Cultura

ÍTALO CALVINO Y LOS CLÁSICOS (PERO NO DEL FÚTBOL)

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“Narran o describen los acontecimientos de dicha obra, ya que no es un simple conocimiento teórico. Ya viene de nuestros antepasados, desde que se tiene registro de que los humanos escriben.”

 

 

Ricardo Sandoval / @LuisRSandoval5
luizandcar18@gmail.com 

Antes de empezar, me gustaría citar a Ítalo Calvino, periodista y escritor, nacido en Cuba, pero vivió toda su vida en Italia. En su libro “Por qué leer los clásicos”, por allá de 1981, empieza de la siguiente manera:

1. “Los clásicos son esos libros de los cuales se suele oír decir: «Estoy releyendo…» y nunca «Estoy leyendo…».”Se suele decir estas palabras debido a la presión social de que si no has leído tal o cual libro, estás prácticamente fuera de la “onda”. Normalmente se dice que para introducirse uno en la lectura, tiene que venir desde la niñez o la juventud, pero a cualquier edad se puede iniciar. Claro, requiere de nuestra parte, pero es posible. Regresando al tema de los clásicos, se suele atribuir un significado que es algo del pasado, de escritores famosos. Aquellos hombres y aquellas mujeres que dejaron su alma, su vida y su corazón en lo que nos entretiene, tanto en las hojas físicas, como en las virtuales.

Que si no has leído a Murakami o a Stephen King, a las sagas tipo Las 50 sombras de Grey (vaya osadía mía poner a las sombras de Grey junto al nombre de Stephen King). ¿Qué me dicen de Harry Potter?, ¿los Juegos del Hambre?, ¿Los Hermanos Karamazof o Crimen y Castigo? Ya sé, debe sonarles el famoso primer párrafo de una de las mejores obras en la literatura mundial contemporánea que dice así: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.”. 

Si no les suena, no hay problema, en serio. Muchas veces mentimos al decir que los leemos solo por quedar bien con nuestro círculo cercano. Pero vamos con una última para no desviarnos mucho del tema. Algo que Disney en los últimos años se ha hecho más famosa: La Cenicienta, Robin Hood, El Libro de la Selva, La Bella y la Bestia, La Sirenita (que si ven los originales, verán que no son como en las caricaturas). Ahora bien, mezclé clásicos contemporáneos con de muchos años atrás; en otra ocasión hablaré sobre el significado de contemporáneo. 

Así me pasó con Pedro Páramo. Le hice la observación a un amigo, fan de la obra y de Juan Rulfo, que si “me creería que no he leído dicho libro”. Su respuesta me sorprendió, porque me dijo con mucha naturalidad “la verdad, sí te creo, no todos deben de conocer o leerlo. Nadie te obliga a hacerlo”. Meses después leí dicha obra y es de las que he releído más de una ocasión.

Como se confirmó arriba, leer es algo que naturalmente se hace. Por ejemplo, si en la juventud leemos algo que nos gustó, digamos una de las sagas juveniles tipo los Juegos del Hambre, en la adultez o siendo más maduros, se ve con otra perspectiva. Enseguida, Calvino comenta otro punto que dice: 

2. “Se llama clásicos a los libros que constituyen una riqueza para quien los ha leído y amado, pero que constituyen una riqueza no menor para quien se reserva la suerte de leerlos por primera vez en las mejores condiciones para saborearlos.”. 

Acorde con el propio Calvino, todos los libros (y yo incluyo a las revistas desde el Reader´s Digest, hasta revistas del corazón que releemos con ansias, novelas cortas, etc.), se vuelven nuestros clásicos. Forman parte de nuestra vida, de nuestra experiencia. Es como la biblioteca personal, aunque queden muchos libros por leer y sea imposibles leerlos todos.

Así como cada experiencia que pasamos en nuestra vida, con la familia, el trabajo, los amigos, etc., quedan algunas lecturas que por una u otra razón ya no leemos o que olvidamos, pero que terminamos relacionando con alguna situación antes descrita.

Prosigamos con esta interesante charla con Calvino, antes de dejarlo descansar (a medias) el autor cubano-italiano comenta en su tercer punto: 

3. “Los clásicos son libros que ejercen una influencia particular ya sea cuando se imponen por inolvidables, ya sea cuando se esconden en los pliegues de la memoria mimetizándose con el inconsciente colectivo o individual.”De donde se infiere que cada una de las palabras escritas por los autores, quienes pensaron en un público en específico, sus épocas, las críticas sociales. Narran o describen los acontecimientos de dicha obra, ya que no es un simple conocimiento teórico. Ya viene de nuestros antepasados, desde que se tiene registro de que los humanos escriben.

El autor, obviamente quiere ser leído, que se sepan sus expresiones, sus sentires con cierta situación; por eso se considera que la poesía es la forma más pura para esto, ya que con metáforas y el uso del lenguaje se expresa mucho con poco. 

De manera puntual me refiero no solo al autor que desea que su obra se vea y se lea, sino al propio lector, quien se confabula con dicho autor para que ambos creen juntos aquella obra clásica que vivirá con nosotros hasta la eternidad. Cuando se lee hay una participación muy activa del lector que hace confundirnos sobre si es el autor o es el narrador quien nos guía a través del viaje; se vuelve nuestro Virgilio y nosotros somos como Dante.

Ya sean libros malos o buenos, han dejado marca. Sobre ello, dejando descansar por ahora a Ítalo Calvino en un tema muy interesante y que dejo para otra ocasión, porque es únicamente parte de la introducción de libro que se mencionó al principio de este texto, quisiera confesar que tuve la mala fortuna de leer los tres libros de las 50 Sombras de Grey o como dijo en su momento Stephen King, “porno para viejitas”; todo para impresionar a una chica. 

Debido a su mala trama y pésima traducción al español donde repetían palabras y cambiaban las mismas; un ejemplo, en lugar de autoconfianza escribían carro-confianza, ya saben auto=carro, fue que me hizo cuestionarme si valía la pena seguir con la lectura o si quiera releerlos. A lo mejor fueron traducidos por el Google Traductor. Para ello, mejor hago que dicho programa me traduzca Tristán e Imelda, parte de los orígenes del Rey Arturo y la mesa redonda.

Para fortuna y ya para concluir, eso me abrió el panorama para leer libros diversos, incluyendo algunos de los tradicionales, pero al mismo tiempo me pregunto ¿ustedes qué libros consideran como clásicos para ustedes?, ¿qué biblioteca tienen, aunque sea virtual?

Resumiendo este texto lleno de referencias, no hay problema si no hemos leído un título “tradicional”, de los grandes autores. ¿O si hay algún detalle que no los leamos?

¡Hasta la próxima!

#InPerfecto