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A InPerfecto la muerte llegó, hasta calabaza con gusto llevó,
en Francia a Theo buscó,
pero Laurendon en México se encontró.
Redacción InPerfecto / @InPerfectoMx
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Calaverita a Theo Laurendon, de Juan Manuel Carvajal:
Aburrida la muerte, sigilosa deambulaba
cansada de vagar calle tras calle hasta un viejo paredón y cuando el día ya acababa
fue a encontrarse con Theo Larendon
El hombre entretenido, concentrado disertaba
sobre temas muy profundos, la existencia el ser y el alma.
Cuando frente a él decidida, la huesuda se plantó
Theo quiso convencerla de darle otra oportunidad
A cambio de dedicarle un programa suplicaba su piedad.
“Calaca, aún no es mi tiempo, tengo mucho por hacer; déjame ir y verás, que como un hombre de palabra te lo sabré agradecer.”
La muerte le miró atenta y Theo ya no temió a su presencia
para hablarle del sentido del ser, de Sartre y de la existencia
Mientras la muerte envuelta por las palabras de Theo
Se olvidó por un instante de su encomienda y su reo.
Pensaba nuestro reflexivo amigo que bien librado saldría
cuuando apresurado, corriendo, una cáscara pisaría.
Ahora su leal auditorio, que gustoso y atento lo seguía,
llora desconsolado, porque ya está en brazos de la catrina.
Y sus compañeras y compañeros tristes lloran en InPerfecto
desconsolados por el buen Theo, porque la muerte pisó su huerto.
Ya no habrá más disertaciones, ni calma, ni paz, ni meditaciones
Nuestro amigo Larendon descansa en paz, entre incienso, copal, poemas y reflexiones.