#InPerfecciones
“Luego, sobra decir que el mexicano es a veces su propia némesis dada su ciega decisión y su exánime convicción.”
Pablo Ricardo Rivera Tejeda / @PabloRiveraRT
pricardo.rivera@gmail.com
El día del niño, celebrado el pasado domingo 30 de abril, es siempre una de las celebraciones más vívidas que tenemos en México; o al menos lo es su significado. Todos alguna vez fuimos niños; alguna vez tuvimos todos aquellos sueños y deseos que se pintaban alegremente en el embravecido río de nuestra imaginación. Los niños –me atrevo a decir–, tienen una cualidad única: su inocencia. Sin embargo, es importante mencionar que no me refiero a una inocencia que comprenda del todo el sentido de pureza, sino una inocencia por actuar con la verdad y honestidad; una inocencia que permite creer que todo es posible; y una felicidad, que como muy pocas, es capaz de remediar hasta los más amargos días. Por tanto, quise comenzar esta columna con un breve mensaje: seamos, incluso frente a los más grandes pesares, niños en nuestro interior. Busquemos ver la magia en cada día y seamos capaces de asombrarnos por cada puesta de sol; pues los niños, mejor que nadie, saben que en cada cosa ordinaria hay un infinito de cosas extraordinarias.
Hace un par de semanas aconteció el primer debate por parte de las candidatas a la gubernatura del Estado de México (EDOMEX). Por primera vez observábamos a dos mujeres con ideales distintos e ideologías distanciadas, no obstante, con el objetivo en común de ganar aquel puesto de elección popular. Una, Delfina Gómez, candidata de Morena y los partidos en coalición –te comparto una columna anterior que escribí sobre ella: https://inperfecto.com.mx/2022/08/10/sepulturera-luego-candidata/–. Por otro lado, Alejandra del Moral, miembro del partido que hasta el día de hoy ha sido monarca indiscutible del Estado. Para ser honesto, yo estaba ansioso por analizar y ver el encuentro –pensando que sería uno en el que al menos tendríamos propuestas claras y argumentos sólidos–, sin embargo, no pasaron ni diez minutos cuando me di cuenta del infierno pornográfico que estaba observando a través de YouTube. Para empezar, el discurso de las candidatas fue desde un inicio, lamentable. Las hojas que no dejaban de leer sólo exponían dos incómodas verdades: las debatientes además de carecer de convicción y sinceridad, no tenían el mínimo interés por el pueblo o por renovar la política mexicana.
¿Qué puedo decir? Es preocupante que una persona que aspira a ser gobernadora de un Estado no sepa diferenciar el norte del sur, o peor aún, que tenga el cinismo y la poca dignidad que le hace negar lo que fue corroborado por la ley. En el artículo del que te comenté en un inicio, explico todo el quehacer de Delfina en las filas de la corrupción. Empero, sería el mejor de los males que la candidata sólo pecara de cierta negligencia o desconocimiento, tristemente no es así. Además de lo ocurrido en Texcoco durante su administración como presidente municipal, no podemos mencionar tan sólo un aspecto rescatable de su gestión en la Secretaría de Educación Pública. Aún recuerdo la náusea que sentí cuando dijo, palabras más palabras menos: “Mi familia me conoce, mis amigos me conocen, saben quién es Delfina”. Esa frase fue su “argumento”, mejor dicho, falacia, para desmentir aquello de lo que se le acusa, aquello de lo que ya hubo un fallo del Tribunal afirmando su culpabilidad. Es increíble, hay pocas cosas que me hacen sentir tan impotente como lo hace el que una ladrona y corrupta tenga posibilidad de liderar el EDOMEX. ¿En qué México vivimos? Me vienen a la mente los comerciales de hace tiempo sobre Alfredo del Mazo –cuando era candidato–, en los cuales juraba y prometía que nadie volvería a ser víctima de un asalto, sobre todo de aquellos tan característicos que suceden en las combis. Hoy, revivimos aquellas falsas promesas enterradas en el olvido del mexicano, que perdona y encumbra a los inmorales siempre y cuando sepan mentir con destreza. Hace poco escribía que uno de nuestros peores enemigos como sociedad era la nada mexicana, es decir, aquella indiferencia y sumisión que mostramos con los dinosaurios de la política, y temo confirmar que es cierto, hay veces que, tal como decía Hobbes: “homo homini lupus”, que quiere decir: “el hombre es el lobo del propio hombre”. Luego, sobra decir que el mexicano es a veces su propia némesis dada su ciega decisión y su exánime convicción.
Bueno sería que la campaña por la gubernatura del EDOMEX fuera el único de los problemas, pero claro, ésto ya sería extravagante para lo que nosotros, mexicanos, estamos acostumbrados a presenciar. Son también noticiosas las protestas que han ocurrido en el Senado de la República. Durante esta semana, cuando cerró el segundo periodo ordinario del año legislativo, se tuvieron muchos problemas dada la ausencia de tiempo, la sobrecarga de trabajo y la falta de necesario consenso entre bloques políticos –a saber, Morena y el bloque de contención–. Con todo, lo más controversial fue la ausencia de nombramientos para el INAI (Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales). Sabemos que desde hace tiempo el equipo del INAI ha estado incompleto, teniendo ausencia de varios comisionados, sin embargo, por el constante enfrentamiento de esta institución y el titular del Ejecutivo Federal, no se han podido concretar tales pendientes. Así, el derecho a la información y la transparencia que tenemos los mexicanos, ha sido subyugado a los intereses presidenciales. Se supone que, en una sociedad que se rige por la división de poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), detallado en el artículo 49 constitucional, no debería haber una fe ciega del Legislativo para con el Ejecutivo, siendo que gran parte de los problemas de este gobierno se traducen en eso: fanatismo. Por lo anterior, la agenda legislativa ha seguido con su curso y los nombramientos no se han dado bajo ninguna circunstancia, incluso cuando los senadores de Va X México han tomado la tribuna y la Mesa Directiva haciendo que los demás legisladores –sobre todo de Morena y sus aliados–, culminaran el periodo legislativo en la antigua sede del Senado –en Xicoténcatl–. Ésto parecería algo inocente, pero implicó que en esa última sesión todo se aprobara sin tener la presencia de la oposición. Por ejemplo, la afamada reforma que conlleva reducir la edad para ser diputado a los 18 años y secretario de Estado a los 25. Sin duda alguna, lo sucedido en esa ocasión no fue sino la muestra de lo que Morena pretende hacer; criticar la hegemonía legislativa para ser ellos los únicos en el poder. Por tanto, los jóvenes de 18 años podremos ser elegidos miembros de la cámara baja, pero, al mismo tiempo, no podremos tener transparencia o acceso a la información por el capricho del escaño.
Es en estos momentos cuando de nuevo, dejando de lado estupor del observador, tenemos que ser conscientes del ejercicio político que tenemos en México; uno que a veces los simios realizarían de mejor manera. No es necesario tener una gran capacidad de análisis para advertir el fracaso de estos últimos días en materia de leyes; ¿cómo es posible que los supuestos “defensores de la legalidad” no hagan más que golpear a los que toman tribuna o despotricar como pocos? Esa imagen del senador Cravioto es ilustrativa para lo que narro con anterioridad. Los gritos –ya característicos, por cierto– de la senadora Kenia López Rabadán, los insultos de su compañera Téllez, entre otras figuras, componen un escenario más dantesco que el propio Infierno por que el Virgilio conduce a Dante. Algunos senadores caerían pues, en el círculo de la tibieza –por no tener convicción ni valentía para defender sus ideales–, algunos otros residirían en el círculo del fraude –uno de los más profundos–, y finalmente, la mayoría de ellos por no decir todos, quedarían sumergidos en el círculo de la traición, junto con Judas, que, al igual que ellos, fue capaz de venderse por unas cuantas monedas de plata.
En estos momentos pecaría de iluso si dijera que debemos levantarnos para pelear en contra de las injusticias y fraudes de aquellos que lideran el país, pero si bien esto es en demasía complejo, sí podemos comenzar a cuestionarnos qué queremos hacer para el México de mañana. Un ejemplo muy claro es la votación para elegir a la próxima gobernadora del EDOMEX; de corazón, no votemos por simplemente odiar a un partido político o por los beneficios económicos que podríamos obtener, pensemos en el mañana y en que, si queremos un país diferente, es imperante la crítica y la solidaridad entre los mexicanos.
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