Editorial

Estábamos mejor cuando estábamos peor

#InPerfecciones
Se dice que una vez que pasan las fiestas de muertos, el año entra en su recta final. Se nos va 2019, cargado de diversas novedades.

 

 

Firenze Genis
firenze.genis@inperfecto.com.mx

Se dice que una vez que pasan las fiestas de muertos, el año entra en su recta final. Se nos va 2019, cargado de diversas novedades. Entre las más relevantes,  estrenamos un Gobierno con un sistema al que no estábamos acostumbrados, por ejemplo las “mañaneras”, y aparentemente por el  amor hacia los prójimos, aunque algunos  nos puedan lastimar, por tratarse de delincuentes.

Es interesante escuchar que diariamente nuestro presidente nos machaca con intensidad que los males que tenemos no se pueden remediar, porque son obra de los neoliberales y conservadores, “enemigos del pueblo”,  y  nos dejaron muy mal, al borde de la quiebra.

Algunos nos preguntamos cómo es esto, si nos prometieron que una vez en el poder no habría corrupción, ni robos, que los delitos se verían disminuidos y estaríamos iniciando nuestro camino hacia el bienestar y la seguridad. No vemos por ningún lado cómo se puede vivir en el paraíso. Al menos, ¡en México no!

Si bien quienes se manifiestan: transportistas, taxistas, damnificados, trabajadores de la extinta Compañía de Luz y Fuerza  y otros,  lo hacen con bloqueos, a los que lo ciudadanos comunes y corrientes detestamos; hay demoras, transportes detenidos y una creciente inconformidad contra estos fieros  modos de quienes se manifiestan, como diría mi amigo de Chiapas.

Las autoridades de la Ciudad de México ven  lo que ocurre pero no saben  poner orden.  Por mandato superior, deben dejar hacer, dejar pasar, y la población sufriendo asaltos; los de a pie,  mientras transitan por la calle, avenidas y paradas del camión o dentro de los diferentes transportes, algunos oscuros y sucios, y otros a plena luz  del día o de las lámparas nocturnas.

Los que van en auto, siendo sorprendidos con pistola en mano y rompiéndoles  los cristales, tanto en restaurantes como en iglesias y centros de espectáculos. Somos lastimados, nos quitan lo nuestro, lo que tenemos, lo que hemos trabajado.

Veo con sorpresa cómo los funcionarios del Gobierno, aman la vida, la de unos cuantos, la del pueblo delincuente; la de los ciudadanos  comunes y corrientes no vale lo mismo, no podemos comparar la valiosa dinastía  de los Guzmán, con la de los González, Rodríguez, Gutiérrez, etcétera.

Nuestro presidente transforma su semblante cuando los medios le preguntan sobre algún tema que no le agrada. Regresa la pregunta con agrio tono y habla de la prensa fifí, corrupta,  prostituta y conservadora.

Entonces, si deseamos seguridad, será por nuestros propios medios;  si deseamos atención médica, la pagaremos de manera privada, si deseamos atender a un pequeño con cáncer pues a conseguir las medicinas necesarias, como sea, etcétera.

Trabajamos años en lo que nos gusta o en lo que nos ofreció el destino para encontrarnos ahora con un nulo crecimiento económico. Tendremos nuevamente la escolaridad de un tercer mundo, qué digo tercer, cuarto mundo.

Un Pemex sin problemas de huachicol pero con mayores pérdidas, no lo entiendo y, creo, ustedes tampoco.

Hay honestidad y no hay recursos como cuando había corrupción. Tampoco es comprensible para mí. ¿Para ustedes sí?

Es de miedo voltear la cara y ver a quienes prefirieron este gobierno, contentos y presumiendo a su presidente y lo más fuerte, sus decisiones de poca visión y erráticas. ¡Dios nos agarre confesados!.

Quizá en un tiempo empiece el éxodo. He conversado con algunos empresarios que tienen casa en otros países, tanto en  Europa como  en Estados Unidos de Norteamérica, Ellos ya preparan, si no por ahora, sí para mitad de sexenio, su lugar de residencia, si es que la economía no crece y las cosas empeoran. No todos podremos emigrar, por falta de medios e influencias.

Así que quienes nos quedemos pues a vivir como nos lo permita la situación de esos momentos. Y como dije antes: ¡Dios nos agarre confesados!