#Sexualidad
“Desde el primer instante sabe algo así: que el hombre está en sus manos. Por tanto, otros, aparte de él, podrían también estar en sus manos si la ocasión lo permitiera”.
Diana Villamarin P
dianitavp@outlook.com / sexualidad@inperfecto.com.mx
“Muy pronto en mi vida fue demasiado tarde”. La búsqueda del deseo, la consecuencia de la liberación femenina, el aprendizaje que vive una mujer que empieza a descubrirse desde el placer, su curiosidad, el gusto por lo prohibido y lo desconocido es lo que la aventura con un hombre ajeno a su grupo social y distinto en múltiples aspectos le permite describir a nuestra protagonista. “De repente me veo como otra, como otra sería vista, fuera, puesta a disposición de todos, puesta a disposición de todas las miradas, puesta en la circulación de las ciudades, de las carreteras, del deseo”. De hecho, es conocido que la escritora inicia la novela como comentarios a partir de viejas fotografías y de pronto todo se une en el eje erótico de la piel que disfruta sentir las caricias.
“Nuestro amor podía llevarnos a la cárcel”. Las diferencias sociales, económicas y raciales son competentes al ser humano por todo lo que implican frente al sentir, analizar y accionar ante estas situaciones, la novela El Amante de Margarite Duras expone dichas diferencias desde el deseo sexual y amoroso de los protagonistas tan diferentes en su edad, ella 15 y él el doble; raza porque siendo japonés sería deshonor para su familia que él intente formalizar su relación con ella; su nivel socio-cultural ya que ella apenas está en el instituto y económico porque él es adinerado y ella describe la pobreza de su gente al punto de sentir que son capaces de hacer lo que sea por salir de dicha situación, destacando así la importancia de las apariencias aunque sea para olvidar su miseria por un rato.
“… nosotros, no, no teníamos hambre, nosotros éramos niños blancos, nosotros teníamos vergüenza, nosotros vendíamos nuestros muebles, pero no teníamos hambre, nosotros teníamos un criado y comíamos a veces, es cierto, porquerías, zancudas, caimanes, pero tales porquerías estaban cocinadas por un criado y servidas por él y a veces incluso no las queríamos, nos permitimos el lujo de no querer comer”.
Del mismo modo, se pone de manifiesto la idea de la belleza que tanto nos cuestiona pero es a través de sus páginas donde empezamos a sentir que siempre hemos sabido la verdad: “Podría engañarme, creer que soy hermosa como las mujeres hermosas, como las mujeres miradas, porque realmente me miran mucho. Pero sé que no es cuestión de belleza sino de otra cosa, por ejemplo, de carácter”.
Sin embargo, es en este tipo de obras donde confirmamos que no se trata de buenos y malos, inocentes o culpables porque la moral de algún modo se ausenta y lo que leemos son las sensaciones de los cuerpos, las confesiones de un amor que ella no conoce, ni el placer que apenas está descubriendo, ni el dinero del que carece, sino la excusa perfecta para dejar sobre la mesa la incomprensión de un mundo dirigido por los hombres y el poder de cada mujer, según su perspectiva, porque en este libro no se juzga, sólo se exponen vivencias cuando al parecer el tiempo se nos va como agua por las manos. “A los quince años tenía el rostro del placer y no conocía el placer. Ese rostro parecía muy poderoso”
En esta obra se reafirma que las pasiones humanas mueven el mundo, incluso son las pasiones las que nos permiten sobrepasar nuestros propios límites, máxime si es más fuerte lo que sentimos que lo pensamos, por eso el deseo, la pasión, juega un papel importantísimo. “Le ha arrancado el vestido, lo tira, le ha arrancado el slip de algodón blanco y la lleva hasta la cama así desnuda. Y entonces se vuelve del otro lado de la cama y llora, y lenta, paciente, ella lo atrae hacia sí y empieza a desnudarlo. Lo hace con los ojos cerrados, lentamente. Él intenta moverse para ayudarla. Ella pide que no se mueva. Déjame. Le dice que quiere hacerlo ella. Lo hace. Le desnuda. Cuando se lo pide, él hombre desplaza su cuerpo en la cama, pero apenas, levemente, como para no despertarlo.”
Todo sucede por esto, lo que tenían era eso, largos encuentros inundados de fuego, ardían el uno por el otro, sus cuerpos no podían estar separados, para ella era algo muy nuevo lo cual se hacía más atractivo y esto sumado al hecho de que a su lado olvidaba toda su vida, hacia que cada día ella se dirigiera a aquel cuarto que contenía los recuerdos de esa inmensa pasión. “Ella no lo mira a la cara. No lo mira. Lo toca. Toca la dulzura del sexo, de la piel acaricia el color dorado, la novedad desconocida. Él gime, llora. Está inmerso en un amor abominable”.
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