#InPerfecciones
¿Cuánto queda por camino?
Alejandra Rivero / @a.n.dra._
alejandra.rivero@inperfecto.com.mx
Quiero hablar desde la digna rabia de tener que soportar; caminar y andar, pensar y volver a pensar sobre todo aquello que me rodea y al mismo tiempo, aquello que rodeo con miedo a caer de nuevo. Estoy cansada cada día un poco más de soportar aquel macho que se proclama por encima de mi voz en la comida familiar.
Al amor que decidió hacer caso omiso de todo aquello que he sentido, de aquellas emociones que nos provocamos mutuamente y que al final resultaban mi responsabilidad. Parece que el ser mujer es condenarnos a dar más de lo que recibimos, a ser juzgadas, golpeadas, señaladas como locas, brujas y enfermas cuando se requiere hacernos menos. Parece que ser mujer es un sinónimo de debilidad, amor infinito, ser y estar incondicional para otros, vernos bien y no poder decir no, incluso el derecho a la autodefensa.
Voy cansada de tener que justificar constantemente lo que digo, dar pruebas y demostrar por otros medios que mi voz es y debe ser escuchada, cansada de ser negada por dejarme llevar al sentimentalismo. Cuando escribo me gusta poder señalar todo aquello que me molesta, y en el proceso descubro algunas huellas; como si estuvieran en arena, de todo aquello que quiero y represento.
Voy cansada y no he llegado ni a la mitad del camino, los pies me pesan, he dejado caer un poco del peso que se encadenaba a mis tobillos, que arrastraba junto con mi madre, con aquellas ancestras que caminaron mucho más atadas de pies y manos. Arrastro, arrastre y continúo como un juego de palabras.
Hace poco vi un documental sobre métodos anticonceptivos y mujeres indígenas, a las que se les obliga e incluso se les inserta sin su consentimiento días después del parto. Cuando vi el documental solo pensar en las diversas formas de segregación y el rechazo constante hacia la mujer; ¿Por qué no se realizan vasectomías forzadas? La culpa recae en la mujer, como si se embarazara sola, parece que ser mujer es un crimen, pero sobre todo; ser mujer, autodenominarte indígena, ser negra, lesbiana o trans es un sinónimo de violencia y burla, señalamiento e incluso justificar actos de violencia.
El problema no son los métodos anticonceptivos: el verdadero problema es aplicarlos sin consentimiento, no brindar educación sexual, orientación, planificación, para ambos, no todo debería recaer en los hombros de la mujer: maternidad, embarazo, violencia obstétrica, violación de consentimiento, y faltas a lo que deberían ser nuestros derechos.