Editorial

DESESTRUCTURA EMOCIONAL.

#InPerfecciones
Es desde el encierro, las restricciones de movilidad, las medidas sanitarias y la incertidumbre económica que nos encontramos en una franca desestructura emocional.

 

Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C  
carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

Si, en definitiva el confinamiento –para quienes pueden hacerlo- ha cambiado muchas cosas, paradójicamente se convirtió en un revulsivo social, de manera dura nos ha hecho confrontarnos con varias realidades a la vez, algo así como librar una batalla en varios frentes al mismo tiempo, por un lado la realidad económica, política, social, educativa, y sanitaria, mientras que por otro lado la realidad personal y familiar tambien nos tienen agazapados desde el confinamiento –para unos-, desde el temor para los que no pueden dejar de salir a laborar y desde el desdén por la emergencia de salud para otros.

 

Quizá ese revulsivo que era necesario para cambiar la perspectiva que la sociedad civil tiene del país se esperaba bajo otro paradigma, el paradigma de la manifestación a nivel de calle y en otros frentes pero con una libertad de tránsito totalmente abierta, sin embargo es desde el encierro, las restricciones de movilidad, las medidas sanitarias y la incertidumbre económica que nos encontramos en una franca desestructura emocional que ha causado insomnio, irritabilidad, ansiedad, paranoia y otros síndromes que se han ido manifestando y dejando prueba de todo aquello que ya existía pero que incluso de manera simpática se minimizaba o evadía. 

 

La narrativa de la pandemia está dejando una huella cada vez más profunda en la memoria de toda la población, el dolor de perder familiares, gente destacada de cualquier disciplina o medio tiene un efecto devastador en el estado de ánimo social y las consecuencias económicas representan la fase siguiente de esta emergencia que pasará eventualmente de lo sanitario a la precariedad para muchos sectores. La manifestación de las ideas y la crítica hacia el Gobierno se ha esgrimido desde el escritorio y los teléfonos celulares, las plataformas de video llamadas han ganado terreno pero la voz está apagada, en muchos casos carente de argumentos y rebosante de insultos y descalificaciones.

 

Penosamente el confinamiento y la tensión social solo han tenido como gran beneficiario al Gobierno Federal liderado por el Presidente que ha ido encendiendo el ánimo de la población con un discurso que hace reverberar el rencor social y una discusión sumamente estéril entre la crítica a las decisiones de Gobierno y la defensa a ultranza de un régimen que entre otras ocurrencias montó una farsa sobre el fin del neoliberalismo pero que nunca aclaró a que tipo de régimen económico nos trasladaríamos.

 

Lo he planteado muchas ocasiones en este espacio y sigo convencido que es la sociedad civil organizada la que debe tomar las riendas de la crisis. La transformación que necesita éste país no debe emanar de los apetitos políticos y fuera de la realidad de un Presidente que se jacta de tener la panacea de todos los males con un discurso humanista torcido y demagogo, la moral y el sentido común debe recuperarse de la memoria y consenso de una sociedad consciente de que es el factor de cambio del país, sensible, justo y productivo en ideas que reestructuren ese tejido que la clase política ha contribuido en su destrucción.             

 

 #InPerfecto