#InPerfecciones
La reflexión sobre la jornada electoral del próximo 6 de junio debe estar orientada a convertirla en lo que se ha tenido a bien llamarla como la elección más grande de la historia en México.
Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx
Terminan las campañas electorales, todo el mundo a velar armas para preparar la estrategia según el escenario que se presente el próximo domingo 6 de junio por la noche cuando empiecen a circular los primeros resultados preliminares, las campañas han sido desgastantes, virulentas, violentas y en muchos casos nauseabundas, la oferta política es de muy baja calidad, el reciclaje de propuestas es el triste recordatorio de los grandes pendientes que tiene el país, todos hablaron de combatir la pobreza, el hambre, el desempleo, la inseguridad etc., temas de los que cada tres o seis años seguimos escuchando como habrán de resolver con honestidad, buen gobierno, cercanía con el pueblo y un sin fin de promesas de campaña para atraer la simpatía y el voto de lo que no han dejado de considerar el botín político por excelencia, ese botín que les otorgará la posibilidad de detentar el poder para satisfacer los apetitos políticos de las altas cúpulas.
La coyuntura política ha permeado a lo social confrontando a todos los sectores del país, pero, ¿qué tan real es esa coyuntura política? ¿es real o solo es una simulación?, las fuerzas políticas se encuentran en un momento de reconfiguración, los que fueron “enemigos” naturales hoy se dan la mano, los que formaron parte del partido hegemónico hoy se ostentan como actores y promotores del cambio, los que desdeñaron y cerraron los ojos ante las necesidades de los ciudadanos hoy se jactan de ser muy cercanos al pueblo, en fin, podríamos estar frente a la materialización del mundo al revés; la clase política se apropió del lenguaje “popular” para montar un tinglado desde el que se lanzan potentes discursos descalificando a los contrincantes, abonando a la narrativa de la confrontación violenta en la que todos son culpables de actos de corrupción o abusos de poder, es decir, las campañas electorales se convirtieron en una pasarela de corruptos chantajistas.
Si, de entre toda esa “fauna” de políticos chantajistas hay que elegir quizá al menos peor, pero, ¿cuál es el menos peor?, buena pregunta, de hecho esa es la pregunta del millón. El debate –si es que así se le puede llamar- se encuentra en la consigna de arrebatarle al partido en el poder la mayoría en el congreso para frenar la concentración del poder en un solo hombre, que, de algún modo se antoja sensato, sobre todo cuando la tónica de las implementaciones de Gobierno se encuentran orientadas a “complacer” –en teoría-solamente al sector que lo posicionó en la silla presidencial -30 millones de votantes- porque es el sector que –en teoría- aplaudirá todas y cada una de las ocurrencias o disparates que provengan de Palacio Nacional.
Sin embargo, nada nos asegura que las diezmadas fuerzas políticas opositoras tengan la panacea en las manos, su virtud radica únicamente en la voluntad que han demostrado por no perecer víctimas de sus propios errores; montados en una narrativa reaccionaria, solo han atinado a responder con la misma verborrea que el Presidente y compañía les recetan cada que necesitan señalar a un responsable del mal estado de las cosas para desviar la atención y no asumir la responsabilidad que tienen como Gobierno que son, es decir, la oposición se encuentra convertida en el “sparring” de la Cuarta Transformación.
Sería sumamente descabellado tratar de defender lo indefendible, si ponemos en la balanza la actuación de lo que hoy es la oposición, pecaríamos de mala memoria, después de todo, si hay un responsable directo de que el día de hoy tengamos un Gobierno sumamente populista y clientelista, es precisamente esa oposición que estiró demasiado la cuerda desencadenado un hartazgo que desembocó en la instauración de la 4T.
El asunto es que la 4T resultó un experimento muy caro, una fuerza política ensamblada con partes recicladas de lo más recalcitrante de la política en México, un grupo de políticos encabezados por un personaje que se ha dedicado a enaltecer el rencor de clase, un personaje que ha puesto el pie sobre la Constitución y las instituciones so pretexto de hacer justicia social aunque ésta se encuentre al margen de la ley, fomentando la discrecionalidad del uso de los recursos públicos y la opacidad en materia de transparencia de la información, un personaje que ha traicionado el discurso que fustigaba la militarización del país otorgando un control desmedido al sector castrense.
En síntesis, la reflexión sobre la jornada electoral del próximo 6 de junio debe estar orientada a convertirla en lo que se ha tenido a bien llamarla como la elección más grande de la historia en México; votar es un derecho que ha costado mucho, desdeñarlo o minimizarlo contribuye a socavar la democracia, es una forma de manifestar desacuerdo o la legitimación de un proyecto de Gobierno, sin embargo, el trabajo en materia de conciencia y cultura política no debe reducirse al ejercicio del voto, debemos asumir que los ciudadanos somos una colectividad que elige, también tenemos que asumir la responsabilidad de exigir que se cumpla la ley y que se gobierne para todos, el fanatismo y la miopía solo benefician a la cúpula en el poder, debemos recordar que la clase política por antonomasia es una clase represora a la que se le debe cuestionar y regular, la memoria debe estar presente para recordar que cualquier clase de extremismo que se aferre al poder terminará por aplastar a la democracia afectando incluso a los que un día pensaron que el cambio era posible votando por la misma fórmula disfrazada de oveja populista.