#InPerfecciones
Cuando todo queda entre familia la cosa es más fuerte, y la familia priista es de esas añejas monarquías mexicanas que gustan de fortalecer los lazos familiares para no morir por falta de poder.
Carlos Rosas C.
La política en México es de esos productos que mucha gente aborrece y que de cualquier manera tiene que consumir aunque la recomendación médica señale que debe suprimirse el consumo de éste producto más dañino que la carne de cerdo con clembuterol.
La historia de odio al Partido Revolucionario Institucional tiene tras de sí la estigma de la ignominia, los abusos del poder y la profunda desigualdad que de su paso por la vida nacional ha emanado. La revolución institucional se ha vuelto uno de esos conceptos que sólo evocan lo más negativo de la política, que ha permeado en todos los ámbitos nacionales porque no hay cosa que haya sido tocado por el PRI que se haya mantenido pulcra o libre de corruptelas.
El Partido Revolucionario Institucional ha ratificado el pasado 21 de agosto a Claudia Ruiz Massieu como su nueva dirigente nacional y que en su discurso de toma de protesta ha hecho severos señalamientos hacia la forma en que se ha conducido el PRI durante los últimos tiempos que seguramente calaron hondo en el sentimiento de los militantes y encaramados dirigentes del partido político que ha repartido “justicia” –su justicia- a lo largo y ancho del país y que con un cinismo exacerbado tienen el descaro presumir los “logros” obtenidos barnizados de justicia revolucionaria.
La sobrina de Carlos Salinas de Gortari, hija del extinto Francisco Ruiz Massieu ha dejado de lado el sospechosismo de partido para recibir el premio a su lealtad priista y así dirigir los destinos del partido que de manera muy “institucional” ha sido padre de los partidos pródigos que emanaron de sus entrañas para tomar la bandera de una izquierda ideológicamente deforme que recluta con discursos de izquierda y que se enriquece con acciones de derecha.
“Nos olvidamos de nuestros orígenes”, “nos dejamos seducir por el poder”, “no supimos valorar las aportaciones de nuestros militantes”, “nos acercamos demasiado a las élites”, “permitimos que otros se apropiaran de nuestras banderas”, fueron algo de la verborrea discursiva y nauseabunda de ese priismo demagógico que dijo la nueva dirigente del partido que claro que no se olvidó de sus orígenes donde la seducción por el poder de su cúpula desdeñó a su militancia y creó una élite que le heredó a sus hijos bastardos las mismas banderas discursivas que enaltecen la justicia social, los derechos, la democracia y todas esas cantaletas que escuchamos de los políticos que de necesidad, pobreza, hambre y desesperanza solo saben por lo que leen y escuchan en las noticias.
Pero como las ideas dominantes de una época son siempre las ideas de la clase que domina, debemos preguntarnos ¿si la clase que domina es un partido político con mayoría abrumadora o una élite disfrazada a la que le sobran recursos para adaptarse a las circunstancias?.
#InPerfecto