#Cultura
“Como mencionaba un profesor, cuando tomaba clases en la universidad con él: “los mitos sirven para entender a la sociedad a la sociedad, para darles un origen a una determinada sociedad”. Y luego cambiaba de tema hablando de vacas, moscas y caca para dar a entender su punto, el cual terminaba más reforzado por su punto.
Ricardo Sandoval / @LuisRSandoval5
luizandcar18@gmail.com
Para retomar nuestra conversación con Ítalo Calvino, tras un mes de descanso, hay que recordar que su ensayo Por qué leer a los clásicos, nos da algunos puntos (doce en total), sobre porqué es importante hacer esa introspección. Ya hemos pasado desde las famosas oídas de nuestros conocidos, amigos o familia, que nuestros clásicos pueden ser cualquier libro, aunque no esté necesariamente dentro del canon, hasta el hecho de que una vez leídos, entra en nuestro capital cultural. Los podemos releer cuentas veces sean necesarias y siempre aprenderemos cosas nuevas o vemos desde otra perspectiva una u otra situación.
Ya que retomando el punto número siete de su ensayo, nos dice lo siguiente:
7) “Los clásicos son esos libros que nos llegan trayendo impresa la huella de las lecturas que han precedido a la nuestra, y tras de sí la huella que han dejado en la cultura o en las culturas que han atravesado (o más sencillamente, en el lenguaje o en las costumbres).”
Esta parte se puede considerar como algo obvia. Ya que al estarlas leyendo, los personajes nos hacen recordar situaciones que ya hemos vivido, incluso. Esto se debe a que hay una conexión entre los mismos personajes, el narrador y el lector. Ahora bien, como lo marca la norma, cada uno de los escritos, por diferente que sea su género, implica una crítica o reflejo a su propia sociedad. Por ejemplo, ahora que vivimos en una pandemia, muchos de los libros que salgan serán inspirados por lo que estamos viviendo ahora.
Así como pasó con Diario del año de la peste. Dicha pandemia ocurrió en Inglaterra en 1665, pero que tiene una curiosidad muy grande: el autor, Daniel Defoe la escribió en 1722, casi sesenta años después de ocurrida. Además de eso, al propio autor le tocó vivir dicha pandemia ya que tenía cinco años cuando ocurrió.
Pero no se enfoca únicamente en mostrar cómo se vivía en dicha época, ya que en la misma construcción de los escenarios, de sus personajes, sobretodo del principal que narra su paso por los diferentes barrios, las casas, las personas y todos los sucesos ocurridos con mucho detalle, además de aplicar algo que a muchos fans de las estadísticas y de las “fake news” les gusta: la manipulación de las estadísticas.
Pero por ahora no nos centremos en las “fake news” y las estadísticas, que, aunque parezca increíble, tiene su lugar dentro de las artes. Vamos a cambiar completamente de juego, pero siguiendo en la misma tónica que el puesto número siete de nuestro conteo. Así como se dice que el Quijote de Cervantes es un libro que se tiene y se debe de leer, también está la misma Odisea de Homero. Si eres fan del género fantástico, tenemos a Edgar Allan Poe como uno de sus máximos representantes. También tenemos a Dostoievski y sus infinitas y largas obras que critican a la sociedad rusa de su tiempo. Como se mencionó antes, todas y cada una de las obras literarias nos muestra la manera en que se vivía en la época en que fueron escritas.
Ahora bien, en el punto número ocho menciona lo siguiente:
8) “Un clásico es una obra que suscita un incesante polvillo de discursos críticos, pero que la obra se sacude continuamente de encima.”.
Esta parte está muy relacionada con el punto anterior. Todo se debe a que creemos o intuimos que el libro nos va a enseñar algo que ya sabemos. Se considera como si fuera moralista o redundante. No siempre es el caso. Por ejemplo, tenemos el caso de la misma Biblia. Muchos estudiosos del tema (teólogos), se enfocan en la parte de la creación y buscan hasta lo más mínimo para confirmar sus teorías y desechar otras que no les convengan. Así mismo, habrá alguien que considere a la Biblia como un libro de aventuras. Otros más como las enseñanzas de Jesús, por medio de parábolas, y su legado como el profeta y el enviado de Dios. Eso no le quita seriedad ni lo hace menos ante una sociedad tan alejada de Dios. Ya que, para ser ateos, gracias a Dios, es porque creen, en el fondo, que Dios existe. Es una paradoja. Como mencionaba un profesor, cuando tomaba clases en la universidad con él: “los mitos sirven para entender a la sociedad a la sociedad, para darles un origen a una determinada sociedad”. Y luego cambiaba de tema hablando de vacas, moscas y caca para dar a entender su punto, el cual terminaba más reforzado por su punto.
El siguiente aspecto trata del punto número nueve: “Los clásicos son libros que cuanto más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inesperados, inéditos resultan al leerlos de verdad.”.
Este es un punto importante ya que el proceso de la lectura (o en general de algo que nos guste hacer), es porque hay que hacerlo con amor y no por obligación. Sí, suena muy romántico y hasta de una utopía que todos podamos realizar lo que nos gusta sin que existiera la obligación.
Así mismo, la escuela debe de hacer que conozcas los clásicos. Aquí en México existe un programa llamado “21 para el 21”. Dicho programa trataba de liberar millares de clásicos mexicanos a las partes más pobres y remotas del país. Salió originalmente en septiembre u octubre del año pasado se anunció con bombo y platillo y “ahora sí, los niños de México, los más necesitados van a poder leer”. En principio suena muy bien, ya que es un acercamiento muy importante a la población infantil a este nuevo mundo y que poco a poco empiecen a tener su propio capital cultural. No obstante, simplemente regalar libros a diestra y siniestra no es suficiente para que se forme dicho hábito. Además, hay muchas regiones en México donde el idioma principal no es el español. Cada una de esas regiones tiene su propio sistema de comunicación, su propio lenguaje. De igual manera, el trabajo de los profesores, en la casa para que los niños y los adultos lean, simplemente se queda en el discurso.
Por supuesto que es una gran idea que los niños lean, que sepan de la historia (en el caso del programa “21 para el 21”, sobre la historia de México), solo que hay demasiados factores como para que la respuesta sea un masivo “saquen muchos libros y así se fomentará la lectura”. Ahora bien, la pregunta que queda abierta es: en el caso de que el programa funcione en su totalidad, ¿Qué libros serán los clásicos para estos nuevos lectores?, ¿serán los del “21 para el 21” u otro, aunque no esté escrito por un latinoamericano(a)? Pero ya me desvié mucho, gracias “a la mafia del poder de la lectura”. Eso me pasa por leer Historia de la literatura Náhuatl, de Ángel María Garibay, Retrato del artista cachorro (o adolescente, según la región y la traducción), de James Joyce, los cuentos de Borges, y un larguísimo etc.
Por consiguiente, en las lecturas que se hagan de manera desinteresada o al azar, es que puedes encontrar tu nuevo clásico. Puede ser una de las sagas juveniles, menospreciadas y que se hablará en otra ocasión; algo tipo Crepúsculo, las obras de Stephen King, Horacio Quiroga, Simone de Beavoir, Mario Vargas Llosa. Solo que, y ya para terminar la “clase” de hoy, la mafia de poder y el quién es quién de las mentiras, no tienen nada de injerencia en las lecturas que se hagan.
¡Hasta la próxima!