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NUESTRO HOGAR, UN RECORRIDO POR EL MUNDO Parte 4

#Arquitectura
Sin duda los molinos de viento holandeses son parte del ideario mundial, pero conocer su interior es fascinante, terminamos con ellos para viajar a Rusia y conocer algo de su vivienda tradicional.

 

 

Carlos Rosas C / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

John May ha realizado un trabajo extraordinario en su publicación “CASAS HECHAS A MANO Y OTROS EDIFICIOS TRADICIONALES”, continuemos en esta entrega conociendo éste gran trabajo, sobre edificios de Europa y Eurasia dentro de ésta serie dedicada a “NUESTRO HOGAR, UN RECORRIDO POR EL MUNDO”.

 

EDIFICIOS DE EUROPA Y EURASIA (parte 4)

 

MOLINOS DE VIENTO MODERNOS

 

Los molinos de viento de ladrillo en forma de torre se crearon para que los molinos dispusieran de más espacio de trabajo y almacenamiento, y en un principio se ubicaron a las afueras de las ciudades y pueblos. 

 

Estos molinos fortificados (walmolens) fueron ganando altura con el tiempo (en ocasiones hasta más de 30 m), lo que permitía que captaran el viento aunque estuvieran rodeados de otros edificios, de ahí que se pudieran construir en los centros urbanos.

 

A causa de su gran altura fue necesario añadir, a mitad de la estructura, una plataforma de madera circular dotada de quitamiedos, la cual daba acceso al molinero a las aspas y permitía accionar la cuerda del freno y el mecanismo de giro para gobernar la cumbrera.

 

Estos molinos resultaban ideales para la molienda, ya que podían llegar a tener  hasta seis o siete pesos, cada uno de los cuales se utilizaba para una fase distinta del proceso. Primero se izaban los sacos de grano del sitio inferior al superior a través de compuertas dobles por medio de un mecanismo elevador accionado por la fuerza del viento.

 

El grano caía más tarde por la fuerza de gravedad de las tolvas a las piedras, donde era molido, la harina se deslizaba al piso inferior y se introducía en los sacos que se almacenaban en el piso inferior.

 

La base de la torre tenía n diámetro aproximado de 9 m, por lo que el molinero y su familia disponía de una vivienda de tamaño razonable en los primeros dos pisos. Los dos pares de puertas caballerizas enfrentadas permitían el paso de los caballos con los carros llenos de grano o de harina ya lista para entregar al cliente. 

 

Entre el silo superior y la cumbrera se hallaba un último nivel, el guardapolvo, al que iba a parar el polvo del grano, pero también mucho humo y el aceite de los engranes.

 

Hacia el siglo XIX existían unos 9,000 molinos de viento en Holanda, pero su número pronto mermó drásticamente a medida que la fuerza de las máquinas de vapor fue sustituyendo a la fuerza motriz del viento de la industria. Muchos se derruyeron o permanecieron abandonados hasta que se iniciaron diversos proyectos de reconstrucción allá por la década de 1920. Hoy en día sobreviven unos 1,200 milinos originales, pero se siguen restaurando los que están en ruinas e incluso se construyen réplicas en lugares históricos. 

 

 

ISBA RUSA

 

La isba, o casa de campo tradicional rusa, construida con troncos cortados con hacha y entrecruzados, fue durante siglos el tipo de vivienda más habitual en el campo ruso.

 

La casa de labor completa consistía por lo general en una isba, un granero y un pesebre construidos con troncos anexos a la vivienda o independientes, además de un huerto. Podía adoptar formas y tamaños muy variados, pero la distribución interna era parecida. A grandes rasgos, existen tres tipos de variantes regionales de isba, diseñadas en función de las condiciones climatológicas y ambientales reinantes.

 

Así, hacia el nortes, tierra de inmensos bosques, tendían a ser grandes y las edificaciones se distribuían alrededor de un patio con forma de “L” o “U”. A causa del clima tan riguroso, en el norte existe otra variante frecuente, la <<caja-cesta>> (koshel) de dos pisos, en la que la vivienda y el granero compartían un mismo edificio cubierto por una cubierta asimétrica con un faldón corto y muy empinado sobre la parte principal de la vivienda, y un faldón más alargado que cubría un patio interior y edificaciones de uso agrícola.

 

En el centro de Rusia eran, en cambio, más pequeñas, con cobertizos y establos anexos o independientes, mientras que las del sur solían carecer de sótano y presentaban alrededor edificaciones parecidas a las de dos otros tipos antes mencionados.

 

Se construían a mano con hachas, azuelas o cuchillos, pero sin sierras, y con estaquillas en vez de clavos (el metal era caro). Estas viviendas las construía toda la comunidad, y mientras duraba el procedimiento se celebraban distintas fiestas en las fases más destacadas. 

 

Se prestaba gran atención al emplazamiento de la casa, y bajo las esquinas se colocaban monedas, lana e incienso para que los habitantes gozaran de salud y riqueza. En una de las esquinas de la isba se exponían los íconos de la familia a modo de centro espiritual de la casa. 

 

La mayoría de estas construcciones tradicionales que han perdurado, algunas de las cuales tienen quinientos años, solo se encuentran hoy en día dentro de los complejos museísticos. 

 

 

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