Editorial

OXÍGENO PARA EL PRI.

#InPerfecciones
“La apuesta del Jefe del Ejecutivo parece clara, la estrategia chantajista que lo caracteriza, pone al Revolucionario Institucional entre la espada y la pared”

 

 

Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

El Presidente López Obrador ha sido poco más que enfático al señalar que es momento de sacarse la máscara y definirse. Desde luego se refiere a los opositores a su régimen, eso incluye no solo a la “etérea” oposición, incluye también a periodistas, académicos y aspiracioncitas que critican las pretensiones del Jefe del Ejecutivo, pero esa historia es, digamos, “chisme viejo”, la narrativa presidencial utiliza sistemáticamente la repetición “ad nauseam” de una serie de postulados con los que se refuerza el fanatismo y se revienta el debate crítico por medio de la descalificación, es decir, para López Obrador resulta más virtuoso creer que pensar.

 

Quitarse la máscara y definirse, implica para el Presidente estar con el o en su contra, en ello ocupa una serie de referencias históricas que extrapola para agregar un toque de dramatismo en su narrativa hablando de conservadores y liberales –por ejemplo- para sentirse un poco más dentro de un contexto histórico parecido al que vivió en su momento el Presidente Juárez y así poder utilizar con sentida emoción las frases del ídolo oaxaqueño como “nada por la fuerza, todo por la razón” y “el respeto al derecho ajeno es la paz”; bajo esta lógica podríamos sospechar de manera hilarante que el oriundo de Macuspana aprovechando que vive en Palacio Nacional cada noche se escapa a los aposentos del extinto Juárez para hacerse una inconmensurable “chaqueta mental”.

 

Ahora bien, regresando al punto de las definiciones, la Reforma Energética enviada por el Presidente López Obrador al Congreso de la Unión representa un movimiento muy interesante por el entramado que parece revelar, no solo representa parte del apuntalamiento ideológico de la Cuarta Transformación sustentado en el nacionalismo como argumento que le permite colocar conceptos como la defensa de la soberanía energética, términos impulsados por Lázaro Cárdenas y Adolfo López Mateos, celebres figuras priistas consentidas del Partido Revolucionario Institucional al que le evocan la época dorada del presidencialismo mexicano.

 

La Reforma Energética, políticamente representa toda una estratagema muy bien elaborada, algo así como una bala de plata para terminar con la “Alianza Va por México”, una alianza que representa en este momento el clavo ardiente de donde se sostienen los partidos Acción Nacional, de la Revolución Democrática y el Revolucionario Institucional, sin embrago, a este último, López Obrador le ha tirado un anzuelo muy tentador, después de todo ¿a quién le gustaría que le llamen traidor a la patria? ¿a que priista le va a gustar que lo exhiban por votar en contra de la Reforma Energética?; el salvoconducto que López Obrador ha puesto sobre la mesa parece irresistible, recordemos que el Presidente tiene la potestad de perdonar y olvidar los pecados del pasado priista de “figurones” como Manuel Bartlett.

 

La apuesta del Jefe del Ejecutivo parece clara, la estrategia chantajista que lo caracteriza, pone al Revolucionario Institucional entre la espada y la pared, después de todo –reitero- para el PRI el instinto de supervivencia probablemente lo llevará a empinarse antes que soportar la tilde de traidor que el Presidente les ha reservado en caso de votar en contra de la Reforma.

 

Por eso se entiende que la postura del PRI sea relativamente ambigua, prolongando el cachondeo con el tema del Parlamento Abierto para discutir la Reforma y hacerle un poquito al cuento y no parecer tan descarados en sus intenciones, desde luego que eso es mejor que la persecución política con la que López Obrador ha amenazado a todos.

 

Si la Reforma Energética es benéfica o no para México, es la última de las preocupaciones para el PRI, el oxígeno puro que necesitan para evitar la extinción se encuentra al alcance y ante la disyuntiva de traicionar a la patria o traicionar a sus antiguos enemigos naturales con los que hoy tiene que soportar el escarnio Presidencial, quitarse la máscara y definirsees la opción viable, al final del día el Partido Revolucionario Institucional terminará por elegir el mal menor aunque políticamente esto le signifique convertirse de cualquier modo, en traidores, ¿de verdad, alguien le cree todavía al PRI? Parece que el PAN y el PRD si.

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