Editorial

TRANSPARENTE.

#InPerfecciones
Evidentemente el Presidente López Obrador es un funcionario que solo presta la debida importancia a la investidura presidencial de manera selectiva.

 

Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

Para nadie es un secreto que el narcotráfico se ha sentado a la mesa del Gobierno desde hace mucho tiempo, tristemente no es sorpresa para nadie enterarse de los vínculos que los políticos tienen con los capos del narco así como de las grandes ganancias que obtienen. Para que un líder del narco evada a las autoridades tiene que haber colusión, tiene que haber un acuerdo previo, así ha sido, así es, y, –repito- tristemente esto se ha tomado con tanta normalidad que al sector del narco en México no le importa quién gane la Presidencia, porque al final terminará prestando un servicio para ellos.

 

El poder económico tiene un peso tan importante, que ningún discurso, ningún personaje, ninguna ideología y mucho menos ninguna filiación política le representa al narco ni amenaza ni respeto, por lo que esos señalamientos donde se sugiere que las fortunas de este o aquel político proviene del narco, o que ésta o aquella campaña electoral estuvo financiada de manera ilegal, se han convertido en parte del esos argumentos que sospechan pero que al final se termina por no hacer nada porque pesa más esa premisa de “si no te metes con ellos, ellos no se meten contigo”, y de inmediato vienen a la mente las imágenes de gente ejecutada que tanto horror han generado en el país.

 

Se ha dicho muchas veces que uno de los grande problemas de este país no es la falta de leyes sino la falta de una correcta aplicación de estas, si en este sentido no hay un consenso generalizado, entonces si tenemos un severo problema de apreciación, porque si no caemos en cuenta que las grande operaciones del crimen organizado se logran al amparo de las autoridades que aplican la ley de manera discrecional, entonces la miopía no es de las autoridades sino de quién los ha llevado al lugar que ocupan.

 

Evidentemente el Presidente López Obrador es un funcionario que solo presta la debida importancia a la investidura presidencial de manera selectiva, ya sea en el púlpito mañanero, en el mitin, en la plaza, o en el discurso donde pueda arengar que la corrupción terminó y toda esa verborrea que conocemos hasta el cansancio, pero no cuando se trata de hacerse presente en un momento donde exista la mediana posibilidad de hacer el ridículo por no estar interesado y obviamente enterado de la situación del país en materia de salud, economía, educación, energía, etc. 

 

La crítica hacia el presidente por bajarse a saludar a la madre del “Chapo”, efectivamente como lo han justificado sus fanáticos no debe escandalizarnos, porque solamente es una muestra de respeto de un empleado más hacia sus patrones, el rasgo de humanismo de un personaje que ha dejado claro que clase de privilegios tiene el narco en México. Después de todo lo que ya se sabía se confirma, el Presidente López Obrador es tan transparente que no tiene el menor recato en manifestar o presumir para quien trabaja porque no está en su agenda ser hipócrita. La sinceridad en la 4T ¡va! 

 

 

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