Editorial

Los tipos de Atención y la Meditación

#InPerfecciones
La meditación nos está llegando a Occidente cada vez con más fuerza desde Oriente, y a veces es entendida como una herramienta de relajación o descanso.

 

 

Alix Salas, profesora del Centro de Estudios Sophia
al_ix_29@hotmail.com

La meditación nos está llegando a Occidente cada vez con más fuerza desde Oriente, y a veces es entendida como una herramienta de relajación o descanso. Si bien la forma tradicional de hacerlo que conocemos consiste en sentarnos, permanecer inmóviles, cerrar los ojos y “no pensar”, realmente se hace un ejercicio de atención bastante más profundo.

La atención puede definirse como un filtro o selección de la información que captan nuestros sentidos del mundo externo. ¿Cómo se relaciona esto con la meditación? Vamos a ver los “pasos” que hacemos cuando meditamos. 

Cuando nos sentamos cerramos los ojos. Esto ocurre porque la información visual entrante al cerebro aumenta la actividad cerebral, al suprimirla cerrando los ojos facilitamos centrar la atención en el cuerpo: cómo está la postura, hay comodidad o no, hay dolor u hormigueo, etc. Aquí la información que estamos filtrando proviene de nuestros sentidos internos corporales. 

Luego pasamos a la respiración. Una vez que el cuerpo ya está listo, nos damos cuenta de cómo respiramos: profundamente o no, rápido o más lento. El estar atentos a ello causa que notemos estas reacciones, pero también nos permite al mismo tiempo que la respiración se vaya regulando hasta alcanzar su ritmo natural, regulándose por sí misma. 

Esta respiración, a su vez, permitirá ir regulando también las emociones. ¿Cómo me siento? Enojado, triste, agitado, desbordante, neutro, etc. La respiración es una parte fisiológica que puede ayudarnos a regular nuestras emociones. 

Y entonces sí llegamos a la mente. Seguro que hemos escuchado que lo que se debe hacer es no pensar. Sin embargo, todo en la naturaleza tiene su función propia: las plantas dan oxígeno, los ríos llevan el agua, el corazón bombea la sangre por el cuerpo, los ojos ven… así la mente piensa. La clave estaría, entonces, en ver pasar los pensamientos cual nubes. 

Aunque nuestra atención vaya pasando desde el cuerpo hasta la mente, cambiando entonces de objetivo, ella continúa haciendo su trabajo durante el tiempo que le dediquemos a hacerlo, esto se llama atención sostenida. 

En cada “nivel” que hemos ido prestando atención, observamos las sensaciones, observamos cómo respiramos, observamos cómo nos sentimos sin juzgar ni forzar, dejamos que siga su curso natural y, como vimos con la respiración, se irá regulando por sí solo mediante la práctica. A esta capacidad se le llama autorregulación. Con los pensamientos pasa algo similar: los observamos como si fueran nubes que van pasando, pero sin engancharnos a ellos. 

Aquí entra una atención un poco más “compleja”: ser capaces de mantenernos atentos en nuestro objetivo de no engancharnos ni juzgar a los pensamientos, sensaciones, etc. que vayan apareciendo. A esto se le llama atención focalizada, pues somos capaces de mantener el foco a pesar de los “distractores” que se van presentando.

Así, la mente, a través de la atención, se mantiene activa realmente. En medida en que se van trabajando así los “niveles” de la personalidad (cuerpo físico, respiración como cuerpo energético, emociones, pensamientos), en lugar de relajarnos  como tal más bien es que vamos alcanzando un estado de armonía.