Editorial

UNA POSTUTA PARA EVITAR LA CRISIS

#InPerfecciones
“La crisis te obliga a hacer más con menos” -Norman Foster

 

Maikel Ansted Hoffmann / @AnstedM
maikel.ansted@inperfecto.com.mx / maikel.ansted.hoff@gmail.com

Una vez que he insistido un poco sobre el hecho de despertar de nuestro sueño de la “crisis”, pueden presentarse ante nosotros dos formas opuestas de actuar: una negativa y la otra positiva. No quiero caer en maniqueísmos, pero la situación actual no acepta medianías. Comenzaré por analizar superficialmente, la postura negativa, misma que debemos evitar en la medida de lo posible.

Cuando un individuo o una sociedad entera dan el primer paso y aceptan con madurez que se encuentran en medio de una crisis en la cual les corresponde una buena parte de responsabilidad, es frecuente y normal que la primera reacción sea de desánimo, de sentirse abrumado por el peso -insoportable muchas veces, en apariencia- de su fracaso o de las causas que han provocado su actual estado crítico. Es posible que el inconsciente no acepte aquello que la razón le dice e idealice la situación. Por otra parte, es posible también, que todo su ser acepte la situación, asunto que, por ser ya el primer paso, es positivo, pero que la forma de reaccionar no sea la adecuada, sino más bien infantil.

Veamos estas formas negativas de reaccionar.

La primera de ellas es el miedo a las consecuencias de la crisis. Es muy lógico que esta reacción se presente, pues amenaza nuestro futuro inmediato. Consecuencias como la inflación, el desempleo, la inestabilidad política, etc., son patentes en toda crisis y es natural que nos asustemos.

La segunda reacción es la ira, confundida a veces con una exigencia de justicia: queremos que aquellos considerados por nosotros como culpables, paguen sus delitos. Muy cierto es que debemos exigir justicia y que no deben quedar impunes aquellos que aprovechando su jerarquía política o económica (mientras más elevada, mayor responsabilidad), contribuyen al estado actual de nuestra patria. Pero convertir este anhelo justiciero en una descarga iracunda con la sola finalidad de apaciguar nuestras conciencias y negar así nuestra parte de responsabilidad es tarea inútil.

La tercera y más grave forma de reaccionar es la apatía, fruto de continuas frustraciones. Cuando un individuo ha sido expuesto a lo largo de su vida a un estado continuo de frustración, es muy posible que caiga en lo que ya los antiguos denominaban apatía o melancolía; es decir, la ausencia de sentimientos positivos, tales como la autoestima, el espíritu de lucha o superación, la capacidad de autocrítica, etc. Esta apatía se puede aplicar de igual forma a la vida de una sociedad.

Estas tres formas negativas de reaccionar la crisis: miedo, ira y apatía, no son las únicas; hay otras que son igualmente importantes. En su oportunidad, las examinaremos.

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Saludos, un abrazo virtual.

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