#InPerfecciones
“Pesa las opiniones, no las cuentes.” Séneca
Pablo Ricardo Rivera Tejeda / @PabloRiveraRT
pricardo.rivera@gmail.com
Desde aquellos primeros momentos de la historia en los que los pueblos admiraban las inmensas planicies en las que habrían de edificar maravillosas civilizaciones con el paso de los siglos, nunca estuvo ausente de su mente el deseo de poder y superioridad. Si hacemos un repaso breve de cualquier libro de historia universal, nos daremos cuenta de cómo la única constante que prevalece sin importar el por qué, son los enfrentamientos de unos contra otros. ¿Cuándo no han habido guerras?, ¿cuándo han dejado de existir atrocidades sólo por un lugar en el trono o por una efímera permanencia en la corona? Lo curioso es que después de tanto tiempo, no hemos aprendido nada. La paz es un bello poema que se declama sin ser otra cosa más que la ilusión retórica; la idea que nunca llega a ser una realidad. Así, a través de unas cuantas palabras llegamos al presente colorido; banderas, carteles y mentiras sólo para ser el sucesor del legado presidencial.
A poco más de un año de las elecciones mexicanas, lo único que sobra son candidatos. ¿Lo único que falta?, integridad y honestidad. Las corcholatas resultaron el primer paso en una acalorada carrera para el 24, sin embargo, la oposición decidió no quedarse atrás, y bajo el emblema del “Frente Amplio por México”, se integraron a la maratón. Primero con Creel, luego con de la Madrid, pasando por Téllez y llegando finalmente a la señora X –curioso que no sea pariente del señor X Gonzalez–. Lo que quiero decir es que pocas veces en la historia del país la lista de posibilidades había vomitado candidatos de tal manera como lo hace ahora, pero no sólo eso, sino que incluso el tan “preparado y legítimo proceso” del Frente fue desmentido por aquellos que se bajaron de la contienda.
¿Qué sucede ahora? No mucho, sólo que el mundo se ha volcado para ver las opciones. Ahora todos deben tomar un lado; aquel objetivo central de la política ha quedado desvirtuado a partir de las opiniones y el encubrimiento de la verdad. ¿Cómo sabremos por quién votar? Es complicado saberlo.
Déjenme poner un claro ejemplo sobre la mesa. La ex jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum no hizo más que demostrar de lo que está hecha al aparecer en aquel viral fragmento en el que se queja diciendo: “Está muy violenta la entrevista”, demostrando lo que siempre he odiado más de la política; la hipocresía. Lo mismo sucede cuando los candidatos enfurecen al escuchar la mínima diferencia de opinión en un evento público al cual se supone que acuden de buena fe.
Aun así, lo peor es que las personas que vivimos en la cotidianeidad no nos demos cuenta de aquello, sino que decidimos de manera ciega tomar bandos sólo por nuestra necesidad de tener certeza o convicción, incluso cuando ésta sea incorrecta o mal fundada. Claro, como suele pasar hoy en día, las estrellas de las redes sociales, los “influencers”, no hacen otra cosa más que demostrar que pueden tener miles de seguidores pero eso no implica que tengan tan sólo una pizca de honestidad o intelecto.
Recuerdo cuando en una conversación se enfrentaban varias personas contra el peculiar Eddy Smol. De la nada el artista, celebridad o como se le quiera llamar declaró que lo mejor sería tener un debate con la Señora X para supuestamente dejarla en ridículo y defender a Morena que sería la mejor opción para el país. No pretendo decir que a alguien se le debería dejar fuera de un debate donde tenga la oportunidad de expresar su opinión, pero, ¿verdaderamente queremos que ésto se torne en un show en el que la mejor manera de ganar votos sea a través de las polémicas en redes sociales? A mi parecer, tal cosa sería incorrecta.
¿Qué decir de los medios de comunicación? Si bien es complejo que los grandes nombres que encabezan los más altos programas sean meramente críticos, es peor aún que personas como el señor Hernán Gómez, quien se dice ser crítico y contrario a los poderes hegemónicos afirme en público que sin importar lo que suceda, “Claudia debe ser la presidenta”. Es una farsa.
La verdad, entonces, ha llegado a un punto en que se ha convertido en el estandarte de todos pero en la realidad de nadie. La sinceridad ha quedado opacada por una boleta que no hace más que dejar a quienes menos interés tienen, en los puestos más altos que podrían soñar. Lo he dicho una inmensa cantidad de veces, pero por una vez en la vida seamos capaces de entender que no debemos dejarnos guiar por falsos ídolos o efímeros hipócritas, seamos críticos en nuestras convicciones y demos un cambio para el bien de nuestros seres queridos, pues al final, esa es la única auténtica esperanza de los mexicanos.
#InPerfecto