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MARIANA ENRÍQUEZ, EL TERROR DEL CANON DE TERROR

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“Ahora, lo magnifico de la obra de Mariana Enríquez es la misma sutileza con que retrata la cruda realidad latinoamericana”.

 

 

Ricardo Sandoval / @LuisRSandoval5
luizandcar18@gmail.com 

 

Mariana Enríquez (Buenos Aires, Argentina, 1973) irreverente, autodidacta y que rompe con el “canon” literario al escribir el género del terror. Desde Mary Shelley, autora de Frankenstein, Daphne Du Maurier, con The Birds, llevada a la pantalla grande por Alfred Hitchcock, Shirley Jackson, quien escribió la que es considerada como la mejor obra de terror por el propio Stephen King (y con la que llego a acordar), pasando por una autora mexicana, Patricia Laurent Kullick, ganadora del Premio Nuevo León de Literatura con su libro El camino de Santiago.

 

Como vemos, hay muchas más mujeres que escriben sobre el terror, sobre lo paranormal, y que se las han visto, hace unos siglos atrás, muy difíciles para publicar usando seudónimos. Afortunadamente ya vivimos en otros tiempos. Es como lo dice la propia Mariana Enríquez en una entrevista realizada en el 2020: “Es un fenómeno verificable que cada vez se publican más libros escritos por mujeres, un poco gracias a la ola feminista que hoy tiene una fuerza muy grande en el mundo. Pero no sabría decir si ahora hay más mujeres que escriben o si en realidad hay más editoriales que las buscan.”. Al mismo tiempo, la propia Mariana especifica: “no existe la literatura femenina”.

 

Esto por si solo puede causar algo de caos, pero así es la misma naturaleza atrevida, provocadora de Mariana Enríquez. Autora del libro Bajar es lo peor, publicada en el “lejano” 1995, tardó diez años en publicar su siguiente novela, Como desaparecer completamente. Todos sus libros y en el que me voy a enfocar en un momento más hablan sobre apariciones, asuntos esotéricos, sensaciones, inquietudes, casas embrujadas y crímenes con la facilidad en que hablamos con un amigo o amiga y lo tenemos al filo del asiento todo el tiempo. 

 

Asidua cinéfila y fanática del género del terror, está sumamente influenciada por las mismas películas de Hitchcock, así como de los libros de Stephen King, considerándolo su mayor inspiración. A pesar de no tener una formación académica como escritora, ni tomar en cuenta a la crítica literaria porque conoce a muy pocos autores. Hablando brevemente de críticos, si Harold Bloom, aquel emblemático “defensor de la buena literatura” siguiera vivo, seguramente ya hubiera considerado a Enríquez como literatura basura, ya que así consideraba al autor de IT, Carrie, etc., así como llegó a tener conflictos contra Harry Potter, pero ese es tema de otro apartado. Otras de las influencias de esta autora argentina son Emily Dickinson, H.P. Lovecraft, Ernesto Sábato, entre otros. 

 

Enríquez es la directora de Letras del Fondo Nacional de las Artes. Bajo su dirección, limitó a tres de los géneros las próximas propuestas a convocatorias: al terror, el fantástico y la ciencia ficción.

 

Ahora, lo magnifico de la obra de Mariana Enríquez es la misma sutileza con que retrata la cruda realidad latinoamericana, especialmente la argentina.  Por ejemplo, ella hace mención que “el terror de hoy no puede ser el de las casas embrujadas y los cementerios, tiene que incorporar una dimensión contemporánea”. 

 

Es decir, al usar elementos de la vida diaria, nuestros trabajos diarios y contra la sociedad que automáticamente catalogaría a alguien que ve espíritus como “loco” y el peso que eso conlleva a cada uno de los personajes de su libro de cuentos Las cosas que perdimos en el fuego, volviendo creyente a los propios incrédulos porque considera al terror como una manera de representar a la sociedad.

 

Como lectores de su obra, provoca que estemos más atentos a nuestros alrededores, a aquello que damos por hecho. No teme en hablar de las dictaduras en Argentina y Paraguay, ni del Petiso Orejudo, un asesino serial de niños a principios del siglo 20 en Argentina y darle una sensación de que dicha persona sigue viva.

 

Habla también de drogas, de sexo, de apariciones, de casas embrujadas que desaparecen niños, del desamor, de supersticiones, incluso de monstruos que viven bajo un río muerto, donde curiosamente se puede interpretar dicho cuento como una crítica a la destrucción ambiental, lo cual ha sido desmentido por la propia autora. 

 

Dicho cuento se llama Bajo el agua negra y relata la historia de Marina Pinat, una fiscal e investiga el presunto asesinato de un par de jóvenes, que fueron lanzados al “Riachuelo”, a las cercanías de una villa a las afueras de la ciudad. Debido al extremo de la contaminación de dicho Riachuelo, muchos niños tomaban el agua y se enfermaban; incluso “Y algunos de los más chicos, habían empezado a nacer con malformaciones”. Durante dicha investigación, Marina conoció a un cura que perdió la fe. Tras el interrogatorio a un policía involucrado y cuando ya se iba, aparece una chica embarazada que le explica a Marina la aparición de uno de los chicos ahogados en el Riachuelo. Al ir a investigar, en dicha villa se encuentra con una calma nunca antes vista, hasta que la murga, una fiesta similar a un carnaval o una fiesta patronal se escucha a lo lejos. Dicha murga celebra a “algo” que vive en el Riachuelo.

 

Mariana Enríquez rompe con la tradición de un género sumamente inexplorado en Latinoamérica, donde creemos que el terror son “casas embrujadas” y situaciones como las de Viernes 13, Chucky y demás películas de dicho género. 

 

Modifica y le da un nuevo giro a lo que se conoce como literatura tradicional.

 

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