto, resulta conveniente diferenciar:
Cuándo la búsqueda de un orden se hace conscientemente por el propio autor de la obra, orden presente por lo tanto en la generación de la misma y en documentos que puedan avalar dicha premisa.
Y cuándo este orden, puede confirmarse por análisis posteriores de determinadas pruebas que así lo certifiquen. De hecho, el análisis al que nos referimos es relativamente reciente y se le conoce con el término de “estética científica”, corriente historiográfica que nació en Alemania en el siglo XIX, y que recurrió al análisis geométrico de obras, fundamentalmente de la antigüedad Clásica, para explicar así, de modo objetivo, la perfección de estos monumentos.
Al no disponer, en la mayoría de los casos de estudio, de documentos de primera mano, la gran parte de las tesis responden a investigaciones posteriores, por lo que es conveniente proveerse de cierta cautela cuando nos encontramos con aseveraciones difíciles de contrastar, relativas a los procedimientos y métodos usados en talleres desde hace centurias. Michael Baxandall, propone con gran acierto, revisar la historia social de los acontecimientos, contextualizar cada aportación en y desde, una época y sociedad determinadas, donde no pueda entenderse a los protagonistas desconectados de su cultura, religión, medio de vida o en definitiva, su vida cotidiana.
Este esfuerzo por conocer, permite también comprender mejor el valor de las aportaciones e interpretarlas más adecuadamente. De hecho, ejemplifica a través de Piero Della Francesa lo siguiente:
“Así, por medio de la práctica diaria la gente del siglo XV se hizo diestra en reducir las más diversas clases de información a una fórmula de proporción geométrica: A es a B como C es a D… Piero Della Francesca tenía la misma preparación para los tratos comerciales que para el sutil juego de los intervalos en sus cuadros… La elaboración teórica de las proporciones de un cuerpo humano era un asunto bastante sencillo en cuanto a su nivel matemático, en comparación con aquello a lo que estaban acostumbrados los comerciantes”.
Esta escueta referencia aproxima y relaciona dos aspectos aparentemente desconectados: el cambio de monedas y las proporciones del cuerpo humano. ambos, se reducen al mismo problema matemático, una “regla de tres” o proporción geométrica, que se aplicaba cotidianamente en múltiples ocasiones, por lo que era un recurso igualmente común en el arte como en el comercio, no existiendo una división neta entre ambos, sino más bien al contrario, una integración; y por ello, preguntarse sobre el simbolismo de una determinada proporción puede darnos respuestas radicalmente diferentes a las que teníamos preestablecidas.
Acabamos de indicar dos posibles vías de acercamiento de principios reguladores a la obra de arte, de modo apriorístico elegido conscientemente por los autores, o bien a través de un análisis demostrable a posteriori. También ha de matizarse que no siempre el uso de un principio regulador (una estructura, una pauta compositiva…) está presente en las obras desde el punto de vista del establecimiento de un orden interior compositivo, sino que simplemente son empleados como recursos gráficos.
Es decir, cuando se constata la existencia de principios reguladores básicos en los trazados, bocetos, diseños previos… como aspectos vinculados estrictamente con la práctica (usados para copiar, escalar, trasladar elementos, para ser utilizados como guías o rejillas) no podemos perder de vista las grandes diferencias de estos u otros preceptos, como pautas gráficas generadoras de una estructura normalizada y seguida como premisa constructiva, ley o norma de ejecución válida para todo un sistema.
De este modo, la presencia de cuadrículas aparecidas en dibujos o en restos arquitectónicos, no necesariamente responden a la generación de un sistema de proporciones que regula toda la composición, sino que sencillamente, una cuadrícula puede servir como uno de los métodos tradicionalmente empleados para copiar o escalar, en definitiva, reproducir un modelo a través de los puntos de referencia del enrejado, método por otra parte, presente en manuales de dibujo de prácticamente todas las épocas. En la reproducción de un modelo no existe una generación nueva de formas a partir de una estructura generadora, simplemente, la estructura geométrica es portadora de una forma, sobre la que no existe interrelación.
Así, se ha de diferenciar la presencia de la geometría en el arte como un aspecto recurrente de apoyo en trazados, replanteos, desarrollos, mediciones…, es decir, como método operativo, frente a este otro planteamiento, en el que existe una búsqueda consciente de relaciones, establecidas como pauta reguladora, que persigue la generación de formas a través de un determinado ordenamiento geométrico. En determinados casos una cuadrícula permite no solo la reproducción seriada de un elemento (con las consiguientes ampliaciones o reducciones) sino también es utilizado para proporcionar formas y obtener otras derivadas.
El uso del cuadrado y del rectángulo en estos casos es más común que el de otras formas (triángulo, círculo u otros polígonos regulares), por la facilidad de uso y por su economía de medios: han sido empleados en una primera etapa como “distribuidores” del espacio (en alusión a una estructura cartesiana plana de dos ejes perpendiculares) y como extensión, en una segunda fase, serán un recurso constructivo generador y modulador de este espacio (idea más vinculada al canon y a las relaciones de proporcionalidad).
La planificación de una estructura, un modelo que sirva para coordinar, relacionar armónicamente elementos y generar, a su vez, nuevas estructuras en consonancia con las anteriores, es la muestra de un interés muy concreto por el establecimiento de parámetros donde no únicamente intervienen aspectos de índole práctica (economía de medios y medidas para una construcción o diseño) sino fundamentalmente conceptuales. Todo ello permite aproximarnos a lo que, genéricamente se entiende por proporción y a otros términos como euritmia, simetría, armonía, composición… aunque con acepciones distintas propias de la evolución del tiempo, acaban vinculándose todos ellos, con el ordenamiento de la belleza.
Han sido los arquitectos los más preocupados por este ordenamiento de la belleza y han sido también ellos los que más referencias han aportado para su debate: obras legadas gracias a la permanencia de sus materiales, variada literatura, acalorados discursos en escuelas y academias, bocetos… que han permitido la reconstrucción de los procesos más destacados. Y mucho más escasos, también por la dificultad de pruebas tangibles más perecederas, son los análisis referidos sobre todo a las Artes Plásticas, por lo que en este ámbito se encuentra más presente la especulación.
Como se ha mencionado anteriormente, consideramos importante, diferenciar en esta búsqueda del ideal de belleza, los aspectos procedimentales, puramente vinculados con la práctica artística, de los conceptuales, más cercanos a planteamientos estéticos y a los que nos referiremos con mayor atención. Partimos para ello de la hipótesis de que todo proceso de creación, por elemental que sea, atraviesa unas fases que implican un planteamiento de previsión, donde se establecen jerarquías, ordenamientos, exclusiones, revisiones, mejoras, arrepentimientos, etc.
En este punto es donde se muestran las principales divergencias en torno a los “medios” aunque no tanto respecto a los fines. Es decir, en la determinación de los distintos sistemas empleados, la primacía de unos sobre otros, sus orígenes, acepción y terminología… es donde surge el desacuerdo entre diferentes y significativos estudios.
No puede tampoco interpretarse que la búsqueda de un ideal estético universal sea una cuestión simple, al contrario, constituye uno de los debates, aún abiertos, más importantes de la cultura occidental. Por lo que, pretender encontrar una clave aproximada o cercana a este ideal, es un intento más cercano a la utopía que a la realidad. Aunque sí han sido constantes, por parte de numerosos artistas, las tentativas de normalización que han originado estilos, cánones y sistemas, con los que en definitiva, convivimos y entre los cuales se halla el generado por la Divina proporción.
FUENTE
EDUCATIO SIGLO XXI: REVISTA DE LA FACULTAD DE EDUCACIÓNISSN-e 1699-2105, Nº. 26, 2008
(Ejemplar dedicado a: Hibridación en las artes plásticas)
págs. 267-287ENTRE LA RAZÓN Y EL MITO: ARTE Y CIENCIA EN LA DIVINA PROPORCIÓN
Autor: INMACULADA LÓPEZ VÍLCHEZ
UNIVERSIDAD DE GRANADA