Editorial

DESDE LA BUTACA: OPPENHEIMER

#InPerfecciones
El fin de año es buen pretexto para recordar lo más relevente de 2023, y sin duda, una de las grandes películas que acapararon la atención fue Oppenheimer.

 

 

Alejandro Animas Vargas / @alexanimas
animasalejandro@gmail.com

El fin de año es buen pretexto para recordar lo más relevente de 2023, y sin duda, una de las grandes películas que acapararon la atención fue Oppenheimer, la cual para decepción de quienes conocieron al director Christopher Nolan a partir de la trilogía de Batman y luego por las espectaculares El Origen, Interestelar, Tenet y hasta Dunkerke, en esta ocasión retoma el camino más intimista sin tanto ruido alrededor. Tenemos pues un Nolan más cercano a Memento que a El Caballero Oscuro.

 

Oppenheimer, es una buena película basada en la biografía del científico estadounidense, llamada Prometeo Americano, porque alude a que la bomba atómica es el fuego y Oppenheimer, al conducir a la construcción de dicha boba, se convirtió en una especie de Prometeo. Recordemos, según Robert Graves en Los Mitos Griegos, que de acuerdo con la mitología griega, en una ocasión, se sacrificó un toro, y se debatía cuáles partes eran para los dioses y cuáles para los humanos. Prometeo engaña a Zeus para que los hombres se quedaran con la carne y los dioses con los huesos. Enfurecido Zeus (parece que siempre andaba así) decide quitar el fuego a la humanidad para que se coman la carne cruda. Prometeo, ayudado por Atenea, entra al Olimpo para robarse un carbón incandescente y así, llevarle el fuego a la humanidad. En venganza, Zeus castiga a Prometeo, atándolo al monte Caucase, donde un buitre le comía el hígado durante el día, pero, como le volvía a crecer durante las noches, el tormento era eterno.

 

Regresando a la película Oppenheimer, al inicio de la misma, encontramos una clave para entender lo que Nolan quiere transmitir. Al inicio del filme, aparecen en un recorrido visual cuadros de George Braque y de Pablo Picasso, los más grandes representantes del cubismo, quienes nos enseñaron a no ver las cosas como solíamos hacerlo. Recordemos que el cubismo es una corriente artística de principios del siglo pasado, donde las figuras no se representaban como son en realidad, sino por medio de cubos, conos y cilindros, pero que “a pesar de la aparente confusión de formas inconexas, el cuadro no parece, en realidad, desordenado” señala E.H. Gombrich en la fundamental obra para quienes quieran adentrarse en el mundo de la pintura, La Historia del Arte. Lo que hacían de algún modo en el cubismo, era deconstruir la realidad desde el punto de vista del artista, mientras que a la par, desde el mundo de la física, la mecánica cuántica venía a deconstruir la realidad de un mundo que se regía en el perfecto orden de la gravedad Newtoniana e incluso del relativismo de Einstein. Ciencia y arte caminando por el mismo sendero.

 

Por otra parte, Nolan retoma temas que tienen que ver con teorías de física teórica, como los agujeros de gusano en Interestelar o el tiempo no lineal de Tenet. En Oppenheimer , la ciencia es primordial y se dan algunas definiciones muy sencillas para dar una idea de lo que es la mecánica cuántica y su impacto en la construcción de la bomba atómica. Por ejemplo, Oppenheimer explica que todos los cuerpos son en su mayoría espacio vacío que están unidos entre sí por ondas de energía, y que, cuando se libera esa energía de los núcleos en los átomos, de uranio o plutonio, es tal la fuerza que produce una explosión nuclear. Es decir, una deconstrucciòn de la materia. Para quienes quieran adentrarse a este fascinante mundo, se pueden consultar los libros Micho Kaku. La ecuación De Dios. La búsqueda de una reoría del todo, o de Brian Greene, Hasta el final del tiempo. Mente, materia y nuestra búsqueda de significado en un universo en evolución, textos de divulgación para todo tipo de lectores.

 

Otra de las cuestiones que aborda Nolan, es el ámbito de envidias, egos e hipocrecias que rodean a la política, y el mejor ejemplo es el personaje de Lewis Strauss, interpretado de maner soberbia por Robert Downey Jr. Más allá de los engaños y doble discurso para destruir la fama de Oppenheimer, el personaje define la diferencia entre los mundos de la física y de la política: “los aficionados persiguen el sol y se queman. El poder permanece en las sombras”. Para destacar visualmente esta clara oposición, Nolan retrata en blanco y negro las escenas de Strauss. Como si quisiera resaltar el actual mundo polarizado de buenos y malos.

 

Cesare Zabattini, el guionista italiano de extraordinarias películas como Milagro en Milán o Ladrón de bicicletas, señaló en alguna ocasión que “la verdadera función del cine no es contar fábulas sino expresar la necesidad de cada época”, de tal manera que el miedo a que un loco extremista inicie una guerra nuclear lo vimos en la espléndida película de Stanley Kubrick, Dr. Insólito o: Cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba, de 1965, o el miedo a que las computadoras se confundieran en la ochentera Juegos de Guerra, por dar un par de ejemplos.

 

Nolan, de manera sutil, ha traído nuevamente el tema de la bomba nuclear de vuelta. La razón es básica, la constantes referencias y amenazas veladas, o muy directas, por parte del presidente de Corea del Norte, Kim Jong-un, quienes se han referido a un posible uso del arsenal nuclear. Bruno Tertrais en el artículo El otoño nuclear de Europa, señala que la doctrina militar rusa establece que en caso de un ataque convencional que amenace la existencia de Rusia, es posible el uso del arma nuclear, por lo que la gran interrogante, y el gran temor, es cómo se va a definir la noción de “amenaza existencial” a partir de la invasión a Ucrania.

 

La película nos lleva a ser testigos de cómo la ciencia deconstruyó la materia para crear la más potente arma destructora. Pero Oppenheimer no es ningún Prometeo que le roba el fuego a los dioses para dárselo a la humanidad, al contrario, como bien se define a sí mismo el personaje, “me he convertido en destructor de mundos”. De ahí el hecho de volver a la discusión sobre las bombas nucleares como una amenaza a la civilización, porque como bien dice la frase atribuída a Albert Einstein: “no se como será la tercera guerra mundial, pero sí que la cuarta será con piedras y palos”.

PD: regresamos el 16 de enero

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