1968, EL AÑO EN LA MEMORIA DE MÉXICO
La represión y la cerrazón del sistema político es el combustible que enciende el auge de la guerrilla y la guerra sucia que caracterizan la década de los años setenta.
Carlos Rosas C.
Estimados InPerfectos, nos acercamos a la fecha que todo México recuerda y que será el marco para una serie de conmemoraciones al respecto, 2 de octubre “No se olvida”, en esta ocasión terminamos con el trabajo del Dr. Manuel Becerra Ramírez (Cultura Jurídica y el movimiento del 68), donde se hacen conclusiones importantes. Disfrútenla con nosotros.
LO QUE VIENE DESPUÉS DEL 68
La matanza del 2 de octubre de 1968 significó una victoria pírrica del Gobierno, pues después de tal acontecimiento el sistema quedó desprestigiado y en crisis de tal manera que el gobierno de Luis Echeverría, coautor de los hechos desde la Secretaria de Gobernación, tuvo que instaurar una engañosa apertura política, para darle aire al sistema “emanado de la revolución” sin dejar a lado el autoritarismo y el ejercicio de la fuerza pública contra los disidentes.
Apertura, reforma electoral, represión estudiantil, auge de la guerrilla urbana y rural con su contraparte “la guerra sucia” organizada por el Gobierno en contra de la disidencia y la insurrección, caracterizaron el post-68.
Si bien la terrible represión puso fin al movimiento estudiantil, aumentó el número de presos políticos en la cárcel y mostró la cara represiva del régimen lo que significó un descrédito del régimen priista y el inicio de una crisis que en parte se palió, pero que no se ha terminado, pues sigue cuestionando la impartición de justicia con base en lo que sucede con los procesos del 68.
El “aperturismo” de Echeverría cooptó o hizo caer en la trampa a muchos intelectuales de izquierda, es el caso de Carlos Fuentes quien escribe un significativo libro “Tiempos Mexicanos” en donde se diagnostica la génesis del 68, pero mal interpreta la otra gran represión del 10 de junio de 1971, exonerando al presidente mitómano de la apertura, a Luis Echeverría.
La represión y la cerrazón del sistema político es el combustible que enciende el auge de la guerrilla y la guerra sucia que caracterizan la década de los años setenta.
Empujado por la presión social el régimen priísta se empieza a abrir y a instrumentar una reforma política gradual que legaliza la participación de los partidos de izquierda y poco a poco el Gobierno va soltando el control de la sofisticada y bien aceitada maquinaria electoral hasta dejárselo a un Instituto Electoral “ciudadanizado”, que produce la alternancia en el Gobierno, pero sin que se alcance una verdadera transición de un sistema cerrado a un sistema verdaderamente democrático en donde funcione plenamente el sistema de pesos y contrapesos y controles teóricos que contiene la Constitución. De esta manera, cuando se produce, en el año 2000, la alternancia por el poder y el sistema se mueve hacia una transición, se hace urgente la participación de los juristas en el análisis de las estructuras jurídicas o bien en la reforma de ellas, rumbo hacia la creación de un Estado democrático y de pleno estado de Derecho. Es sintomático que en todo fenómeno de transición éste ha sido el objetivo fundamental; es decir, la tarea más inmediata y urgente de la transmisión es crear un sistema con instituciones que tengan plena vigencia en el marco del derecho.
Conclusiones
En su esencia, el movimiento del 68 desenmascara (le quita la máscara de legalidad y de democracia) el sistema y descubre su real cara: un sistema autoritario (una “dictadura perfecta” diría el escritor) y además pide y practica las libertades que la Constitución contiene, pero que el sistema de partido único no practica: las libertades de manifestación de expresión de las ideas, la pluralidad, la transparencia de los actos de gobierno, la democracia.
El análisis de los aspectos jurídicos, como de cualquier otra actividad (pues el 68 fue rico en expresiones no sólo políticas sino artísticas, sociales, psicológicas, y demás) presenta una oportunidad para hacer un ejercicio de comparación con el México actual, y de plano se puede afirmar que no se ha logrado crear un sistema de estado de Derecho que domine.
Todavía vivimos en un país en donde no se ha creado un estado de Derecho, no se ha dado cumplimiento a la división de poderes, todavía se sumerge en una profunda corrupción que corroe a la sociedad y sigue siendo el denominador común, con la existencia de cacicazgos feudales, herencia del colonialismo, la enseñanza del derecho esta anquilosada (a pesar de que los diagnósticos dicen que hay que cambiar los paradigmas de la enseñanza del derecho), eso se manifiesta en las resoluciones de los tribunales todavía llenos de formalismos absurdos y lejanos de la justicia.
En lo jurídico, todavía predomina una cultura “relacional” enraizada en la sociedad y no hemos sido capaces los mexicanos de crear un sistema de estado de Derecho y más cuando los grandes crímenes o violaciones a la legalidad quedan impunes (por ejemplo, los crímenes del 68, del 71, Aguas Blancas, Pemexgate, etcétera). La población tiene un escepticismo natural ante el derecho o mejor dicho ante la aplicación del Derecho. De ahí que naturalmente la creación de un verdadero estado de derecho tenga que pasar por un estricto cumplimiento de la legalidad de los operadores del Estado. Desde esta perspectiva, indudablemente las ideas del movimiento de legalidad y de democracia siguen vigentes.
No se pierdan nuestra siguiente entrega donde ya nos perfilamos al desenlace de estos especiales que sin duda nos han recordado aquellos hechos que se han quedado en La Memoria de México
#InPerfecto
Fuente:
La Cultura Jurídica y el Movimiento de 1968
Becerra Ramírez Manuel
Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de investigaciones Jurídicas, México, Distrito Federal
México (Alegatos, México, 2008, Núm. 70 Sep.-Dic, Pág. 371-394)