Sexualidad

Recuperar el cuerpo para sí.

#Sexualidad
“El placer es algo autónomo, es la capacidad que tenemos las personas de gozar, porque nuestro cuerpo es sensible. El placer no lo da nadie. (…) la capacidad de placer depende de la disponibilidad personal más que del virtuosismo ajeno” (Fina Sanz)

 

 

Viridiana Martínez / La Chula_shop
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En la erótica de las mujeres hay un importante peso de los sentidos, es decir, se ha orientado hacia la globalidad ¿Qué consecuencias tiene esto? Una positiva y otra negativa. La positiva es que desarrollamos una gran sensibilidad corporal con la difusión de las sensaciones y el ejercicio de las fantasías. La negativa es que se coarta la sensibilidad genital, ya que es una zona del cuerpo que no exploramos libremente (y a menudo, venciendo prejuicios ancestrales: “no toques ahí, cochina”) y se limita la oportunidad de disfrutar de las sensaciones que reporta y dejarse llevar por el placer.

La erótica normativa, es decir, la que se nos ha mostrado como la única aceptable, es genital (concretamente penetrativa) y cisheterosexista, por lo que la globalidad erótica tiene una connotación de no-sexo o, en el mejor de los casos, de los mal llamados preliminares, que la incluyen como una parte de la erótica que anticipa lo central: la penetración pene-vagina.

Todo lo que sucede en la historia de una persona, ineludiblemente se registra en el cuerpo. Las relaciones de sexualidad van produciendo cuerpos sexuados, producto de la cultura (femeninos y masculinos, pensados en un modelo binario), nos encontramos con el cuerpo individual el cual se va formando bajo el modelo de una cultura, se va transformando a lo largo del ciclo vital, mientras que el cuerpo cultural es el producto del desarrollo de un grupo social. Ambos mantienen una interrelación, cuerpo y ser, el primero permite vivir y aprehender el mundo, mientras el segundo se expresa y representa el rol aprendido.

Recuperar el propio cuerpo para sí implica para las mujeres conocer también los genitales y sus sensaciones. Ahora bien, la globalidad es fundamental para entender que el placer no depende de una sola parte del cuerpo (los genitales) y una práctica (la penetración pene-vagina), sino más bien de lo que a cada persona le de satisfacción. La finalidad de la erótica no es el orgasmo, sino la satisfacción.

Podemos decir que el orgasmo es una respuesta de liberación del cuerpo tras un incremento de la tensión genital, que se produce durante la excitación erótica y se desencadena en el cerebro, así que el orgasmo es básicamente cerebral (olvida eso de orgasmos clitorianos y vaginales). La experiencia del orgasmo depende de muchas cosas, especialmente de cómo esté siendo la práctica o el encuentro erótico, qué ideas sobre ello tengas, qué emociones sientas, etc. Por tanto, cada uno, en cada mujer, en cada práctica o encuentro, a lo largo de su vida, será diferente. 

Pero para recuperar el cuerpo nos han hecho creer que es a partir de la masturbación y de la cantidad exorbitante de orgasmos que puedas tener, pero  éstos, no se disfrutarían si no fuera gracias a nuestro cuerpo; Theodor Adorn nos dice que la cultura, ha reforzado, junto con el control del cuerpo, la maldad obscena, el odio-amor hacia el cuerpo, que ha impregnado el pensamiento de las masas a lo largo de los siglos […]  en la relación del individuo con el cuerpo -el propio tanto como el ajeno- la irracionalidad y la injusticia del dominio vuelven como crueldad, que tan lejos de la reflexión feliz, de la relación comprensiva, como el dominio está de la libertad. [ …] el cuerpo, como lo que es inferior y sometido, es objeto de burla y maltrato, y a la vez se lo desea, como lo prohibido, reificado, extrañado, (Adorno: 1969, 274-275)

La libertad la experimentas no solo en un orgasmo, no me lo tomen a mal, pero no es el único medio, hace años lo creía así pero, hablando desde mis experiencias y transformaciones, la primera vez que sentí la libertad realmente fue la vez que me ví semidesnuda junto  a otras mujeres, me invitaron a participar en una sesión fotográfica, en este ejercicio descubrí que la piel, las estrías, las celulitis y el vello corporal son características que nos unen a todas las mujeres, lo heterogéneo de las dimensiones en cada cuerpo es lo que nos hace especiales y hermosas. La ropa, el maquillaje y la vanidad son esa maldad obscena, que nos hace  odiar nuestros cuerpo y no permiten disfrutarlo. Esas dos horas de acariciar, abrazar, danzar, reír y sentir su piel y su cabello, fue mágico y por primera vez entendí el éxtasis en el que se sumergían las mal llamadas “brujas” cada que le rendían culto a la gran Diosa día en el mundo antigüo, antes de la aparición del cristianismo. El cuerpo es un mundo integral y basto, la vida y muerte convergen en un solo envase, el cuerpo de la mujer es cíclico y rítmico, es uno con la naturaleza. Para alcanzar la tan anhelada autonomía y por extensión su liberación del placer, hay que apoderarse del propio cuerpo, en tanto que, como apunta Graciela Hierro: “El placer depende del cuerpo y sólo se alcanza si nosotras decidimos sobre nuestro cuerpo; nuestro deber moral básico es apropiarnos de nuestro cuerpo; el cuerpo controlado por otros no permite el goce y nadie puede llamarse así misma libre si no decide sobre su cuerpo”(Hierro: 2001, 27). 

 

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