#InPerfecciones
Eso de la descalificación, criminalización, sospechosísimo, y encono ideológico ya nos gustó, y esa es la tendencia con la que se esgrimen las más elevadas opiniones en el día a día de este todos contra todos.
Carlos Rosas C.
Hablar de polarización o coyuntura nos haría redundar como el sin fin de opiniones referentes a lo sucedido el pasado 18 de enero en el municipio de Tlahuelilpan estado de Hidalgo. Las imágenes, videos, informes y opiniones han circulado sin descanso dejándonos la piel fría cuando vemos los cuerpos calcinados o el traslado de sobrevivientes totalmente desorientados con quemaduras casi en la totalidad de su cuerpo.
Es de una complejidad tremenda tratar de digerir las causas que provocaron tan lamentables sucesos en los que el camino fácil ha sido culpar al ejército o al Gobierno federal por actuar con tanta laxitud ante una turba embriagada por los vapores de la fuga de gasolina, y por otro lado las voces que sostienen el merecimiento de semejante muerte o escarmiento mediante el fuego por el ilícito que se cometía antes de la fatal explosión, pero, para agregarle “calor” a la discusión hay opiniones que censuran la falta de humanidad de quienes celebran el deceso de los participaron en el fatídico “aquelarre”, postura que también es respetable, aunque lo que ya no es natural la normalización de la violencia y los decesos ante los ojos de todos.
Suponiendo sin conceder que lo sucedido el pasado viernes fuera premeditado por parte del crimen organizado en un maligno plan para exaltar cada postura y generar un ambiente de polarización sin precedentes, de algún modo logró su cometido porque nos ha exhibido como sociedad ante la falta de consensos, ha exhibido el rencor y la manera en que se reacciona ante aspectos en los que se encuentra implícita la moralidad en el marco de la distribución de la “cartilla moral” con la que también muchos se engancharon en la rabieta de un supuesto intento de adoctrinamiento. Y queda una vez más de manifiesto que los cambios de régimen nos sientan muy mal ideológicamente por la falta de madurez política que demostramos cuando en el debate de las ideas y las propuestas se descalifica por “default” a la persona y no al argumento, y desafortunadamente así no es posible construir en absoluto un marco beneficioso para el país.
Estamos en la época donde si no estas conmigo estas en mi contra, donde manifestar simpatía por la derecha es ser amigo de la mafia y manifestar simpatía por la izquierda es desear la instauración del comunismo, y lo cierto es que la clase política –de izquierda y derecha- ha mantenido sus posiciones desde nuevas trincheras, y mientras “el pueblo” celebra los estertores de unos partidos políticos, la fuerza que toman otros con la adición de los desertores, y, entre la sociedad civil el disgusto, el rencor de clase y postura política genera el alimento que necesita un gobierno que solo requiere una mayoría y alianzas en las cámaras para instaurar un modelo de país con una aparente ideología renovadora que no podrá sacudirse la presión de todos los acreedores externos con los que los compromisos económicos no se pueden deshacer.
El enfrentamiento ideológico que estamos experimentando nos deja en la indefensión total para poder argumentar objetivamente si la estrategia de seguridad es correcta o si la implementación de los programas sociales busca el impulso y desarrollo de los más desfavorecidos económicamente. Al final del día, la culpabilidad de cualquier hecho de mediana o alta magnitud se diluye en el inmenso mar de las reyertas “twiteras” en las que nadie está dispuesto quedar en ridículo cuando de emitir juicios de valor se trata, y mientras eso ocurre la vida en la “política cupular” sigue su curso.
#InPerfecto