#InPerfecciones
Es curioso que viviendo en la era de la información y de la comunicación, se subestima el impacto psicológico que tienen las palabras que usamos.
Theo Laurendon
Profesor del Centro de Estudios Sophia
centrosophia.com.mx
Theolaurendon@gmail.com
Es curioso que viviendo en la era de la información y de la comunicación, se subestima el impacto psicológico que tienen las palabras que usamos.
Las palabras, las usamos todo el tiempo, aunque no siempre bien. Y no me estoy refiriendo a la gramática: no siempre somos conscientes del poder que tienen.
Pensemos por un segundo en el impacto que tuvo un solo libro, como la Biblia por ejemplo, en la historia (por bien y por mal, claro). O el poder que tienen los tuits de Trump, capaces de romper alianzas entre países o generar enfado, odio o tristeza en el corazón de millones de ciudadanos.
Palabras, puras palabras. ¡Pero qué poder que tienen!
“Las palabras se las lleva el viento” dice el proverbio. Sí, pero las palabras son semillas, que una vez que se las lleva el viento…van esparciéndose por doquier. Y empiezan a crecer.
Es curioso que viviendo en la era de la información y de la comunicación, se subestima el impacto psicológico que tienen las palabras que usamos.
Según todas las enseñanzas metafísicas de la historia, la palabra es poder. Es magia. Es vibración que crea, que convoca. Que moldea nuestra vida.
Con una poesía tenemos el poder mágico de dibujar un paisaje sublime, un horizonte lleno de belleza y armonía en la mente de la persona que lo lee o escucha…con la palabra “te quiero” o “perdón” podemos destruir barreras y construir puentes entre corazones.
Las palabras son puentes, son aves que vuelan, son pinceles que pintan. Son puertas mágicas, vibraciones inefables. Son menorías y son futuros, nos conectan con el presente y son omnipresentes.
Nos recuerdan el sentido original de las cosas, conectan mente y corazón.
¿Y cuantas veces usamos su poder imparable y luminoso para crear realidades que nos hacen sufrir y hacen sufrir a otros? Estas palabras como “Yo siempre (hago lo mismo etc.)…” “Yo nunca (lo consigo etc.)…”
“Soy un (fracasado, desastre etc.)…” “Eres un ….(cabrón, incapaz etc.)
O también, cuando nos enfrentamos a una situación compleja y que nos reta, la etiquetamos y decimos “esto es malo”. “Es un problema”. En realidad no es que lo sea o no lo sea. Es algo neutro, el sentido se lo damos nosotros. La interpretación a través de nuestro lenguaje nos pertenece, siempre.
¿Si las palabras son mágicas, somos nosotros buenos magos?