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EN BÚSQUEDA DE LOS MAESTROS  MARCO VITRUVIO POLIÓN parte 10

#Arquitectura
En la fachada, las gradas o escalones deben ser siempre impares, pues al empezar a subir se coloca el pie derecho sobre el primer escalón y sólo así el pie derecho será el que pisará el escalón más alto, a ras de suelo del templo. 

 

 

 

Carlos Rosas C / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

 

 

Llegamos a la parte final del Libro Tercero del tratado de los Diez Libros de Arquitectura de Vitruvio Polión, la descripción del orden Jónico es algo exquisito por la forma en que según el autor se deben proporcionar todos y cada uno de los elementos con los que se compone una columna, definitivamente en función de la práctica actual de de la arquitectura se ha perdido en buena medida toda esta teoría que buscaba elementos bellos en perfecta comunión con lo técnico. Sigamos adelante con este especial y disfrutemos de las palabras del autor. Disfrútenlo.

 

LIBRO TERCERO

 

CAPITULO CUARTO

 

LOS CIMIENTOS DE LOS TEMPLOS

 

Si es posible encontrar un terreno sólido, la cimentación de estos edificios se excavará sobre terreno firme en una extensión que se ajuste proporcionalmente a las exigencias del volumen de la construcción; se levantará la obra lo más sólida posible, ocupando la totalidad del suelo firme. Se erigirán unas paredes sobre la tierra, debajo de las columnas, con un grosor que sobrepase en la mitad al diámetro de las columnas que posteriormente se levantarán, con el fin de que las inferiores, que se llaman esterobatae* por soportar todo el peso, sean más sólidas que las situadas encima de ellas. Los resaltos de las basas no sobresaldrán más allá de la base; debe mantenerse con la misma proporción el grosor de las paredes superiores.

 

*En su sentido etimológico significa el apoyo firme y sólido en el que descansa una columna.

 

El espacio que quede en medio se abovedará o bien se consolidará mediante relleno, con el fin de que todo quede bien compactado. Si, por el contrario, no se encuentra un terreno sólido sino que es de tierra de relleno en gran profundidad, o bien, si se trata de un terreno palustre, entonces se excavará, se vaciará y se clavarán estacas endurecidas al fuego de álamo, de olivo o de roble y se hundirán como puntales o pilotes, en el mayor número posible, utilizando unas máquinas; entre los pilotes se rellenará el espacio con carbones; así, quedarán llenos los cimientos con una estructura muy consistente. Una vez dispuestos los cimientos, deben colocarse a nivel los estilóbatos. Se levantarán las columnas sobre los estilóbatos, como anteriormente dijimos, según se trate de un templo picnóstilo, sístilo, diástilo o éustilo.

 

No obstante, en los templos areóstilos queda toda la libertad para que cada uno establezca las medidas como guste. En los templos perípteros se colocarán las columnas de manera que los intercolumnios de los lados sean el doble de los intercolumnios de la fachada o frente, y así su longitud será el doble que su anchura.

 

En efecto, los arquitectos que han levantado doble número de columnas, se han equivocado porque da la impresión que en su longitud hay un intercolumnio más de lo que debe ser. En la fachada, las gradas o escalones deben ser siempre impares, pues al empezar a subir se coloca el pie derecho sobre el primer escalón y sólo así el pie derecho será el que pisará el escalón más alto, a ras de suelo del templo. 

 

En mi opinión, la altura de las gradas o escalones no debe ser ni más de un palmo de diez pulgadas ni menos de un palmo de doce pulgadas: así su ascenso será suave. El ancho de las gradas no debe ser menor de un pie y medio, ni mayor de dos pies. Si han de hacerse escalones en torno al santuario, respétense estas medidas. Pero si se va a construir una plataforma que rodee el santuario por tres lados, debe guardar proporción con los plintos, con las basas de las columnas, fustes, cornisas, cimacios respecto al estilóbato situado bajo las basas de las columnas. Es conveniente nivelar el estilóbato de modo que tenga un aumento por su parte central mediante plintos desiguales, pues si está completamente allanado dará la impresión que está ahondado o acanalado. Al final del libro describiremos la estructura y la figura para lograr unos plintos que guarden la conveniente correspondencia.

 

CAPÍTULO QUINTO

 

EL ORDEN JÓNICO

 

Concluido correctamente todo lo expuesto en las líneas anteriores, se colocarán las basas de las columnas respetando la simetría, de manera que su ancho, junto con el plinto, sea la mitad del ancho de la columna y su resalto, en griego efora, mida una sexta parte: así la basa tendrá una anchura y longitud igual a un diámetro y medio de la columna. 

 

PARTES PRINCIPALES DE UNA COLUMNA JÓNICA

 

Si se trata de estilo ático divídase su altura de manera que la parte superior sea un tercio del diámetro de la columna y déjese el resto para el plinto. Prescindiendo del plinto, se dividirá la parte restante en cuatro partes: una de estas partes será para el toro de la parte superior. Las restantes tres partes divídanse por igual y una de ellas será para el toro inferior; y otra parte será para la escocia junto con sus filetes, en griego trochilos

 

 

Si por el contrario se trata de una basa de orden jónico su proporción debe establecerse de la siguiente manera: la anchura de la basa de la columna, por todos sus lados, será igual al diámetro de la columna más una cuarta y una octava parte; su altura será similar a la del estilo ático y también será igual su plinto; sin contar con el plinto, que medirá una tercera parte de la anchura de la columna, divídase lo restante en siete partes: el toro, situado en la parte más alta, ocupará tres de estas siete partes; las restantes cuatro partes deben dividirse por igual: una será para el tróquilo superior junto con sus astrágalos y su moldura, y la otra parte será para el tróquilo inferior; no obstante, el tróquilo inferior parecerá más grande, precisamente porque sobresale hasta el extremo del plinto. Los astrágalos deben medir una octava parte del tróquilo; el resalto o saliente será una octava parte y una decimosexta parte del diámetro de la columna.

 

Concluidas y colocadas las basas, deben ponerse en su sitio las columnas intermedias, tanto en el pronao como en su parte posterior, siempre en perpendicular a su parte central; las columnas angulares y las que vayan a situarse en los laterales del santuario, en línea, a derecha y a izquierda tendrán sus elementos interiores orientados hacia las paredes del santuario y su flanco perfectamente a nivel; sus elementos exteriores irán disminuyendo, como se ha señalado Así, la disminución de las columnas, que se debe respetar en los templos, responderá con exactitud a la proporción apuntada ya.

 

PARTES DEL TEMPLO

 

Fijados los fustes de las columnas, los capiteles, si van a ser jónicos, se adecuarán a esta proporción: el ábaco tendrá la misma longitud y anchura que el diámetro del imoscapo, añadiendo una decimooctava parte; su altura, incluyendo las volutas, será la mitad de su anchura. Debe retrocederse desde el extremo del ábaco hacia su parte interior, en el frente de las volutas, una decimooctava parte y media. La altura del capitel divídase en nueve partes y media y trácense unas líneas perpendiculares, llamadas cathetoe, en las cuatro caras de las volutas desde el borde superior al inferior del ábaco. De las nueve partes y media, una parte y media la ocupará el grosor del ábaco y las restantes ocho partes quedarán para las volutas. Pues bien, desde la línea perpendicular que se trazó desde el borde del ábaco, trácese otra hacia la parte interior, a una distancia de una parte y media. Divídanse posteriormente estas líneas de manera que queden cuatro partes y media debajo del ábaco. 

 

TRAZO DE VOLUTAS JÓNICAS

 

Y exactamente en ese mismo punto, donde se divide en cuatro partes y media y en tres partes y media coincidirá el centro del Ojo de la voluta; a continuación, desde este mismo punto trácese una circunferencia, con un diámetro equivalente exactamente a una de las ocho partes. Esta indicará la magnitud del Ojo; a través del centro tírense diámetros en correspondencia con la línea vertical o cateto; comenzando desde la parte inferior, debajo del ábaco, trácese un radio que vaya disminuyendo la mitad del diámetro del Ojo en cada uno de los cuadrantes hasta el mismo cuadrante, debajo del ábaco.

 

La altura del capitel debe elevarse de manera que de las nueve partes y media, tres de estas partes queden debajo del astrágalo del sumoscapo; la parte restante la ocupará el cimacio, sin contar con el ábaco ni con el canal . El resalto del cimacio fuera del zócalo del ábaco mida lo mismo que el ojo de la voluta. Las molduras o balteos de los capiteles jónicos tengan tal resalto que situando un punto del compás en un cuadrante del capitel y el otro punto tocando el borde del cimacio, el círculo descrito alcance los bordes extremos de los balteos. Los ejes de las volutas no serán más anchos que el diámetro del Ojo, y, de esta manera, las mismas volutas quedarán acanaladas una duodécima parte de su propia altura. 

 

OTRO EJEMPLO DE TRAZO DE VOLUTA JÓNICA

 

Así ha de ser la proporción de los capiteles cuyas columnas midan al menos veinticinco pies. Las columnas que sean más altas, conservarán esta misma proporción, pero el ábaco tendrá una anchura y una longitud igual al diámetro de la columna en su base, más una novena parte. Cuando una columna más alta tenga una menor disminución en su parte superior, no por ello ha de tener su capitel menos resalto ni tampoco menos adición o añadido a su altura. Al final del libro quedará anotado el aspecto exterior y la disposición de las volutas; cómo deben trazarse con el compás para que queden perfectamente circulares.

Concluidos los capiteles y colocados en las columnas, no a nivel sino respetando la correspondiente medida, con el fin de que el aumento que se añade a los estílóbatos debe corresponderse en los elementos superiores con la proporción de los arquitrabes. He aquí la disposición de los arquitrabes: si la columna tiene una altura entre doce y quince pies, la altura del arquitrabe debe ser la mitad del ancho del imoscapo; si su altura es entre quince y veinte pies, divídase la altura de la columna en trece partes y daremos al arquitrabe una de estas partes; si es de veinte a veinticinco pies, divídase la altura de la columna en doce partes y media y el arquitrabe tendrá una altura de una parte; si la altura es de veinticinco a treinta pies, divídase en doce partes y tenga el arquitrabe una de estas doce partes. Así deben resultar las diversas alturas de los arquitrabes en proporción a la altura de las columnas.

 

 

Cuanto más alto suba la vista más difícilmente penetra la densidad del aire y así los Ojos informan a los demás sentidos de una cantidad imprecisa de módulos, debido a la distancia y al impacto de la altura. Por ello, siempre se debe aportar un suplemento a esta proporción en el supuesto de elementos simétricos, con el fin de que tengan una proporción de sus medidas cuando se construyan en lugares más altos e incluso cuando se levanten obras colosales. La anchura del arquitrabe, en su parte inferior que va a quedar inmediatamente sobre el capitel, coincidirá con el ancho del sumoscapo, debajo del capitel; la parte más alta del arquitrabe coincidirá con el grosor del imoscapo. El cimacio del arquitrabe medirá una séptima parte de su propia altura y otro tanto su resalto. Exceptuando el cimacio, lo que quede debe dividirse en doce partes: tres partes serán para la faja más baja, cuatro para la intermedia y cinco partes para la faja superior.

 

El friso, colocado sobre el arquitrabe, será una cuarta parte menor que éste; si fuera necesario o conveniente cincelar relieves será una cuarta parte más alto que el arquitrabe, con el fin de que sus relieves tengan prestancia. El cimacio será una séptima parte de su altura y lo mismo el resalto del cimacio. Sobre el friso deben labrarse unas molduras con la misma altura que las fajas intermedias del arquitrabe. 

 

El espacio o intervalo, que en griego se llama metope, debe dividirse de manera que la moldura o dentículo tenga de ancho la mitad de su altura, refiriéndose a la fachada y la cavidad de este intervalo mida dos de las tres partes de los dentículos; su cimacio medirá una sexta parte de la altura del dentículo. La cornisa junto con el cimacio, exceptuando la sima, mida lo mismo que la faja intermedia del arquitrabe; el resalto o saliente de la cornisa, junto con el dentículo, debe medir lo mismo que la altura que queda desde el friso hasta la parte superior del cimacio de la cornisa; todos los salientes (ecfóras) poseerán un aspecto más hermoso si su altura coincide con su propia proyección. La altura del tímpano, situado en el frontispicio, debe ser tal que el frente de la cornisa desde los extremos del cimacio quede dividido en nueve partes; de estas nueve partes una quedará fijada para la altura central del tímpano siempre que los arquitrabes y los hipotraquelios de las columnas se correspondan en vertical.

 

De igual modo serán las cornisas colocadas sobre el tímpano que las colocadas debajo, exceptuando las simas. Las simas, en griego epaietidas, sobre las cornisas deben tener de altura una octava parte de la altura de la corona. Las acroterias angulares tengan la misma altura que el centro del tímpano; las acroterIas centrales tengan una octava parte más de altura que las angulares.

 

Todos los elementos que van sobre los capiteles de las columnas, es decir, arquitrabes, frisos, cornisas, tímpanos, frontones, acroterias, deben tener una inclinación ligera en el frente, de una duodécima parte de su altura, pues al situarnos frente a la fachada, si desde el ojo dirigiéramos dos líneas, una de ellas tocaría la parte inferior y otra alcanzaría la parte superior; la que alcanzara la parte superior, evidentemente tendrá más longitud y cuanta más longitud tenga la línea visual la consecuencia es que su aspecto aparezca más inclinado hacia atrás. 

 

 

Pero, como antes se ha dicho, si estuviera inclinado hacia adelante, en la fachada, parecerá entonces que está en vertical y a escuadra todo su aspecto exterior. Las estrías de las columnas deben ser veinticuatro y excavadas de manera que cuando coloquemos en la cavidad de la estría la escuadra, su giro toque a derecha y a izquierda los extremos de las estrías y la punta de la escuadra roce la curvatura a medida que va girando alrededor. El ancho de las estrías debe ser igual al añadido que hace aumentar la parte media de las columnas, como ya se ha descrito. 

 

CORRECCIONES ÓPTICAS EN TEMPLOS

 

En las simas o molduras, colocadas sobre la cornisa en los flancos de los templos, deben esculpirse cabezas de león, colocadas de manera que queden frente a cada una de las columnas; las demás quedarán a intervalos iguales logrando que se correspondan con la parte media de los intercolumnios. Las que van colocadas frente a las columnas sean perforadas hasta el canal que recoge el agua de lluvia que se desliza por el tejado. Las intermedias sean sólidas, con el fin de que cuando el agua de la lluvia caiga con fuerza por las tejas hacia el canal, no se precipite por los intercolumnios ni bañe a los paseantes; las que están situadas sobre las columnas desagüen a borbotones, como si vomitaran agua por sus bocas.

 

CAPITEL JÓNICO CLÁSICO
CAPITEL JÓNICO CLÁSICO
CAPITEL JÓNICO CLÁSICO
CAPITEL JÓNICO CLÁSICO

 

En este libro he ido describiendo, lo más claro que me ha sido posible, la ordenación de los templos jónicos; en el siguiente libro pasaré a desarrollar las proporciones de los templos dóricos y corintios.

 

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