Editorial

Si el racismo gana, el deporte pierde.

#InPerfecciones
Este fin de semana un encuentro de futbol en España se suspendió unos instantes debido a que el terreno de juego fue testigo de actos racistas. 

 

 

Jorge García Vielma
jorge.garcia@inperfecto.com.mx

 

Costumbre se han vuelto las imágenes dónde el deporte debe parar porque uno de sus principales enemigos se hace presente en la cancha: el racismo. Primeramente hay que preguntarse sobre la normalidad en que es tratado este tema, pareciera que lo anormal sería que no se tuviera que hablar de actos de racismo en la arena deportiva y normalizar que éstos tienen cabida en este terreno. Las sociedades han aprendido a vivir con estos males, y aunque se hacen esfuerzos para su disminución tal parece que ocurre lo contrario porque día con día son más comunes este tipo de conductas. 

Europa se ha convertido en uno de los principales epicentros de comportamientos racistas en el deporte, hace unos días una serie de imágenes se hicieron virales a nivel mundial. Los hechos ocurrieron cuando Cádiz y Valencia disputaban su partido, y el defensor del equipo manchego Mouctar Diakhaby fue víctima de comentarios racistas proveniente de Juan Cala del equipo amarillo; de inmediato el resto de la escuadra che se unió a su compañero parando el partido y amagando con no reanudarlo. ¿Qué pasó después? Hubo una reanudación bajo el argumento que de pasar lo contrario la oncena que dejara la cancha perdería los puntos correspondientes; se prioriza el juego por sobre cualquier otra cosa.

Los ejemplos son incontables pero la lógica parece ser la misma en todos los casos, se para por un momento el encuentro deportivo, el eco permanece por unos días en la opinión pública para después desaparecer y volver a repetir el ciclo cuando suceda otro acto racista. Algo que también se ha vuelto recurrente al momento de que ocurren este tipo de acciones es tratar de desacreditar cualquier tipo de hecho violento, amparándose bajo el argumento que esto forma parte de la esencia deportiva. ¿Realmente ocurre así? No. El deporte no debe ser usado a conveniencia en casos específicos y se debe buscar eliminar los discursos donde su ubicación queda totalmente polarizada, es decir, como un agente bueno o malo para la sociedad dependiendo de la óptica con que se mire. 

Se han abierto múltiples investigaciones para sancionar al racismo en el deporte, pero ha quedado claro que los castigos se vuelven blandos y poco útiles porque al pasar los días suceden más conductas antideportivas. Por ejemplo, la campaña Say No to Racism de la FIFA se ha quedado corta, no basta con sus campañas publicitarias y colocar una bandera con esa leyenda al inicio de algunos partidos porque el racismo parece ser el jugador número doce en la cancha. Bastantes encuentros se han perdido pero aún es tiempo de ir tejiendo una racha importante de victorias para que de a poco se vaya haciendo a un lado los comportamientos racistas de lo deportivo. 

Récord

Esta batalla se vuelve diminuta si se compara con aquella que se ha de sortear en el resto de los ámbitos sociales. Tener en cuenta que el deporte no es el único escenario donde se ven representadas este tipo de acciones, pero quizá sí sea el espacio donde alcanzan una mayor visibilización aunque su atención sea momentánea. Los medios de comunicación especialistas en deportes suelen tratar estos casos como uno más a la lista y centran su atención en describir la escena racista, pero los cuestionamientos brillan por su ausencia. Hay que ir más allá de lo comercial, sumarse a la lucha no solo en el discurso y tampoco solo quedarse con las buenas intenciones porque hay que recordar que Norberto Bobbio decía que de éstas está empedrado el camino hacia el infierno. 

Rueda el balón, rueda la vida.

 

#InPerfecto