Sexualidad

SERVIR, SIN COBRAR, ES TAMBIEN OPORTUNIDAD.

#Sexualidad
SERVIR, SIN COBRAR, ES TAMBIEN OPORTUNIDAD.

Dr. Juan Manuel Carvajal Blancas
Juanmanuel.carvajal@inperfecto.com.mx

Transcurrían los años de 1996 a 1997 cuando realicé mi Servicio Social de Psicologia en el Hospital General de la capital de Puebla, participando en el programa de atención para personas hospitalizadas

Mi jefa del área de Salud mental fue esta mujer a la que le tengo gratitud y cariño entrañable: la Mtra. Alicia Montero Clavel, una extraordinaria Psicoterapeuta Gestáltica, con quien conocí, más que en las aulas de mi Alma Mater BUAP, las bases espistemológicas y la práctica del Modelo Humanista, pero sobre todo, la sensibilidad para acompañar los procesos personales con ética, responsabilidad y amor.

Alicia tenía, además de sólidos conocimientos en las áreas de la Psicología y la Psicoterapia, mucha experiencia y una aguda intuición de bruja, que combinaban de forma excelente con su preciosa calidad Humana. Así como era una mujer enérgica, directa, confrontativa en su forma de acompañar, sabia también acariciar el alma cuando hacerlo era necesario, en ese sabio equilibrio entre brindar apoyo y otras veces frustración en sus acompañamientos.

Recuerdo que, además de todo lo que nos enseñaba y compartía de su experiencia, diariamente nos supervisaba en nuestra labor de atención a las personas en hospitalización.

Los pasantes y prestadores de servicio social, hacíamos círculos de lectura, exposición de casos y todos los viernes con ella teníamos psicoterapia de grupo; además del cotidiano trabajo administrativo del área, para informar a la jurisdicción de la Secretaria de Salud la atención brindada.

Cuando cumplí el número de horas acordadas y liberé el requisito obligatorio de mi servicio social, en vez de despedirme, le pedí a Alice quedarme más tiempo para seguir aprendiendo de ella. Aceptó. Eso sí, sin compensación económica alguna, en esta continuidad que por iniciativa propia haria. A cambio recibiría la oportunidad de continuar apoyándole en las actividades que ella me pidiera. Me sentía agradecido, dichoso de esta oportunidad.

De vez en cuando, Alice me permitía hacer las entrevistas de sus consultas iniciales. Confiaba en mi y me miraba también avanzando en mi preparación y experiencia.

Como con Alicia, procuraba acercarme a profesionistas de los que podía aprender. Con mis amigos de la época, brindaba talleres y charlas gratuitas a escuelas tanto públicas como privadas, empresas y organizaciones de gobierno.
Muchos profesionistas jóvenes discuten en la actualidad que toda labor desde el inicio debe ser remunerada económicamente y de forma satisfactoria, apelando a lo justo, aún cuando carezcan de experiencia.

Mi sentir ha sido diferente: yo empecé sirviendo, invirtiendo tiempo, esfuerzo y dinero en aprender, en estar cerca de la personas expertas. Lejos de sentirme explotado por no recibir un pago, me sentía afortunado de que tenía un lugar cercano a quien miraba en ese momento grande (y así continúo mirando a personas como mi Maestra Alicia).

Mientras colaboraba con ella, viajaba diariamente en cuatro transportes públicos de ida y vuelta, de norte a sur de la Ciudad para seguir por las tardes estudiando en la Universidad, al tiempo que, por las noches trabajaba algunos días de la semana como vigilante de un hospital. Para ese entonces me hacía ya cargo de mis gastos y de mi vida, sin el apoyo económico de mis padres, tan sólo y suficiente, sus bendiciones y con eso me bastaba.

Pero tenia sueños en mi mente, más en mi alma y mi hambre de triunfar era más grande que aquella que me invadía en ocasiones por las tardes cuando quedaba con apetito al terminar la torta, la memela o el guisado (según se pudiera) para seguir el trayecto.

En mis más personales anhelos quería ser algún día como ella, como Alicia, a la que consideraba una gran psicoterapeuta, la mejor. Me sentía afortunado de seguir sus pasos, de apoyarla, de aprender de ella todos los días.

El tiempo pasó y me despedí del Hospital y de su supervisión. Poco después, a mis 24 años de edad y siendo apenas Pasante de Psicologia, vino mi primera oportunidad laboral, como encargado del área de Psicologia en el Reclusorio Regional de Tuxtepec, Oaxaca Sabía que pasarian algunas quincenas para recibir mi primer pago y había que elegir mudarme, sin conocer a persona alguna en esa Ciudad, sin familia allá, sin dinero para pagar un departamento con todos los servicios o quedarme en la Ciudad ya conocida, donde tenia mayor apoyo famillar. Me aventuré sin más recursos que apenas lo básico, con la seguridad de quien tiene toda la confianza y experiencia en sus pasos aprendidos. Alicia me habia dado unas alas preciosas para volar y ese era mi primer trabajo profesional remunerado en Tuxtepec y me sentía fuerte, listo, seguro para ejercerlo. Llevaba conmigo, en una pequeña maleta las enseñanzas de ella, su pasión por la psicoterapia, sus experiencias compartidas, su amor y su cariño para mí. Esa era mi ganancia y descubría con alegría lo que había yo sembrado todo ese tiempo.
Ya no era un novato y la gente también percibía mi semtimiento de confianza, porque siendo un “chamaco” apenas de 24 años, hacía mi labor con pasión para las personas a quienes servía y con quienes en ese entonces colaboraba.

Tiempo después, realizaría mi Tesis de licenciatura con el titulo: “Experiencia clínica en centros penitenciarios del Estado de Oaxaca; un enfoque Humanista”. Y se la dediqué a Alicia.

Desde 1998 al día de hoy han pasado tantas cosas y he seguido sembrando, construyendo y cosechando y cada etapa es también una versión nueva de mí.
Hoy tengo resuelta ml vida laboral, gozo de estabilidad, abundancia e independencia en mi labor tanto institucional, como privada; mi agenda está felizmente cubierta de atenciones y sigo creciendo personal y profesionalmente.
Hoy puedo decir con satisfacción y alegría que soy un hombre afortunado por haber aprendido de Alicia y de aquellos profesionistas que, sin pagarme un sólo peso, me dieron su mejor legado: su experiencia para que pudiera yo ser quien hoy soy.

Afortunado de haber mirado oporunidad, donde muchos esperan tan solo recibir y ganar.

Si tienes la oportunidad de aprender de los grandes, abre tu experiencia y tu consciencia para recibir lo mejor de ellos. Te aseguro que lejos de perder, estarás sembrando en experiencia y la cosecha es exquisita cuando además de ganar, reservas un espacio de tu labor, también para servir.

Hoy, a 27 años de distancia, de haber coincidido con ella y de haber mudado y mutado tantas veces, de haber crecido tanto y de seguir haciéndolo, me sigue llenando el Alma de gratitud y cariño, continuar siendo en su corazón de Alice, cuando me habla con el cariño que le distingue, sencillamente “Juanito”.

 

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