Editorial

FACTOR DE CAMBIO.

#InPerfecciones
Los llamados a la unidad han sido tibios porque todo se ha politizado, porque ha quedado exhibida la polarización ideológica que nos lleva a una espiral autodestructiva.

 

Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

El tiempo de cuarentena ha resultado un ejercicio social exquisito, las escenas que hemos podido presenciar en Asia y Europa son un ejemplo agridulce de cómo se confronta la pandemia en aquellos lugares entre el dramatismo y los esfuerzos de la población para sobrellevar un momento de emergencia sanitaria. Lo interesante es que aún con las advertencias, la realidad nacional nos ha superado a todos, propios y extraños, políticos, empleados, empresarios, etc. nuestra realidad cultural e ideológica se ha impuesto sobre la pandemia, y es necesario admitir que México es profundamente clasista, prejuicioso, racista y otras linduras que nos retratan de cuerpo entero.

 

Entre un sin fin de información que circula en los medios es sumamente complejo tener la certeza de quien dice la verdad, y el ambiente de incertidumbre y susceptibilidad ha tomado el control. A la par compiten las cifras de la pandemia y las cifras de la economía que tienen en vilo la estabilidad emocional del país. Aunque tengamos en la mente aquello de que “no hay mal que dure cien años” lo inmediato para la población radica en como pagar las cuentas y como llevar a la mesa de la familia lo necesario para subsistir. 

 

Los llamados a la unidad han sido tibios porque todo se ha politizado, porque ha quedado exhibida la polarización ideológica que nos lleva a una espiral autodestructiva donde la discusión estéril entre críticos y defensores del Gobierno se valora a partir de una tendencia en redes sociales mientras los actores políticos hacen lo que medianamente saben hacer, dejando claro que esa cercanía y conocimiento de las necesidades de la población solo es parte de un discurso lleno de ignorancia e interés por imponer una corriente de pensamiento al servicio de un coto de poder que solo se ha alimentado a lo largo del tiempo de la necesidad e ingenuidad de lo que consideran como botín político que en las urnas legitiman su presencia para experimentar con ocurrencias como solucionar los eternos pendientes nacionales. 

 

Si bien el ejercicio electoral de 2018 es un parte aguas en la historia nacional, lo cierto es que las opciones que se han presentado para ocupar los cargos en el Gobierno están agotadas y han revelado que el eterno reciclaje de las figuras políticas vestidas de derecha, centro e izquierda solo han aumentado la deuda social que se refleja en carencia e inestabilidad fomentando la ingobernabilidad a la que solo se enfrenta con paliativos rebosantes de promesas que no se cumplen.

 

Si, la pandemia ha revelado muchas debilidades, muchas carencias, mucha inmadurez para reconocer que el factor de cambio no se encuentra en la silla presidencial, ni en las cámaras, ni en los comités de partidos políticos que se encuentran aterrorizados y paralizados por no tener la mundana idea de cómo ofrecer opciones para reactivar la economía y el lazo que nos permita actuar en unidad. Será como siempre que la sociedad civil organizada tome las riendas de un desastre provocado por la clase política anterior y actual que aceleró una pandemia que ojalá no solo nos haga inmunes a otros males patológicos venideros sino que tambien nos permita erradicar a esos políticos anquilosados que se han repartido el poder en un gran montaje lleno de ignominia y farsa ideológica. 

 

La cuarentena terminará, una vacuna llegará, la normalidad que conocemos tiene que cambiar pero desde una base ciudadana sin cálculos políticos. La dependencia a la clase política actual debe terminar, el remedio que ofrecen son apenas compresas de agua fría para una fiebre que requiere un medicamento mucho más eficaz y verdadero.

 

#InPerfecto