Editorial

Hasta entre los perros hay clases

#InPerfecciones
Hace casi dos años hubo una definición  presidencial  que nos colocaba, aparentemente,  como un pueblo con  un marcado mal humor social.

 

 

Firenze Genis
editorial@inperfecto.com.mx

Hace casi dos años hubo una definición  presidencial  que nos colocaba, aparentemente,  como un pueblo con  un marcado mal humor social.

Consideramos en aquel entonces que Enrique Peña Nieto, prefirió calificarnos así, antes que reconocer su falta de buen gobierno, por no decir su mal desempeño como mandatario de este maravilloso México.

Ahora  nos enviaron al otro extremo: al del pueblo feliz, feliz y  ¡tampoco, tampoco!

Para  un presidente, “malhumorados” ,y para el seño López Obrador, felices, aún cuando en este momento, después de lo ocurrido en Culiacán, Sinaloa, yo diría que estamos:  unos enojados, otros furibundos, algunos altamente desconcertados, otros incrédulos ante lo que se vio,   decepcionados,  y los fieles seguidores del presidente, aplaudiendo su decisión hasta el delirio, exaltando su gran amor a la vida del pueblo.

En alguna mañanera dijo el licenciado López Obrador que un presidente estaba informado de todo, y ahora resulta que no estaba enterado del operativo efectuado, como al parecer tampoco lo estaba el Gobernador de Sinaloa.

Como dicen, hay algo que no nos cuadra, o sabe todo el jefe supremo de las fuerzas armadas, lo sabe a medias o lo ignora todo, por lo menos capturas de personajes de  tal envergadura.

¿Podemos creer lo que nos dicen?  Confiamos en nuestro mandatario y actuamos como pueblo sabio y bueno que acepta todo, y como diría la oración de San Francisco:   “El amor todo lo cree”.

Que se protegieron vidas, que se respetó y cuidó a los presentes en Culiacán, que se  evitó una masacre, y nos ofrecen una docena de buenas razones.  La pregunta obligada es  ¿por qué no se preparó una estrategia que contemplara todos estos detalles?

Seguramente es arduo el trabajo de armar  un operativo, supongo que se estudian los distintos escenarios de una captura tan difícil y riesgosa como la de  este caso.

Se dice que la alta jerarquía militar, no está muy contenta con el resultado. Si recordamos aquella captura de la Barby, en Cuernavaca, podemos ver  la diferencia de un trabajo calculado y de otro sin medir los alcances de lo que podía ocurrir.  ¿Será que los militares de carrera no fueron quienes implementaron este operativo y lo hicieron civiles encumbrados o jefes de la recién nacida Guardia Nacional, sin experiencia?

Podemos hacernos mil preguntas, recibir diversos mensajes a favor y en contra de este suceso, pero lo cierto es que no fue una estrategia cuidada, eso lo percibimos todos.

Entendemos que los malosos también son pueblo pero,  como dice el dicho, “hasta entre los perros hay clases”. En este ejemplo me refiero a la clase de personas de bien, a los buenos mexicanos, y   no es agradable que se ofrezcan tantas consideraciones al pueblo de  los delincuentes y se limite tanto al otro pueblo, al de los ciudadanos que trabajamos y que cumplimos, porque si fallamos en algo Dios nos agarre confesados, nos llegarán  multas, recargos, actualizaciones, clausuras, etcétera.

Por lo pronto, el también pueblo,  aunque enfermo, con padecimientos como cáncer, tendrá seguramente los medicamentos necesarios, ya que nuestro presidente cuida la vida de buenos y malos,  y me pregunto sí en su fuero interno le hubiera gustado ser un predicador de paz y amor, un fraile de esos que cruzaron nuestro territorio a pie, convirtiendo a los naturales de esta tierra cruz en mano, aún es tiempo de seguir su vocación de mensajero de la paz y del amor, entre los malosos y los dóciles.

La voz de la calle.