#InPerfecciones
“Buenos días, ¿cómo estás?” es una frase tan correcta como anticuada, para nosotros, que tenemos prisa y no queremos entretenernos con falsas cortesías
Gina Hernández Amelio
Ginaha.ankh@gmail.com
“Buenos días, ¿cómo estás?” es una frase tan correcta como anticuada, para nosotros, que tenemos prisa y no queremos entretenernos con falsas cortesías, para nosotros que reconocemos cómo la inmediatez de los mensajes directos es más eficiente que los protocolos, para nosotros que a veces se nos olvida reconocer que hay un ser frente a uno que podría beneficiarse de un gesto tan sencillo como un saludo, para nosotros que olvidamos la influencia tan grande que puede darle a otros el tener un pensamiento positivo hacia ellos.
Normalmente estamos ocupados, estresados, atareados con lo que el mundo nos exige: horarios restringidos, trabajo pesado y bajo sueldo, consumo masivo de información que no alcanzamos a reflexionar, estímulos visuales constantes que impiden la calma, la concentración o el silencio. En fin, todo ello tiene a nuestra mente bastante ocupada durante el día, y en su agobio, difícilmente dejamos un tiempo específico para pensar en dedicar unos minutos a interactuar con la gente a nuestro alrededor. Dar los buenos días y enterarse cómo le va a la gente, en un día ocupado, es considerado una pérdida de tiempo, porque solo estamos “siendo educados” pero en realidad no estamos haciendo nada “útil”.
Pero ¿es cierto esto?
Dar los buenos días nos saca de nuestra zona de confort. Nos obliga a recordar que hay un mundo afuera del que somos parte y que ayudamos a construir con cada pensamiento y acción que tomamos.
Permite, también, generar lazos con gente nueva, sin necesidad de ser introducidos por alguien más; pues crea un hábito de confianza entre dos, de manera imperceptible, un otro se va integrando en nuestro mundo poco a poco y viceversa.
Para vivir en un mundo donde haya sana convivencia, las leyes impuestas y explícitas sobre el respeto y el espacio personal son importantes, pero es mas efectiva la sutil construcción de redes genuinas de afecto por quienes forman nuestro entorno. No todo está en el uso exclusivo de esas palabras, efectivamente, aún nos queda mucho camino que recorrer para que los habitantes del planeta vivamos con empatía por los demás. Pero por muy ocupados que estemos, no subestimemos los efectos que los pequeños gestos de atención pueden tener en otros. Si este día saludamos a alguien, no es solo cortesía, estamos también ayudando a cambiar la percepción emocional de las cosas.
El camino a la armonía se construye cada día, y cada día podemos cambiar EL mundo con una acción tan sencilla como saludar y reconocer que otros existen en NUESTRO mundo. Dejemos un momento la rapidez de la vida y construyamos la felicidad en ella empezando por decirnos “buenos días, ¿cómo estás?”