Editorial

A UN AÑO.

#InPerfecciones
A un año el análisis debe estar en lo que se quiere como ciudadanos y no en lo que el Presidente otorga.

 

Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx

Los análisis sobre el primer año de Gobierno bajo la gestión del Presidente Andrés Manuel López Obrador abundan, en materia de política, economía, educación, seguridad, etc. el sentir de cada elemento para la población civil tiene las más diversas opiniones, pero es muy importante no perder de vista que ha quedado claro que la constancia con la que el discurso para implantar en el imaginario nacional la idea de la 4T es parte de una estrategia que se ha implementado de manera muy hábil con base en hacer historia.

En México, tal parece que la historia se terminó con la Revolución de 1910 y sus remanentes, después de todo ese movimiento cada periodo presidencial se convirtió en datos oficiales y anécdotas sexenales. Temas como la represión a estudiantes y movimientos civiles han tenido que luchar contra corriente para no diluirse de la memoria, la pobreza se convirtió en un fenómeno que se ha utilizado para llenar discursos y obtener votos, la economía ha sido el talón de Aquiles nacional por pésimas administraciones, pero la visión de todos esos males –por mencionar algunos- no gozan de ese carácter histórico que podría dotar de una experiencia directa para apuntalar el desarrollo nacional en cualquier ámbito.

Lo cierto es que la habilidad del Presidente para llegar al máximo escaño político radicó en sacar de la ecuación al partido político para convertirlo en un movimiento –MORENA- y que reforzó con el objetivo de “hacer historia”. Ideológicamente es un acierto haber ocupado estos elementos para obtener la simpatía sobre todo de los sectores menos favorecidos de la sociedad mexicana. La idea de la justicia social pasó de las palabras a implementarse en programas sociales, era lógico que ese discurso tuviera buena acogida y fuera sumamente popular al grado de convertirlo en un fenómeno donde lo político dejara de ser la línea con la que el Presidente dirigiera las riendas del país.

La polarización emanada de un discurso basado en el “rencor de clase” desestructura esa normalidad con la que se ha llegado a ver la pobreza o la falta de oportunidades responsabilizando a esas clases políticas del pasado que se han llenado los bolsillos sin el menor recato y que en el discurso ha sido aprovechado por el Presidente por la falta de memoria histórica en la que también sus más cercanos colaboradores en algún momento han participado. La división nacional ha existido siempre, la discriminación, y el sectarismo son ejemplo de ello y se han utilizado como revulsivo en el que es obvio que nadie quisiera perder sus privilegios, y justo ahí es donde se encuentra la coyuntura.

El análisis del discurso y las acciones implementadas por el Gobierno desde luego que es importante, pero resulta fundamental que de manera paralela se reflexione sobre lo que socialmente nos compete como ciudadanos, ya sea desde la simpatía o desde la reticencia, ningún extremo abona a la mejora, ni el culto al personaje, ni el temor de convertirse a un estado socialista, es la crítica objetiva y la exigencia de un Estado fuerte y apegado a la ley por lo que se debe de pugnar. A un año el análisis debe estar en lo que se quiere como ciudadanos y no en lo que el Presidente otorga como si fuera favor, eso debe superarse en lo inmediato, el presidencialismo y las prerrogativas hacia una clase política que evidentemente no gobierna para todos.

#InPerfecto