Editorial

MORALIDAD

#InPerfecciones

No, no vamos con eso del cambio de paradigma moral y mucho menos político, mientras el paso de las palabras a los hechos no se de.

 

Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx

Cambiar de paradigma político resultaba necesario en medio de un hartazgo generalizado, y la opción que representó MORENA para tal efecto en las urnas fue suficiente, sin embargo, también es necesario cambiar el paradigma social, es cierto que el llamado del Presidente a cambiar el pensamiento moral en términos duros parece positivo por lo que implicaría erradicar acciones negativas que se encuentran sumamente arraigadas en el costumbrismo nacional.

La Cartilla Moral y el constante llamado a señalar y estigmatizar a la corrupción y a sus practicantes se ha vuelto indispensable en todos y cada uno de los discursos presidenciales y no presidenciales, pero si somos un poco suspicaces, para poder hacer un llamado de tal envergadura en un país donde la corrupción tiene tanto arraigo, es fundamental predicar con el ejemplo, una pizca de autocrítica resulta muy sana para poder señalar lo que no está bien en los demás.

Pero lo que podemos ver y escuchar en los discursos de Gobierno es únicamente descalificaciones que tienden al pretexto con un alto contenido de arrogancia en el que la contradicción entre lo que se pide y lo que se hace termina desdibujando ese llamado “moralino” a portarse bien mientras se perdona y exime de responsabilidad a quienes se encuentran del “lado correcto de la historia”, es decir del lado del Presidente que por decreto protege bajo la falda de su envestidura a cuanto personaje se acusó en el pasado y que por ejemplo vía la Secretaría de la Función Pública se exonera después de realizar muy laxas investigaciones para casi beatificar a quién en su momento se encontró en la palestra de la crítica por su participación en ese pasado oscuro que no le permite al Gobierno ni siquiera comenzar su tarea porque se encuentra ocupado en el despropósito de justificarse por estar levantando el “cochinero” que le dejaron.

No, no vamos con eso del cambio de paradigma moral y mucho menos político, mientras el paso de las palabras a los hechos no se de, acusar sin abrir procesos para hacer justicia y aplicar todo el peso de la ley se diluye en el momento en el que la expresión “lo mío no es la venganza” se pone en la mesa como si la aplicación de la ley fuera un acto vil. El caso es que lo que se plantea como transformación, conceptualmente se encuentra mal entendido y aplicado desde el momento en el que se acoge y protege a quienes fueron cómplices de ese cochinero que tanto se denuncia y que parece no tener para cuando resolverse.

#InPerfecto