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Durante una parte del siglo pasado Venezuela se convirtió en el sueño latinoamericano, sus excedentes provenientes de la venta de petróleo provocada por la Guerra del Yom Kipur hizo que sus ciudadanos vivieran en la opulencia.
Daniel Blanquel / @DHBlanquel
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Durante una parte del siglo pasado Venezuela se convirtió en el sueño latinoamericano, sus excedentes provenientes de la venta de petróleo provocada por la Guerra del Yom Kipur hizo que sus ciudadanos vivieran en la opulencia.
Desde los años 30 del Siglo XX, Venezuela se convirtió en uno de los principales países productores de petróleo a nivel mundial, aunque la industria extractora se encontraba en manos de empresas extranjeras, los gobiernos venezolanos se concentraron en toda clase de crisis políticas, pero desde 1958 cuando cambio el régimen militar de Marcos Pérez Jiménez Venezuela vivió tal vez sus mejores décadas, entre 1958 y 1973 mantuvo índices estables de 10% de desempleo, su crecimiento anual fue de 4.3% fijo, y los precios no reflejaron alzas como en otros países latinoamericanos.
El Bolívar, su moneda local se mantuvo fuerte, acción que les permitía a los ciudadanos vacacionar en destinos internacionales, primordialmente en Miami, ente la década de los 60 y 80 el poder adquisitivo de los venezolanos estuvo muy por encima del promedio de los latinoamericanos.
Sin embargo el Caracazo de 1989 proveniente de la crisis de corrupción provoco que en 1992 saltara a la vida pública y política Hugo Rafael Chávez Frias, militar que dirigió el golpe de estado y que solo era conocido en la capital, Caracas.
Este miembro de las fuerzas castrenses bolivarianas sabía que no todo el pueblo apoyaba un golpe militar cosa que no le convenía por ello negocio con el gobierno su rendición a cambio de dar un comunicado en televisión nacional, y es aquí donde comienza la historia.
Chávez recorrió todo Venezuela durante años hasta que en 1998 la mayoría de los eligió a un militar que prometía cambios, Teniente Coronel, Hugo Chávez, durante su gobierno paso algo similar, el país creció mientras hubo bonanza petrolera, la más grande de la historia, empero, esta solo duro hasta que cayeron nuevamente los precios del crudo.
Desde entonces todos tenemos menor o mayor conocimiento de la situación que vive el pueblo venezolano, país donde a principios del mes de octubre en el palacio presidencial de Miraflores, el actual Presidente Nicolás Maduro decreto el inicio de las festividades navideñas, tal y como lo hiciera en el año 2019, con la intención de desviar la atención a la grave situación que vive el país.
El régimen socialista que dejo Chávez y ha mantenido Maduro ha provocado la escases de productos tan básicos como pasta dental, desodorantes, harina para arepas y hasta formula láctea, esto sin contar que los servicios médicos, de seguridad y educativos se han visto mermados de forma significativa lo que ocasiona la salida de forma masiva de venezolanos a cualquier parte del mundo, por ubicación geográfica los primeros países a los que llegan son Colombia, Perú y Brasil, sin embargo los registros de entradas de migrantes o inmigrantes venezolanos aumenta día con día en países lejanos como España, Inglaterra y por supuesto México.
Quiero aclarar que lo que aquí se vierte no pretende generar ningún acto de racismo o xenofobia; simplemente deseo plantear la situación que vive el sur de nuestro país y lo que probablemente se avecine si seguimos con esta temática.
Nuestra nación se ha caracterizado por siempre tener los brazos abiertos para recibir a todo tipo de ciudadanos y de cualquier parte del mundo, sobre todo si se encuentran en desgracia, ejemplos tenemos muchos, Los Niños de Morelia recibidos por el Presidente Cárdenas durante la guerra civil española, los refugiados Haitianos que llegaron a Baja California después del terremoto que azoto la isla etcétera.
Desafortunadamente los tiempos cambian y a pesar de ser un país de tránsito para quienes desean llegar a territorio norteamericano para poder cumplir el tan afamado Sueño Americano se ha complicado su situación, sobre todo en los últimos dos años, donde la política de refugiados del país vecino del norte se ha vuelto más estricta, por ello la permanencia de estos migrantes aumenta día con día en nuestro territorio.
Comprendo que por el bienestar de nuestra familia hacemos cualquier cosa y que en ocasiones por más que deseamos permanecer en nuestra tierra es imposible.
Pero si no ponemos un alto cada vez será peor, claro ejemplo es el municipio oaxaqueño de Tapanatepec el cual cuenta con una población de solo ocho mil habitantes y hoy se encuentran más de doce mil migrantes en su mayoría venezolanos esperando que el Instituto Nacional de Migración les otorgue un permiso provisional para el libre tránsito en la República Mejicana.
El hecho de que estén allí no implica solo su permanencia, el poblado no cuenta con la infraestructura necesaria para su atención, la distribución de agua potable se ha visto mermada, a grado tal que el líquido comienza a escasear en algunas localidades, la recolección de desechos sólidos, basura, aumento de 5 a 12 toneladas diarias y así podemos seguir con ejemplos en otros municipios de Oaxaca y Chiapas.
Estados Unidos decidió deportar a México a los venezolanos que entren sin documentación alguna y en nuestro país se sigue permitiendo la entrada libre en la frontera sur de cualquier individuo, algunos de ellos pertenecientes a organismos criminales que huyen de la justicia en su país.
Y si no fuese suficiente con esta situación se promueve el otorgamiento de plazas del sector salud a médicos extranjeros, como si nuestros médicos y estudiantes de medicina no se dieran abasto, lo anterior con la muletilla de que los mejicanos no aceptan irse a hospitales, clínicas o centros de salud a causa de la inseguridad, y esto es lógico, nadie quiere exponer su vida ni la de sus familiares, pero para algunas personas es más fácil traer extranjeros a laborar que ofrecer a sus conciudadanos mejores condiciones de seguridad, laborales y económicas.
Algunos integrantes de las caravanas venezolanas han quedado evidenciados en redes sociales que no desean tener trabajo en México, lo único que pretenden es que les llegue dinero a sus manos sin hacer ningún esfuerzo, mientras que los que aquí nacimos deseamos oportunidades laborales, porque sí, la raza mexicana es una raza trabajadora.
Deseamos que la situación en cualquier parte del mundo mejore y que quienes se encargan de la política interna del país recuerden que se deben preocupar por los mexicanos primero y después por los demás, el día que haya verdaderas oportunidades de superación, que la tasa de desempleo baje y el poder adquisitivo aumente, ese día los propios ciudadanos ayudaremos más, y digo más, porque ya lo hacemos a nuestros hermanos sin importar su nacionalidad.
Ojala el Presidente López Obrador, Adán Augusto López Secretario de Gobernación y el Secretario de relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard junto con el Congreso de la Unión puedan tomar una decisión que nos lleve a buen término en relación a los migrantes que están invadiendo nuestro país.