#InPerfecciones
“Se requiere más arte para convencer al pueblo de una verdad saludable que para hacer creer y aceptar una falsedad saludable”.
Pablo Ricardo Rivera Tejeda / @PabloRiveraRT
pricardo.rivera@gmail.com
Recientemente la contienda por la presidencia de México ha sido una de las batallas más acaloradas en la política actual. Hoy se observan de manera clara dos fracciones con diferentes ideologías que harán todo lo que esté en sus manos para tener el control en el 24. Ahora bien, a pesar de que la lista de presidenciables ha aumentado y que se ha generado este nuevo “Frente Amplio por México”, terminemos de una vez con las primeras corcholatas que emergieron de la mano del presidente López Obrador.
¿Por qué no comenzamos con una de las personas que no ha hecho más que representar de qué está hecho el Verde? Así es, hablamos de Manuel Velasco.
Uno de los casos más destacados en los que se ha visto envuelto Manuel Velasco es el relacionado con su gestión como gobernador de Chiapas. Durante su mandato, se han presentado denuncias de malversación de fondos y desvío de recursos públicos. Se ha señalado que los recursos destinados para el desarrollo y el bienestar de la población chiapaneca fueron utilizados de manera irregular o se perdieron en proyectos sin resultados tangibles. Estos actos, de ser comprobados, representan una traición a la confianza depositada por los ciudadanos y una grave violación a los principios de honestidad y transparencia en la función pública.
Además de los casos de corrupción, también se han hecho señalamientos de nepotismo y favoritismo en la gestión de Velasco. La designación de familiares y allegados en puestos clave durante su gobierno levanta sospechas de falta de meritocracia y de una gestión basada en intereses personales en lugar de los intereses del pueblo. Estas prácticas socavan la confianza en la imparcialidad y la igualdad de oportunidades en la política, debilitando la base misma de la democracia.
En caso de que Manuel Velasco resulte ganador en el proceso electoral respaldado por Morena, su elección estaría empañada por las acusaciones de corrupción y falta de transparencia en su gestión. Esto minaría la confianza en su gobierno y en las instituciones democráticas, generando un ambiente de escepticismo y desencanto entre los ciudadanos. Es esencial recordar que la corrupción es un flagelo que obstaculiza el desarrollo y el bienestar de la sociedad, y elegir a líderes cuestionados en este aspecto solo perpetúa la impunidad y debilita los fundamentos de la democracia.
Pero en fin, ¿qué podríamos esperar del senador que al igual que su bancada no ha hecho más que demostrar la inexistente congruencia con sus supuestos valores?
Ahora bien, si pensamos en las demás corcholatas, nos viene a la mente el nombre de un luchador de antaño, un profesional en la lucha desde que López Obrador vería posible su candidatura como presidente de México a inicios de este siglo. Ni más ni menos que Gerardo Fernández Noroña.
Uno de los aspectos más notorios de Fernández Noroña es su estilo confrontacional y agresivo. Sus constantes ataques verbales hacia aquellos que no comparten sus ideas políticas han generado un clima de polarización y confrontación, alejando la posibilidad de un diálogo constructivo y de la construcción de consensos. Este tipo de comportamiento no contribuye al fortalecimiento de la democracia y la pluralidad, sino que alimenta la división y el enfrentamiento entre los ciudadanos.
Fernández Noroña ha demostrado un claro desprecio hacia las instituciones democráticas y el Estado de Derecho. Ha cuestionado la legitimidad de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, desacreditando su labor y generando desconfianza en las instituciones democráticas. Este tipo de actitud mina los cimientos de la democracia y debilita la confianza de los ciudadanos en el sistema político.
Sin embargo, a pesar de su cuestionable actuar, hemos de reconocer que es uno de los aspirantes a la candidatura de Morena que más agallas ha tenido y que al menos, a diferencia de sus compañeros de lucha, ha demostrado ser fiel a sus valores sin importar las opiniones y refrendas que a éste le cueste.
Finalmente, no quisiera terminar esta columna sin pensar en Ricardo Monreal.
Uno de los aspectos más destacados en la carrera de Ricardo Monreal es su presunta inclinación hacia el nepotismo y el favoritismo en la designación de cargos públicos. Ha sido señalado por colocar a familiares cercanos y personas allegadas en puestos relevantes, lo que plantea dudas sobre la meritocracia y la transparencia en la toma de decisiones. Estas prácticas erosionan la confianza de los ciudadanos y socavan la igualdad de oportunidades en el servicio público.
La carrera política de Monreal ha estado marcada por múltiples cambios de partido, lo que ha generado desconfianza y ha planteado interrogantes sobre sus principios ideológicos y su coherencia política. Su tránsito de diferentes partidos políticos sin una justificación clara puede ser percibido como una búsqueda oportunista de poder, en lugar de una lealtad a una visión política coherente.
Con todo, hemos de considerar que Monreal es, a mi juicio, una de las mejores opciones dentro del mar de incertidumbre que existe en el panorama político hacia el 24. Además, es una persona que no ha tenido actos de corrupción que al menos hayan sido corroborados, es por ésto que si hiciéramos la pregunta de a quién preferiría, me parece que sería él.
Es así como termina este anecdotario. Dudas, preguntas, intriga y cuestionamientos son lo único que tenemos claro, sin embargo, es momento de pensar con claridad y ver lo que, auténticamente, hay detrás de cada una de las personas que afirman tener interés por el futuro de México.
¡Un abrazo!
#InPerfecto