#InPerfecciones
No, la “nueva normalidad” no tiene nada que ver con el tema sanitario, ha quedado muy claro que esa normalidad se encuentra dirigida a mover el tablero político.
Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx
En esta esquina se encuentra el Presidente Andrés Manuel López Obrador, en la esquina contraria el Gobernador de Jalisco Enrique Alfaro, pelearán hasta que las acusaciones directas diluyan el principal motivo de las protestas tanto en Guadalajara como en la CDMX. Y después de la breve presentación de una pelea entre políticos que no puso en juego más que la integridad de muchos ciudadanos –como suele suceder-, la reflexión debe inclinarse por el análisis del nivel y la intención del discurso, por un lado, tenemos a un López Obrador que después de una semana de reiniciar su campaña político-propagandista no sorprende a nadie con la declaración del “tiempo de definiciones” y eso de estar a favor o no de la transformación, sabemos de antemano que es el discurso de un esquizofrénico que no tiene para donde hacerse en ring político que él mismo delimitó y del que solamente podría salir retractándose, sin embargo, prefiere el ridículo a la congruencia, aunque piense lo contrario.
Por otro lado vemos a un Enrique Alfaro que se decantó por la confrontación directa, y encontró el mejor momento para entrar a la escena mediática con una acusación directa sobre el Presidente y “los sótanos del poder” –como título de novela-, qué en términos boxísticos equivale a retar al campeón de los medios a decirse de todo mientras que el tema del esclarecimiento del asesinato de Giovanni López pasa a segundo plano, igual que las detenciones irregulares, el abuso policiaco y el tema de la violencia generalizada que ninguna autoridad o político voltean a ver desde que llegó el COVID-19 –es decir, “les cayó como anillo al dedo”-, ¿qué resulta entonces? Nada más y nada menos que una miserable confrontación entre personajes que se la pasan aventándose bolas de papel mojado con saliva, vulgares amenazas que exhiben nuevamente los apetitos políticos que tienen, y la competencia por demostrar quien es más tenaz –por no decir estúpido-, eso es lo que tiene la sociedad civil, una burda y violenta reyerta personal.
No, la “nueva normalidad” no tiene nada que ver con el tema sanitario, ha quedado muy claro que esa normalidad se encuentra dirigida a mover el tablero político de frente a las elecciones intermedias del 2021 y así es como arranca la búsqueda del voto, en medio de todo un andamiaje preparado para desalentar el debate de las propuestas políticas o los resultados de un Gobierno que la mitad del tiempo se ha dedicado a promocionar la figura de un personaje populista, incapaz y gris como el paladín de la democracia.
La “Nueva normalidad” arroja como carne de cañón a los ciudadanos a enfrentarse como puedan a una emergencia sanitaria que ha permeado en lo económico y social a niveles insospechados, el “tiempo de definiciones” del que habla el Presidente parece ir más dirigido a definirse entre vivir o morir como parte de un sacrificio ideológico que toda transformación requiere. Entenderlo así costará mucho tiempo y la apuesta por dividir está resultando exitosa, el desgaste será letal en muchos aspectos.