Editorial

MÉXICO: UN CAOS, UNA INCOMPETENTE Y UN ESTÚPIDO

#InPerfecciones
“¡Viva la democracia! ¡Viva la libertad y la transparencia! ¡Viva la condena que acabamos de proferir al creer que los políticos aún tienen una pizca de cerebro! ¡Viva México!”.

 

 

Pablo Ricardo Rivera Tejeda / @PabloRiveraRT
pricardo.rivera@gmail.com

Y así, el umbral del 2024 es dejado atrás; en la eterna morada del pasado. Por mucho tiempo, incluso desde hace un par de años, muchos mexicanos ya teníamos en mente el estruendo que resonaría en todo el país: el tan querido presidente López Obrador, dejaría su anhelada presidencia —aquella que le había costado más de una década—. Lo cierto es que el tiempo vuela, y, aún no se requiere de gran esfuerzo para retroceder artificialmente unos años y repasar algunas de las promesas que AMLO realizó en campaña (la del 2018). ¿Será que ha cumplido?, ¿el proclamado por algunos como “El Mesías” deja un legado de prosperidad y digno de admirar? Bueno, por más que el pejeluche de su vitrina o sala de estar sonría afablemente, la verdad es que los números desenmascaran sus discursos plagados de falacias.

 

En muchos de sus discursos, eufórico y lozano, como sólo él sabe, aseguraba que terminaría con la corrupción, y además, aseguró que este delito sería severamente castigado, lo cometiese quien lo cometiese. Hoy, podemos decir de todo menos que en México no hay corrupción. Los pañuelos blancos que muestra en sus conferencias de prensa no son más que un simbolismo; una alegoría a aquel país lejano y perfecto que sólo en su imaginación pudo construir. El anhelo de lo que se quedó en palabras seguirá, por siempre, en aquella página de su diario intitulada: “Mis más rotundos fracasos”. ¿Por qué lo digo? Simple, la corrupción está en todos lados: desde su familia (con la inexplicable fortuna e influencia de sus hijos y los siempre “legítimos” tratos de Pío) hasta su gabinete (de la mano de M. Bartlett, Delfina Gómez, Irma Eréndira Sandoval… en fin, por no decir todos aquellos que han dejado en ruinas al país), pasando por allegados suyos como Gertz Manero, Ignacio Ovalle… vaya, hasta con los narcos, como la madre del Chapo, ha congeniado fácilmente. ¿La corrupción ha terminado? Bueno, busque usted las cifras, lea muchas de mis columnas en las que hablo de este tema y verá, sin lugar a duda, como este gobierno, lo único que puede mostrar es un pañuelo negro, impregnado de farsas y mentiras.

 

Hablando de pañuelos, el que no se puede evitar es aquel que deja ver un rojo intenso, que desde lejos grita palabras como “¡ayuda!, ¡no me robe!, ¡no me mate!”. En efecto, la inseguridad es la guarnición por excelencia del platillo llamado 4T. Si bien, algunas cifras han mejorado sutilmente en el aspecto de combate al crimen, no es cierto que éste se haya erradicado, por el contrario, no ha habido una mejoría considerable. El sexenio de AMLO pasará a la historia, al menos antes del siguiente presidente, como el más sangriento y cruel de toda la historia mexicana. Alianzas con el narco, ineficiencia policial, ineptitud de la G.N. y otros muchos acontecimientos de esta índole no permiten tan siquiera jugar con la idea de que México ha prosperado en seguridad. ¡Nunca se había normalizado, con tanta frecuencia, el que los titulares de a diario narrasen asesinatos, secuestros o nuevas adquisiciones de los grupos delictivos mediante el derecho de piso! Más de 30000 muertes en este año que acaba de culminar: bravo, señor presidente, ¡es usted el mejor alumno de Felipe Calderón!

 

Sus obras por antonomasia, han sido un fracaso: una refinería que no funciona; un aeropuerto que no despega y un tren que causó más daños al ecosistema que todo el bien que pudiese, en un futuro, llegar a hacer.

 

La pobreza extrema va en incremento (consulte mi artículo “Sin Fondo” para consultar las cifras), los empleos bien remunerados se han estancado y han desaparecido con el paso de los días. En cuanto a salud, aún están regadas las lágrimas de las madres cuyos hijos murieron de cáncer, aún se escuchan los sollozos de todos aquellos que no pudieron despedir a los miles que fallecieron por la ineptitud pública contra la COVID-19. Aún están los videos de Gatell, asesino por excelencia, lanzándose para ser candidato de la CdMx.

 

Qué buen año, señor López, ojalá usted quede atrapado en aquel elevador que, igual que los de Dinamarca, causó una tragedia. No le deseo mal, no me malinterprete, lo único que espero es que cargue con dolor el peso de todas las muertes que usted, indirecta o directamente, provocó.

 

En fin, todo menos espectacular ha sido el gobierno de “Su Majestad”. Pero, ¿qué podemos esperar cara al 2024?

 

El pasado domingo, la precandidata única de la coalición Fuerza y Corazón por México, Xóchitl Gálvez, dio por terminada su precampaña en la Arena Ciudad de México. Si bien hubo una cantidad importante de asistentes, lo cierto es que el evento no tuvo un fondo ni forma. Es decir, la gritería a la que llamaba la señora X no era sino sacada de unos prompters gigantes ubicados alrededor del escenario. Su candidatura, de algún modo, es un perfecto reflejo del discurso de este fin de semana: una aspiración artificial. A diferencia de lo que León Krauze diga, es indefendible que todo lo que tenga que decir la aspirante a la presidencia sea sacado de un guion; prefabricado por alguien más. ¡Tanto se queja nuestra vendedora de gelatinas favorita de la ineficiencia y nula preparación de muchos funcionarios! Bueno, que ella demuestre lo contrario tomando algunos cursos de cómo hablar en público sin quedarse paralizada.

 

Cabe mencionar que traigo a colación el tema, pues, en uno de sus muchos encuentros alrededor del país, el prompter falló y se quedó muda: temblando ante lo que está fuera; ante un México que busca esperanza.

 

Pero, ¡inepto yo!, cómo me atrevo a decir tales cosas cuando ella, la que no sabe el significado de lo auténtico, se envalentona para debatir con C. Sheinbaum. En las últimas horas, otra polémica se suma a la lista interminable de ridículos políticos: “Xóchitl quiere debatir con Sheinbaum”. Por favor, Gálvez, primero aprenda a gesticular y hacer ademanes propios; una vez que haya dejado de decir “pendejos, xingones,” podremos considerar la posibilidad de que no haga el ridículo ante quien, sobra decir, es otra de las innombrables en las crónicas de a pie de nuestro querido país.

 

Con todo, Xóchitl no pudo haber tenido mejor compañero, amigo y dirigente que el buen Marko Cortés, quien, como ya es costumbre, hizo el ridículo una vez más y le quitó alguno que otro votante más a la señora Gálvez.

 

Hace algunos días, el presidente del PAN, publicó un tweet (en X) en el que se quejaba del PRI, y sobre todo de Manolo Jiménez —actual gobernador de Coahuila— por no cumplir su palabra con respecto al trato que habían firmado en caso de que el priista resultara ganador. ¿Qué se pactó? Eso es lo que nadie pudo creer.

 

Marko Cortés hizo de conocimiento público un documento en el que ambos partidos de oposición —el PRI y el PAN— acordaban que de ganar la gubernatura, el PAN obtendría, entre muchos otros premios, notarías, organismos descentralizados (aquellos que colaboran en las marchas de #ElIneNoSeToca), universidades y hasta la ratificación de un magistrado. ¡Qué sorpresa! ¿Quién habría esperado tales cosas? Tal documento fue la viva muestra de que la democracia en México es un engaño, pero sobre todo, que la supuesta coalición es una digna de admiración.

 

Por si no fuera poco, como muchos otros y yo pronosticábamos en columnas pasadas, en el mismo papel se explicitaba que al ser un priista el candidato al Poder Ejecutivo de Coahuila, el PAN designaría al candidato de la CdMx para la jefatura de gobierno y a la candidata para la contienda presidencial. Dicho y hecho, la victoria de Xóchitl no fue una elección democrática, como decía Claudio X. González, fue un mero dedazo al puro estilo priista que engaño a muchos simpatizantes de la oposición. Las elecciones internas, igual que las de Morena, fueron un dulce caramelo para los estúpidos que creyeron en sus representantes.

 

En fin, el chafismo se hace presente como dice Leo Zuckerman, sin embargo, no creo que debamos tolerar un sistema “democrático” como el que tenemos si este implica que los partidos en el poder, repartirán —cual botín aqueo conquistado por Aquiles en la mítica Ilión— sin dudarlo, distritos y organismos que sólo funcionan correctamente si son ajenos a cualquier partido. ¡De qué se escandaliza el PAN cuando se designó a la impresentable Lenia Batres, ellos mismos pactaron la ratificación de un miembro del Poder Judicial! Los organismos descentralizados, según la norma normarum, deben ser autónomos y ajenos a cualquier poder político: bueno, México como siempre, da muy coloridas sorpresas.

 

¡Viva la democracia! ¡Viva la libertad y la transparencia! ¡Viva la condena que acabamos de proferir al creer que los políticos aún tienen una pizca de cerebro! ¡Viva México!

 

Un abrazo.

 

#InPerfecto