#Sexualidad
Rosario Aguilar
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Adentrarnos al arte erótico nos lleva a conocer a la antigua Grecia, una ciudad donde no había reparo en mostrar el afecto mutuo, donde dar afecto podía incluir desde un abrazo hasta tocar. Las muestras de afecto y sexuales entre personas del mismo sexo sin pena ni culpa de hacer algo incorrecto como suele pase hoy día era algo común, donde lo normal era la constante.
La cultura de un país, ciudad, comunidad nos permite conocer más a la gente que en esa época vivía, y es aquí en la antigua Grecia donde el culto al cuerpo perfecto lo manifestaban un cuerpo varonil, marcado una ciudad donde el deporte era evidente e importante mostrar el cuerpo desnudo en los varones y que para ellos la perfección lo daba un pene pequeño.
Las mujeres al mostrar sus senos, mostraban la maternidad, unos senos que alimentaban y daban vida a otro ser.
De las primeras referencias de homosexuales es aquí en Grecia un amor pasional que se identifica con el Pathos, –pathosse (griego)- utiliza para referirse a la íntima emoción presente en una persona u obra de arte que despierta otra similar en quien la contempla, ese sentimiento impulsivo que descontrola al hombre para hacerlo caer en la hybris,(hibris (en griego antiguo) es un concepto griego que puede traducirse como ‘desmesura’. No hace referencia a un impulso irracional y desequilibrado, sino a un intento de transgresión de los límites impuestos por los dioses a los hombres mortales y terrenales que es duramente castigada por los los mismos.) Los griegos tenían hasta una diosa, Némesis, capaz de castigar los pecados de Hybris, también madre de Helena de Troya en algunas versiones del mito. El hombre perfecto, el ciudadano que promulga el mens sana in corpore sano es un hombre moderado. Por lo tanto, parece imposible hablar de amor pasional en el mundo griego como algo positivo.
La muestra de los sentimientos, la pasión amorosa y los impulsos vitales parecen fuera de la mentalidad ciudadana porque es un amor que desequilibra. Eros o el Amor provocó un debate en un simposio en la época de Sócrates, dándonos el diálogo más complejo sobre el amor que conservamos.
Eros plantea como tema, ese dios que se entiende que maneja los hilos del matrimonio y del cortejo de los amantes homosexuales.
Muchas lecturas de la antigua Grecia nos relatan historias de un amor real y apasionado por hombres a hombres, desde hombres que en batalla mostraban su hombría y se refugiaban en la intimidad con sus jóvenes amores, otro dato interesante es que un adulto pidió apadrinar a un joven aportar de los 12 años.
El erotismo entre mujeres es un tema que generó dudas aunque las imágenes y poemas hablan por sí solos, como la iconográficamente donde tenemos una escena dudosa de situación sexual. Un Kylix conservado en el museo de Tarquinia, atribuido a Apolodoro y que nos muestra dos mujeres desnudas, una de rodillas tocando los genitales de la otra, que se encuentra de pie. Las opiniones sobre la pieza están divididas.
En cuanto a las fuentes escritas, la poesía erótica nos ha legado algunos datos sobre este tipo de relaciones. Destaca Safo de Lesbos con sus poemas de amor a las compañeras del thiasos, una especie de escuela para señoritas de buena familia donde se les daba formación de cara al matrimonio de tipo práctico, ritual y religioso en honor a Afrodita de Lesbos dedicó poemas de amor a sus compañeras donde habla de los síntomas del amor y de los efectos que provoca. La experiencia sensorial, creada a través del intimismo, se vuelve uno de los problemas que tiene la enamorada para gestionar su cuerpo frente a la pasión que la invade.
En el matrimonio, ante la sublimación del amor homosexual hace que el amor heterosexual sea estigmatizado, principalmente por la intervención de una mujer. Lo femenino se consideraba un elemento desequilibrador y difícil de controlar. La sexualidad se entienda como una lucha de fuerzas en la que el hombre debe dominar a la mujer. En el mundo patriarcal, el deseo erótico y el matrimonio son demasiado peligrosos para ser unidos. El deseo y reproducción son incompatibles y son usados en la justificación de la violación y el rapto como un medio adecuado de conseguir esposa.
Hesíodo advierte sobre los problemas del sexo marital. desaconsejaba en el verano para las prácticas sexuales por ser el momento en el que la mujer está más deseosa, pero el hombre puede perder su salud. En general, trata el tema del sexo como un intercambio desigual en el que la mujer exprime la esencia del varón. Los griegos tenían la convicción de que la mujer disfrutaba más del sexo que el hombre. En el mito de Tiresias, el único que había vivido como hombre y como mujer, éste declara ante Zeus y Hera, envueltos en una discusión sobre el placer sexual, que las mujeres disfrutan nueve veces más que los hombres. Tal declaración provoca la ira de Hera, que lo ciega como castigo, mientras que Zeus le concede el don de la clarividencia. Si bien era un topos común que la mujer disfrutaba más del sexo, esto se consideraba una muestra más del carácter débil femenino, incapaz de controlarse. Se cree que la mujer no puede renunciar a tener relaciones sexuales; de hecho, el orgasmo femenino es usado como método terapeútico hasta bien tarde en la historia de la medicina.
No obstante y pese a toda la literatura griega, tenemos buenos ejemplos de amor pasional en el mito y en la realidad. El caso más destacado es quizá la atracción sexualmente descontrolada de París por Helena de Troya, que se convierte en la mujer más sexualizada de la mitología, objeto de raptos continuo. Es quizá uno de los mitos que mejor reflejan como una situación de pasión deriva en un caos general. Pero no es el único, ya que siempre que la diosa del amor, Afrodita, interviene en la vida de los humanos.
Lo que hoy sabemos de sexualidad y el adentrarnos a estas historias antiguas nos lleva a reconocer que la sexualidad nunca a sido un mito o que a sido motivo de culpa o pecado o remordimientos, quizá podamos aprender a ver el cuerpo como la belleza que es, quizá las mujeres aprendieran a disfrutar una relación sexual, quizá los hombres podrían manifiestar más su hombría, sea para llegar al lado de su inigualable joven amor o su inigualable “Helena”, quizá homosexuales y lesbianas ejercieran abiertamente su deseo y amor a sus parejas y los demás; no nos escandalicemos por manifestar su libre elección. Quizás y solo quizás estas historias de la antigüedad nos deje reflexionar y sacar partido de algo positivo para cada quien.
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