#InPerfecciones
“Incluso la noche más oscura terminará con la salida del sol.” -Víctor Hugo
Maikel Ansted Hoffmann / @AnstedM
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Muy necesario es que tomemos plena conciencia de que el momento por el cual atravesamos no se distingue precisamente por su facilidad y, mucho menos, por su felicidad. Crisis, sí. Es indispensable hablar de la crisis, sirve para desahogarnos, para eliminar esa carga negativa que traemos todos por dentro.
De vez en cuando sentimos que no vale la pena luchar más, que es inútil tratar de erradicar la corrupción, que el desempleo no terminará jamás, etc. Tiempo es, en efecto, de detenernos un poco en nuestro caminar y poner en una balanza tanto nuestra vida personal como nacional.
Estamos en un momento que, si lo aprovechamos, nos puede ser muy precioso. Esta es la parte positiva de la crisis y la que debe llevarnos a tener un poco de optimismo, pues cuando todo va más o menos bien, nadie se preocupa del futuro; el presente lo abarca todo. En cambio, cuando surgen problemas que ponen en juego nuestra existencia, cuando los valores que creíamos verdaderos y eternos se derrumban, toda nuestra vida pasa por un período de adaptación. Es fácil entonces que el desánimo haga fácil presa de nosotros, que nos sintamos desamparados y frustrados; pero es en este momento precisamente en que debemos armarnos con un poco de optimismo. Debemos recurrir a cuanta fuerza positiva tengamos a nuestro alcance para poder salir de la crisis. Hace algún tiempo me preguntaba sobre la manera de salir con éxito y no derrumbarnos definitivamente en la apatía; somos un pueblo muy propenso a ella y en gran parte con razón, pero pienso que en lugar de apapachar nuestras penas y llorar todos juntos, asunto que ya hemos hecho, debemos aprovechar nuestra juventud y salir a las calles a gritar con todo el pulmón que tengamos, que la crisis no nos vencerá, que saldremos adelante por más graves que sean nuestros problemas.
Todos los días nos enteramos por la televisión o por las redes sociales, de toda una serie de noticias desagradables y hasta alarmantes. Que si la pandemia, que otro virus, que si la deuda externa, que si la corrupción, que si los conflictos nacionales e internacionales; pero muy pocas veces, por no decir nunca, la noticia es positiva, hasta pienso que pasaría desapercibida, que no la tomaríamos en cuenta. Es más fácil en realidad seguir la corriente derrotista: al fin las circunstancias son propicias para ello; pero eso de levantarse y decirle sí a la vida por más mal que nos vaya, no es nada sencillo, hasta nos podrían tachar de ilusos, conformistas, o lo que sea. Pero, en definitiva, necesitamos estar optimistas: no hay mal que dure mil años.
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Saludos, un abrazo virtual.
#YoMeQuedoEnCasa