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Del fanatismo  y otros demonios.

#Editorial

 

NoSoyEllos

yo@nosoyellos.com

 

Desde que inicio la contienda por ganar la presidencia de México, no solo los partidos políticos han entrado a la batalla, también han existido contiendas acaloradas donde familias  y amigos han peleado apasionadamente por tratar de convencer a otros que sus posturas políticas son las más adecuadas.

 

Y no existe nada de malo tener una opinión, lo horrible es querer que todos tengan la misma que nosotros, sobre todo cuando  hemos perdido la objetividad y  nos mueve más el fanatismo por un candidato, que el criterio y la razón.

 

Quizá López Obrador es el ejemplo más claro de esto, pues ante muchos de sus seguidores, prácticamente estas cometiendo traición a la patria si no votas por el.  De hecho, el “boicot” a la película de Eugenio Derbez es una prueba  de la falta de objetividad que tienen algunos  de los seguidores del tabasqueño quienes son completamente condescendientes a los errores y malos movimientos de su candidato pero absolutamente intolerantes a cualquier comentario que ponga en duda la capacidad de su amado líder.

 

Ya hemos llegado al punto donde no se trata de analizar las propuestas de los candidatos, ni compartir opiniones. Estoy cansado  que cada vez que se menciona algún error de un candidato, el mejor argumento de la otra persona es decir “pero el otro roba más” como si fuera una competencia personal donde debamos defender el honor de un hombre que ni siquiera sabe que existes y que para el solo eres un número  en una lista de votantes.

 

Me produce  escozor  hablar de política cuando escucho palabras o frases como “PRIAN”, “mafia del poder”, “Venezuela”, ya sé que no llegaré a nada con esa persona,  es como un adoctrinamiento, como una secta religiosa, donde lo que se les ha dicho es la pura verdad y no hay espacio para suponer o pensar otra cosa, si  Anaya ha lavado dinero o si AMLO  está hambriento de poder, son cosas que caven en la mente de la oposición pero no en la de sus simpatizantes.

Hemos dejado de ser objetivos y  guardamos el criterio propio en un cajón para darle paso a  la parcialidad, la condescendencia y  la intolerancia a las distintas opiniones, no importa  nada, no  cuestionamos, no investigamos, no  analizamos, solo votamos por quien nos agrada más y a estas alturas difícilmente alguien  te hará cambiar de opinión, pues  vale más nuestro ego que retractarnos de haber tomado  quizá una mala opción.

Por que a final de cuentas, no es culpa de Andrés Manuel López Obrador, de Anaya, o de Meade, Jesús no inició la guerra santa, fueron sus fanáticos.

#InPerfecto